Revista Opinión

Las bofetadas sin manos (reescritura)

Publicado el 24 mayo 2013 por Miguelmerino

Durante un tiempo bastante largo, fui un convencido defensor de las buenas formas. Teniendo por buenas formas, casi el ofrecer la otra mejilla, siguiendo las sabias enseñanzas de aquel Maestro llamado Jesús.

- ¿Se confiesa usted cristiano?

- No, no me confieso, ni cristiano, ni ante la policía. Desde pequeñito me enseñaron que hay que negarla siempre.

Como decía: fui un seguidor acérrimo de los modales finos y educados. Era muy gratificante ver a tu oponente perdiendo las formas, gesticulando y gritando desaforadamente y tú permaneciendo impertérrito, le dabas lo que se ha dado en llamar una bofetada sin manos. Pero hasta Jesús se lió a latigazos con los mercaderes del templo, dando así a entender que hay situaciones que le sobrepasan a uno, en las que está justificado sacar los pies del tiesto.

- ¿Está usted abogando por la violencia física?

- No señor, no sería inteligente por mi parte. Además de poco ducho en las artes pugilísticas, no son el arrojo ni la fortaleza física las virtudes que mejor me adornan.

- Pues explíquese.

Siempre hablo en el terreno de la dialéctica verbal. Pero un buen exabrupto a tiempo, con su taco a ser posible escatológico e insultante, puede valer mas que mil bofetadas sin manos. Mas que nada porque estoy empezando a sospechar, que cada vez quedan menos caras sensibles para recibir esas bofetadas. Con lo cual, me queda la sensación de que al oponente el único mensaje que le llega es el de que se salió con la suya. ¡Y eso jode! Se mire por donde se mire.

- ¿Y no le parece a usted que en realidad está reconociendo su incapacidad para convencer con la palabra?

- ¿Por qué no se va a tomar por donde amargan los pepinos?

- Le ha quedado poco contundente.

- Pero relajante.


Volver a la Portada de Logo Paperblog