Revista Viajes

Las alegorías del cuadrivium de la Galería Doria Pamphilj en Roma

Por Angelrequena

Las alegorías del cuadrivium de la Galería Doria Pamphilj en Roma

El Palazzo Doria Pamphilj, con su fachada principal a Il Corso, alberga la pinacoteca privada más importante de Roma. La colección fue iniciada por el Papa Inocencio X, y precisamente su retrato es el emblema de la galería: una de las grandes pinturas de Velázquez.

Encima de la puerta de la segunda sala nos encontramos con una representación alegórica deliciosa de las cuatro artes del cuadrivium atribuida al pintor florentino Giulano Bugiardini (1475-1555), formado por Ghirlandaio y amigo de Miguel Ángel.

Las alegorías del cuadrivium de la Galería Doria Pamphilj en Roma

La Astronomía porta la esfera armilar, la Música con una dulzaina, la Aritmética operando con los dedos y la Geometría con compás resuelve problemas (y su mano derecha dibuja la figura para demostrar el teorema de Pitágoras).

El cuadrivium fue la matemática medieval: la música y la astronomía son la parte práctica de la aritmética y la geometría, respectivamente.

La obra está catalogada como una representación de las musas: el motivo de la atribución es el cinturón de la alegoría de la Geometría donde se lee Erato. ¡Curiosa e intrigante relación entre la Geometría y la musa de la poesía amorosa! La asociación nos recuerda al Don Juan o el amor a la geometría del dramaturgo suizo Max Frisch.

Las alegorías del cuadrivium de la Galería Doria Pamphilj en Roma

La pintura fue utilizada por la Galería para desear Buona Festa della Donna. Reproduzco el tarjetón al mismo tiempo que deseo el mayor éxito a la huelga reivindicativa convocada para hoy en todo el mundo. Las mujeres no son musas etéreas sino un colectivo cuya igualdad todavía es objeto de lucha: Juzgadme por mis propios meritos, o por la falta de ellos, pero no me consideréis como un mero apéndice de este gran general o de aquel renombrado estudioso, de tal estrella que relumbra en la corte de Francia o de tal autor famoso. Soy yo misma una persona completa, responsable sólo ante mí por todo cuanto soy, todo cuanto digo, todo cuanto hago. Puede ser que haya metafísicos y filósofos cuyo saber sea mayor que el mío, aunque no los he conocido. Sin embargo, ellos también no son más que débiles seres humanos, y tienen sus defectos; así que, cuando sumo el total de mis gracias, confieso que no soy inferior a nadie. Así se expresaba Gabrielle-Émilie le Tonelier de Breteuil, matemática ilustrada y marquesa consorte de Châtelet, en su imprescindible Discurso sobre la felicidad (1779).


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