“Las brujas de San Petersburgo” es un libro que me llegó por el programa Me gusta leer, escrito por Imogen Edwards-Jones y con una temática que en principio me atraía bastante, pero que me ha acabado decepcionando. El esoterismo en la Rusia zarista es un elemento que me intrigaba en una novela, siempre y cuando estuviese bien argumentada y tuviese un buen ritmo narrativo y parece que esta vez no ha podido ser. Te explico.
Imogen Edwards-Jones presenta en “Las brujas de San Petersburgo” una historia a priori interesante: Militza y Stana son las jóvenes hijas del empobrecido rey de Montenegro que se casan con dos miembros de la aristocracia zarista para ayudar a devolver a su padre algo de poder y prestigio. Con el acceso a la realeza facilitado, las hermanas tienen la misión de ganarse la amistad y confianza de los zares y deciden utilizar sus conocimientos de la magia negra y el esoterismo para convertirse en las mayores confidentes de la zarina, quien está desesperada por tener un hijo varón, heredero al trono ruso. Tras varios nacimientos consecutivos de niñas, estas peculiares brujas deberán hacer cualquier cosa por no defraudar a la zarina y lograr que al fin ésta tenga un hijo varón, para lo que acabarán incluso buscando la colaboración de Rasputín, un pérfido oportunista que se aprovecha de sus supuestos poderes espirituales para entrar de lleno en la vida de la zarina y de casi todas las damas rusas.
Cuando leí en su sinopsis que “Las brujas de San Petersburgo” trataba el tema del esoterismo en el contexto histórico de la Rusia zarista en sus últimos años pensé que me engancharía su trama, pero el tratamiento narrativo es tan pobre y tan carente de ritmo que debo reconocer que la novela se me ha hecho un poco tediosa. Entre conversaciones repetitivas, personajes poco tratados, bailes y cenas sociales carentes de contenido interesante, y escasa profundidad en el tema de la magia, van desfilando las páginas y la única intriga que he tenido al pasarlas ha sido por saber qué tipos de argucias utilizarían las protagonistas para ayudar a que la zarina tuviese al ansiado heredero. Ya sabía que al final la zarina lograría tener un niño (aunque bastante enfermo) ya que cuando una novela tiene un trasfondo histórico el margen para la sorpresa es mucho menor y por eso precisamente he echado en falta más elementos para enganchar y capturar al lector, o una mayor dosis de acción que dotara al relato de más vida. Pero nada de nada. Entiendo el intento de tratamiento paranormal que ha querido darle Imogen Edwards-Jones como explicación alternativa a diferentes hechos reales, pero en este caso no ha funcionado en absoluto.
Me quedo sin poder recomendarte “Las brujas de San Petersburgo” porque es un libro totalmente prescindible que nunca compraría, a pesar de que su portada es tan bonita que reconozco que atrae mucho y su sinopsis puede llamar la atención de los lectores interesados por su temática. Aunque he leído pocas novelas basadas en la convulsa Rusia de principios del siglo XX, puestos a recomendarte una te diría que “El testigo invisible” es bastante interesante y su lectura merece mucho la pena para conocer todo lo ocurrido en dicha época, incluyendo personajes reales que aparecen en la novela de Imogen como los zares o Rasputín, pero de una manera mucho más convincente y realista.
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