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Las casas baztanesas cuentan historias

Por Tierrasinlimites @tierrasnlimites

En el Baztán, cada ser, cada objeto, animado o no, cuenta una historia. Las casas también. Son viviendas que, por tener, tienen hasta nombre propio. Un apelativo que identifica a la familia más, incluso, que el apellido.

Pero además del nombre, hablan de ellas sus tejados, sus balcones, sus puertas y ventanas. Los escudos en las fachadas reflejan la hidalgía de los habitantes del valle del Baztán; el tamaño de la construcción y otros detalles indican si es un palacio de indianos; la separación entre casas (ya estén en una aldea, en un pueblo o aisladas en un caserío) muestra que cada construcción tiene entidad propia.

Cada casa baztanesa es un libro abierto sobre el territorio y sus gentes. Permite interpretar la historia, sus tradiciones y sus creencias, mientras que conecta el pasado con el presente.

¿Queréis saber todo lo que cuenta? Si queréis la versión radiofónica del viaje al Baztán, lo podéis encontrar en la web de Radio Nacional de España.

Un valle muy humano

El valle del Baztán es un territorio bastante humanizado. En 800 kilómetros cuadrados, habitan unas 25.000 personas que viven de diferentes maneras: hay muchos caseríos diseminados, bordas de pastores que salpican todo el paisaje y, evidentemente, aldeas y pueblos.

Los más poblados son Elizondo y Bera con más de 3.000 habitantes, Lesaka con unos 2.500 y Doneztebe con algo menos de 2.000. El resto se distribuye en pequeñas localidades de menos de 500 habitantes, con diferentes barrios y aldeas. También hay mucha población dispersa que vive en caseríos, la forma tradicional de explotación en este valle. Ser cartero en el Baztán no debe ser fácil.

Cuando nos adentramos en estos pueblos, lo que más llama la atención, además de sus iglesias, ayuntamientos y frontones, son las casas. Hablan, por sí solas, de ellas mismas, de la familia que las habita y de las costumbres y tradiciones del territorio.

Cada piso, una función

La casa baztanesa es una construcción robusta, hecha en piedra y encalada, aunque también tiene toques de color. La mayor parte de los tejados son a dos aguas (llueve mucho y durante todo el año), en la fachada, aparece siempre el escudo y, en ocasiones, balcones sencillos de madera.

Poseen tres plantas y cada piso, desempeña una función. Mikel Albisu, el guía que me acompañó durante el viaje, me contó el porqué. <<La distribución de esas tres plantas, tradicionalmente, ha sido la planta de abajo para el ganado, la planta de en medio para vivienda de la familia y la planta de arriba como granero. Es decir, la casa agrupa todo>>.

En los pueblos, crean conjuntos armoniosos, pero a la vez poseen entidad propia. Tanto es así que nunca comparten pared con la de al lado, sino que, por pequeña que sea, siempre existe una separación. <<Esto es porque la casa se concibe como un entidad con sus derechos, con sus fueros. No se comparte con el vecino ni siquiera la pared>>.

El nombre de la casa prevalece por encima del apellido

Iturriederra, Karakotxea, Apezaren etxea... En el valle del Baztán, cada casa tiene nombre propio y este prevalece por encima del apellido de quien la habita. Una costumbre que tiene su explicación en el sistema de herencia: el mayorazgo. Como el hijo (o hija) mayor era quien recibía todas las propiedades, en el caso de que la heredera fuese una mujer, el apellido desaparecía. Así, con el nombre de la casa se podía seguir identificando a la familia.

Esta tradición se ha convertido en una seña de identidad que se quiere preservar. De hecho, recientemente, en el valle han editado una guía telefónica ordenada, en vez de por apellidos, por los nombres de las casas. Es la Baztango etxeen telefono gida y recoge más de 3.000 entradas.

Palacios de indianos: cuando los hermanos pequeños se hacían ricos

El mayorazgo causó que mucha gente emigrase. Mientras que el hermano mayor se quedaba en el valle con la gran responsabilidad de mantener su casa y la herencia recibida, muchos hermanos pequeños se vieron obligados a "hacer las Américas".

Cuando volvían al pueblo, si les había ido bien, levantaban viviendas a la altura de su nuevo estatus: los palacios de indianos. Se les identifica bien por su tamaño y porque muchos tienen tejados a cuatro aguas, balcones elaborados y, en ocasiones, hasta torres alrededor y palmeras.

Escudos que hablan

Los escudos son señas de identidad de la familia que habita la casa y también hablan del territorio. Por ejemplo, en la zona del valle del Baztán, en el escudo siempre aparece el damero. <<El damero de la parte de Baztán es un detalle que aparece en todas las casas, aunque sea muy sencilla, porque es un privilegio que tienen todos los habitantes de Baztán que es ser nobles>>, explica Mikel Albisu.

La hidalguía se explica por la ubicación del valle. Al ser un territorio fronterizo, el rey otorgó este título nobiliario a todos sus habitantes para asegurarse la defensa de la nación y sus tierras.

Pero hay más símbolos. En algunos pueblos, las lamias están representadas en los escudos, lo que conecta directamente con la mitología vasco navarra. Las lamias son esa especie de sirena de río con patas de pato que habita en remansos de arroyos, cascadas y manantiales.

Creencias populares que también se reflejan con el eguzkilore que colocan los baztaneses en las puertas de sus casas.

La casa como reflejo de costumbres y creencias

El eguzkilore es una flor con espinas. Su nombre quiere decir "flor del sol" y, según la mitología vasconavarra, sirve para ahuyentar a los malos espíritus durante la noche. Por ese motivo, se colocan en la puerta de muchas casas baztanesas.

<<La creencia popular es que cuando los malos espíritus llegan a una casa donde está la eguzkilore, tienen que contar todas las puntas que hay dentro de él y así pasa tanto tiempo que amanece, aparece el sol y los malos espíritus se ahuyentan>>.

Los pueblos imperdibles

¿Dónde ver esas casas, sus escudos y adentrarse en las tradiciones? En los 800 kilómetros cuadrados del valle del Baztán. Aquí, todo es bonito.

Si tenemos elegir (lástima no tener todo el tiempo del mundo), no me perdería Elizondo (la capital del valle), Amaiur, Etxalar o Zugarramurdi, un pueblo con una historia de brujas masacradas por la ignorancia y la Inquisición.

Agradecimientos

Muchas gracias a turismo del Reyno de Navarra por su colaboración con mi viaje y en especial al guía de montaña Mikel Albisu por sus explicaciones. Si estáis buscando un albergue y diferentes experiencias en el valle, podéis consultar en su web Orbela Beintza.


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