Los alrededores de Santander sobre todo Cueto y Monte, fueron durante mucho tiempo la huerta de Santander.
La mayoría de las verduras en aquellos años procedían de huertas que solían traer a la plaza las conocidas como “burreras”, que transportaban las verduras, leche, legumbres, en burros con cuévanos y en ocasiones con cestos y cántaros en la cabeza, para vender sus productos en los mercados de Santander.
Llegaban a Santander por la “Cuesta de las Burreras” (Pedro San Martín) y la calle de San Fernando, pero antes entre las dos calles, tenían que pasar por el “Fielato” de Cuatro Caminos, que era el nombre popular que recibían las casetas de cobro de arbitrios y tasas municipales sobre el tráfico de mercancías, aunque su nombre oficial era el de estación sanitaria, ya que aparte de su función recaudatoria servían para ejercer un cierto control sanitario sobre los alimentos que entraban en las ciudades».
En cada una de las oficinas, estos celosos aduaneros locales paraban a todas las personas que pretendían entrar a la población para inspeccionar si transportaban alguna mercancía susceptible de pago de tasas. Daba lo mismo que fueran a pie, en montura, en carro, o en tranvía. Todo el mundo debía detenerse ante la autoridad fiscal, y muchos intentaban burlarlos de noche o por callejas y senderos.
Estas mujeres que bajaban a vender sus productos a Santander también fueron y son conocidas como “Renoveras”, mujeres con un gran peso en los mercados, ya que aparte de vender sus productos, conseguían por encargo, otros de diferentes puntos de la provincia y limítrofes.
Hoy en día aún se estila la costumbre de vender productos frescos de huerta y otros artículos, en el mercado de la Esperanza, aunque por supuesto ya no vienen en burros.
Texto y foto
CANTABRIA Y SANTANDER EN EL RECUERDO
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