Durante la campaña de Sicilia, el General George S. Patton fue protagonista de un episodio que tuvo graves repercusiones en su carrera y que le fue reprochado hasta su muerte, acaecida en Alemania en 1945 en un accidente de coche. Nada mejor que extraer de sus propias memorias este anecdótico hecho, por otro lado, muy acorde con su personalidad y carácter.
“Durante el ataque a Troina, me acerqué al Cuartel General de Bradley que dirigía el ataque, acompañado por el General Lucas. Poco antes de llegar divisé un hospital de campaña en un valle y decidí inspeccionarlo. En el hospital había unos trescientos cincuenta hombres gravemente heridos. Todos soportaban estoicamente su sufrimiento y se interesaban por el desarrollo de la batalla. Poco después de dejar el hospital, vi a un soldado sentado en una caja a pocos kilómetros del centro de recepción. Me detuve y le dije: - “Que te sucede muchacho? - Me respondió; Nada, solo que no lo soporto. Le pregunté que quería decir con eso, y contestó: - No soporto que nadie me dispare - ¿Quieres decir que estás aquí para evitar cumplir con tu deber? Tras esta última pregunta, empezó a llorar y me di cuenta que me encontraba ante un claro caso de histeria. Por eso, le abofetee con el guante y le ordené levantarse, unirse a su sección y portarse como un hombre, y así lo hizo. En realidad había abandonado el frente sin permiso. Estoy convencido de que mi comportamiento fue absolutamente correcto y que si los otros oficiales siguieran mi ejemplo, el vergonzoso uso del estrés de combate o agotamiento de batalla como excusa para la cobardía se habría reducido infinitamente”
El episodio llegó a conocimiento de los altos mandos aliados, los cuales comprendieron pronto la publicidad negativa que de él se derivaría al US Army si la prensa diera cuenta de éstos, algo muy probable, ya que el incidente ocurrió en presencia de algunos miembros de la prensa que seguían siempre a Patton.
Volvamos a las memorias de Patton.
“Después de la comida, el general Blesse, jefe del servicio médico, me llevó una carta de Einsenhower (Ike) en relación con el soldado al que había castigado por lo que me pareció cobardía. [La carta se desarrollaba en un tono bastante irritado] Evidentemente he actuado precipitadamente, sin el adecuado conocimiento. Sin embargo, mi acción había sido correcta, porque no se puede permitir que ocurran casos como éste, que son como una enfermedad infecciosa. Pero admito haberme equivocado en el método y estoy dispuesto a dar todas las excusas necesarias. Me molesta mucho todo cuanto ha sucedido, porque odio enfadar a Ike y querría siempre contentarlo. A las 18 horas ha venido también Lucas para explicarme la actitud de Ike. Mi moral está por los suelos. A las 10 horas he ido a la iglesia en la capilla real. A las 11, he hablado con todos los médicos, enfermeras y soldados que han sido testigos del incidente. Les he mencionado a un amigo mío que, durante la IGM, rehusó combatir y se suicidó. Añadí que había actuado así para evitar la repetición de ésta tragedia”
Como Einsenhower había previsto, el episodio fue conocido y ampliamente difundido por la prensa, y por tanto, entre los lectores americanos particularmente sensibles a las condiciones en las que combatían nuestros muchachos. A Patton se le quitó el mando de sus tropas y sufrió un importante compás de espera en su carrera militar. Tras salir a la luz este incidente, Patton fue apartado de grandes cargos militares y destinado a actividades de segunda línea, hasta 1944, cuando se le destinó al generalato del III Ejercitó americano en la campaña de Normandia donde destacó como uno de los más brillantes generales americanos de toda la guerra.