A ninguna de las dos nos había atraído para nada el mundo de la clarividencia. Es más, nos daba hasta una "mijita" de miedo.... Personas de un entorno conocido sí habían acudido a adivinos, lectores de cartas y demás visionarios del futuro, pero a ambas dos siempre nos había parecido un tema, cuanto menos, sobrecogedor. Sin embargo, cuando una de nosotras pasó una etapa complicada en su vida, una alegre y peculiar amiga la acompañó en todas sus tardes de soledad, haciéndole sacar una sonrisa en medio de su hastío. Entre otras estrategias, como los chistes y las risas, usó unas vistosas cartas del Tarot que venían acompañada de un pequeño librito explicativo. Ella siempre vaticinaba, con entusiasmo y optimismo (y no sabemos si con un poquito o algo más de inventiva), un destino ideal. Pero, sin que se cumplieran ninguna de sus joviales predicciones, sí consiguió que la susodicha depresiva saliera de su ostracismo (con ayuda también de otras personas, a las que agradeció de corazón tal dedicación).
Pues eso, que hoy queremos dedicar a uno de esos cachivaches adivinatorios un pequeño homenaje, en concreto, a las bolas de cristal, porque más de una vez la hemos usado.... Pero no físicamente, sino como expresión para recalcar su ausencia.... - "Mamá, ¿qué hay de cena? (pregunta realizada en el momento del almuerzo....)" - "¡Niña!, ¿pero tú te crees que tengo una bola de cristal? ¡No tengo ni la menor idea! ¡Cuando llegue la hora me quebraré la cabeza! De momento, avíate con las lentejas. ¡Y no dejes ni una!
Las que hoy os presentamos no dan respuesta al porvenir..., ¡pero quedan de monas!
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