The Adventures of Huckleberry Finn, Mark Twain, 1966. Penguin Books.
Después de escuchar - y leer - durante mucho tiempo que ésta era la gran novela, un clásico entre clásicos, y que superaba con creces a Las Aventuras de Tom Sawyer, cabe decir que mis expectativas al comprar el libro eran muy altas. Y más altas aún al considerar que la ubicación geográfica de la historia y el tiempo en el que toma lugar podrían llegar a complicar la identificación y comprensión de los personajes.
Mi sorpresa no puede haber sido mayor. Éste es, efectivamente, un libro como pocos, y, como no quiero caer en obviedades y repetir elogios, me voy a limitar a señalar dónde radicó la magia al leer esta novela.
En primer lugar, siempre me resulta magnífico cuando un autor es capaz de relatar una historia a través del punto de vista de un niño logrando conservar la inocencia y curiosidad propias de su edad sin excederse y subestimar la capacidad de comprensión del niño - fenómeno que también encontré en Matar un Ruiseñor, de Harper Lee -. Huck Finn es un personaje completo y complejo, curioso y repleto de ideas originales sobre la vida. Es sencillo seguirlo y comprender su forma de actuar y pensar, y es fácil, también, comprender sus problemas y la forma en que justifica los sucesos que ocurren a su alrededor.
Es que esta novela no duda y se lanza de lleno dentro de temáticas tan diversas como complejas: esclavitud, libertad, racismo, moralidad, amistad, fidelidad y religión. Presenta profundas reflexiones desde las ideas de un niño sobre asuntos como éstos, y lo hace con una dosis de humor tan sutil y acertada que el tránsito por la historia es ágil y divertido. - nuevamente, muy similar a Matar un Ruiseñor.
Una lectura amena, divertida y fácil de seguir, que presenta costumbres sureñas y una gama de personajes entrañables - con Huck y Jim a la cabeza, sin duda -, que entretiene sin esfuerzo y deja la sensación de haber leído algo muy profundo al terminar la última página. Ahora comprendo por qué se dice lo que se dice sobre este libro, y ahora puedo decirlo yo también: es un clásico y, en mi opinión, muy superior a su antecesor, Las Aventuras de Tom Sawyer.