Regularmente tendemos a vincular el incremento de peso con las calorías; pero las calorías no son un indicativo de cuanto puede hacer engordar un alimento, sino la cantidad de energía que puede aprovechar el organismo para realizar diversas actividades. Así, las calorías pueden suministrar de la energía adecuada para realizar actividades como caminar, pensar o trabajar, siempre y cuando se permita que el cuerpo logre absorber todos aquellos nutrientes que brida cada alimento para obtener el mejor funcionamiento.
Aprovecha cada valor calórico para impulsar el mejor funcionamiento del organismo
Así, por cada cantidad de calorías que se asigna a un alimento se representa la cantidad de energía que se puede proporcionar; y si prácticas deporte, debes de dejar de pensar que esta asignación numérica es una forma de representar los que el alimento puede llegar a engorda, y vincularlo más con el potencial energético que puede llegar a aprovechar el organismo.
Ahora bien, la energía es un elemento que debemos de gastar, y mientras que las calorías que se ingieran no superan el balance de uso con relación a su ingreso, lo que sucede es que pueden llegar a acumularse. Entre tanto, también se debe de tomar en cuenta el origen de las calorías, ya que de esto depende su conversión en reservas, y dependiendo de cada persona y las actividades diarias que se realicen, bien se pueden acumular en depósitos y en dado de los casos se puede transformar en incremento de peso.
La energía base fundamental para el funcionamiento del cuerpo
Por otra parte, dicha energía obtenida se emplea desde el mismo instante que la digerimos, absorbemos y el cuerpo intenta transportar todos aquellos nutrientes que se obtiene a cada alimento ingerido. Ya en una escala mayor, la energía se vincula a todas las funciones del organismo desde respirar y pensar, y hasta la obtención del combustible necesario para realizar hasta las actividades deportivas más intensas (incluso, la energía es empleada mientras nos encontramos en estado de reposo y durmiendo -debido a que este vital elemento es aprovechado constantemente tanto por órganos como por células en nuestro organismo-).
También debe de resultar evidente que en todos los alimentos no se representa el mismo contenido energético y la calidad puede ser variada. Y este es el punto clave en dónde, dependiendo del tipo de alimento y su variedad calórica, junto a la frecuencia y cantidad de consumo, se puede aprovechar para obtener el mejor aprovechamiento energético. Además, dependiendo de la variedad de compuestos nutritivos, un alimento puede brindar en mejor o peor desenvolvimiento energético.
Como se procesa la caloría en energía
Para cerrar, y despejar un poco más el tema, si aún te surgen la duda de ¿dónde y cómo surgen las calorías? Esto se produce a partir de un proceso de ruptura (o mejor dicho desde la ingesta de alimentos). En tal modo, cada alimento que ingresa al organismo, se logran capturar compuestos que son los que forman el alimento, y que después se rompen en moléculas para poder aprovecharlas (actuando como enzimas, secreciones y otros modos en que pueden ser empleados por el organismo).
Del anterior proceso se libera la energía. Así, a cada macronutriente que se encuentran en cada alimento (tales como grasas, proteínas o carbohidratos) puede contener diversas cantidades calóricas; un ejemplo de lo anterior, a cada gramo de carbohidrato se puede hallar hasta 4Kcal, y en cada gramo graso se puede contener hasta 9Kcal (teniendo en cuenta que cada Kcal o caloría representa hasta 1000 calorías).
Mientras tanto, la absorción tiene como principal objetivo el aprovechar los nutrientes de los alimentos, para que el organismo pueda contar con la energía requerida para llevar a cabo las distintas funciones del día a día, con lo cual se proporciona al cuerpo los recursos necesarios para reponer todo aquellos que se pierde por el desarrollo de las funciones antes mencionadas.
Entre tanto, la función de las células puede ser un poco más complejo, ya que ellas son las encargadas de generar ciertos procesos bioquímicos para la oxidación de los nutrientes, con lo cual se logra trasformar cualquier alimento en su variación energética (o calorías) para así cumplir con las funciones que reclama el cuerpo (el movimiento, regulación térmica, conducción eléctrica para el sistema nerviosos, entre otras funciones).
Pero si la energía procesada no encuentra salida, o no es quemada, el organismo puede llegar a acumularla a modo de reserva; y si no se aprovecha, al largo plazo, esta se convierte en grasa. Por último, a un mayor incremento de actividades se puede provocar un incremento en el metabolismo (o proceso como se transforma el alimento en energía), lo que produce que el cuerpo puede requerir de un mayor consumo de energía, y si se presenta una disminución en las actividades, también se puede provocar mayor almacenamiento energético que se transformas en células grasas.
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