Revista Cultura y Ocio
Un día la vida apacible en la casa de Noruega queda truncada. Se recibe la visita de un hombre vestido de negro con un maletín. Trae malas noticias. La abuela y el niño no pueden seguir en ese país porque según los deseos de los padres, expresados en el testamento, que ha traído el hombre del maletín, la abuela y el nieto deben marcharse a Inglaterra a vivir, par que el niño prosiga allí sus estudios, interrumpidos por la muerte de sus padres. En compañía de su abuela, el niño se traslada en barco a Inglaterra y una vez allí su vida transcurre con normalidad. Ya no hay otros horizontes que el colegio. Sin embargo la escuela no absorbe las energía del niño y la abuela le sigue intrigando con su sabiduría sobre las brujas. Los dos echan de menos Noruega y esperan con ansia la llegada del verano para poder volver allí. Tienen planificado el viaje hasta el mínimo detalle cuando surge un imprevisto: la enfermedad de la abuela. Cuando cambian su destino por el sur de Inglaterra se hospedan en un hotel magnífico, situado en la tranquila villa veraniega de Bournemouth, empiezan los sustos y sobresaltos. Da la casualidad de que se hospedan en el mismo hotel, bajo apariencia de plácidas ancianas decorosas, un buen número de mujeres. Se ha reunido todas las socias de la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los niños. Pero en realidad es otra. Es la convención anual de las brujas.