¡¡Hola!!, mis queridos seres míticos:
¿Me extrañaron? No se preocupen más que he llegado a ustedes en este momento, haciéndome un espacio entre los deberes escolares mortales, para traerles una reseña de un magnífico libro mexicano que me ha recomendado un profesor. Saludos, profe Diego, y le agradezco un montón por hacerme leer a Carlitos. Pero bueno, comencemos por partes para hablar de este texto.
Lo primero que llamó mi atención, como a todos gracias al inicio y la temporalidad en la que nos pone Pacheco, fue la descripción detallada del momento exacto en el que se encontraba la historia. No tanto por la fecha en sí, sino por el cambio que se produjo en aquel entonces, mismo que yo pensaba era cosa más novedosa y que, en realidad, lleva un rato en proceso. La idea de los cambios producidos en todo un país gracias a la influencia de otro con una cultura completamente diferente, es algo sumamente impresionante. Creo que lo más destacable ocurre cuando Pacheco se atreve a escribir palabras anglosajonas con su pronunciación textual en español. El okay se vuelve un oquei y asuntos de ese tipo. Es ahí dónde uno se va dando cuenta del impacto real de la globalización en los países tercermundistas. Claro que quizá es todo invención y percepción mía (te odio Foucault).
Pero como no todo en la vida es teoría literaria, vayamos a asuntos más mundanos de la mano de la trama general de esta novela corta. José Emilio Pacheco nos traza la historia de un niño llamado Carlitos, proveniente de una familia acomodada en decadencia ingresando a la clase media gracias al malinchismo que comienza a invadir todo México. Pues bien, el chico hasta el momento parece normal, relatándonos todos estos asuntos de la vida cotidiana en un chico de su edad, las "batallas en el desierto" que representan sus amigos luchando en un arenal en mitad del patio de la escuela; sus preocupaciones escasas sobre la pérdida de la fábrica de jabones de su padre ya que ingresan los detergentes "gringos". Todo esto y un poco más es lo que nos relata Carlitos sobre su infancia e inicio de su pubertad. Ahora bien, ¿qué hace a este libro tan especial? ¡Pues el amor!En un sentido no muy pedófilo, o intentando no serlo de una manera tan explícita, Carlitos se enamora de Mariana, una mujer que le dobla la edad y es madre de uno de sus compañeros de escuela. De esto no diré mucho más porque me gustaría mucho que ustedes se hicieran con un ejemplar y me dijeran qué opinan de este asunto en particular. Porque seamos sinceros. Pacheco tiene una manera muy sutil de manejar la relación de Carlos con Mariana, incluso la tiene para explicar ciertos aspectos humanos del desarrollo de todo puberto preocupado por la madurez hacia la adolescencia.Este hecho por sí mismo es algo destacable con ganas. El texto nos muestra el crecimiento de un niño, ese punto exacto dónde se da cuenta de qué quiere en la vida, de que también puede enamorarse y que no todo en el mundo son carritos de juguete y exámenes reprobados. En sí mismo, el personaje evoluciona a lo largo de muy pocas páginas. Esto particularmente es un dato que llamó mucho mi atención conforme avanzó la historia.Ahora bien, he de confesar que el romance con Mariana no es lo que se espera de una novela "romántica", que no es el caso para nada, pero no por eso deja de ser interesante y esperanzador... o casi. Dejaremos esto para después antes de que me arrepienta de decirlo. Pero, volviendo al tema, lo esencial de todo el libro en sí, me parece, es cómo se maneja el personaje, cómo crece ante nuestros ojos y nos muestra un lado que TODOS hemos tenido en la vida. Esa forma de evolución interna que nos presenta, ese ser de su persona que nos llama la atención, es lo que llena todo y más de este libro. Me gusta la forma en que Carlitos se vuelve Carlos, el cómo tiene un crecimiento emocional sin siquiera saberlo. El autor describe de una manera increíble ese primer amor y primera decepción amorosa, ese darte cuenta de tus emociones, esas que no sabes cómo ubicar ni en qué lugar porque estás descubriendo conceptos que se supone sólo maneja un adulto. A mi ver, es esto lo que nos hace quedarnos página tras página desgranando la historia.
Por si fuera poco, es un libro terriblemente corto, conciso. Las páginas no exceden las cien y, seamos sinceros, valen cada línea.
Ya para terminar no me queda más que recomendársela a todo el mundo, o por lo menos a todo ese mundo crítico que pueda comprender la lectura porque, vamos, si bien parece completamente sencillo por su corta extensión, lo cierto es que lleva demasiado contenido implícito que no cualquiera podrá encontrar y se puede llegar a pensar que no vale la pena por ello. Por lo demás, se lo recomiendo a todos los que quieran un romance épico y a la vez doloroso; a los que hayan perdido el camino y quieran encontrarlo de la manera difícil; y a todo el que sea compatriota y quiera ver cómo los "oqueis" no siempre valen la pena.
Saludos enormes,