Revista Espiritualidad

Las categorías de la actitud comunicacional

Por Srigangamata @SRIGANGAMATA

Virginia Satir ha sido reconocida mundialmente por sus trabajos sobre terapia familiar. Y por sus ideas sobre la comunicación y la autoestima. A su muerte en 1988 dejó una gran cantidad de publicaciones, poemas y ejercicios sobre comunicación. Virginia Satir identificó cuatro categorías de comunicación, cuatro caricaturas, que las personas adoptan en momentos de ansiedad.

Cualquier comunicación se puede interpretar como una interrelación entre el comunicador, el receptor y el contexto en el que se desarrolla la comunicación. La comunicación de una persona está en relación con su capacidad de permanecer alerta y poder comunicarse con cada una de esas tres partes.
Se pueden describir como mínimo cuatro canales de comunicación: las palabras, la voz, los movimientos corporales y el contexto.
Cada mensaje califica a otro mensaje de un tipo lógico diferente y en cada canal cualquier mensaje que califica a otro pertenece también a un tipo lógico diferente

Las Cuatro Categorías:

CONCILIADOR

  • Tipo de palabras: asentimiento – “Lo que usted quiera está bien. Estoy aquí para complacerlo.”
  • Postura corporal: debilitada – “Soy Incapaz”
  • Actitud Interna: “No soy nada”; “sin él estoy perdido”. “No valgo nada”
  • Metamodelo: Empleo de los adverbios: si, solamente, apenas, siquiera, etcétera. Utilización de modo subjuntivo de los verbos: pudiera, quisiera, etcétera. Violaciones a la Lectura del Pensamiento.

El conciliador habla siempre en un tono obsequioso, tratando de agradar, disculpándose, sin disentir jamás, no importa de lo que se trate. Es el “hombre del sí”. Habla como si no pudiera hacer nada por sí mismo; busca siempre la aprobación de alguien. Más adelante podrá comprobar que, si desempeñara usted este papel tan sólo cinco minutos experimentaría repugnancia y deseos de vomitar.

El conciliador se visualiza a sí mismo como algo que carece absolutamente de algún valor. Es afortunado si le permiten comer. Le debe gratitud a todo el mundo, y es responsable de todo lo que resulte mal.
Sabe que pudo haber detenido la lluvia si hubiera ejercitado su inteligencia; pero está convencido de que carece de ella. Aceptará cualquier crítica que se le haga y agradecerá el hecho de que alguien le dirija la palabra, sin tomar en cuenta lo que se le diga o la forma en que se lo diga. No osaría pedir nada para sí. Después de todo, ¿quién es para solicitarlo? Además, si se porta bien, todo vendrá por sí solo.

Esta postura se manifiesta en una actitud sufrida, empalagosa y en caso extremos servil. El cuerpo no se yergue completamente la voz tiende a tener cierta musicalidad inarmónica debido a la falta de oxigeno producto de la postura encogida del tórax
Persistirá diciendo “sí” a todo, sin importar para nada lo que sienta o lo que piense. Su actitud conciliadora es la postura corporal que corresponde a la respuesta apaciguadora.

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RECRIMINADOR

  • Tipo de palabras: disenso. “jamás haces nada bien”, “¿Qué es lo que te pasa?”
  • Postura corporal: Acusadora:- “Yo soy el que manda aquí”
  • Actitud Interna: “Me siento solo y fracasado”
  • Metamodelo: Empleo de los cuantificadores universales-. Todos, cualquiera, cada vez, etcétera. Empleo de las interposiciones negativas: ¿Por qué no? ¿Cómo es que no puedes? etcétera. Violaciones a Causa-Efecto.

El recriminador es un “busca-faltas”, un dictador, un amo. Actúa como un ser superior, y parece estar diciendo, “si no fuera por ti, todo marcharía bien”. El sentimiento interno es de tirantez en los músculos y en los órganos. Entre tanto, la presión sanguínea aumenta. La voz es áspera, tensa y con frecuencia chillona y estrepitosa.

Es una actitud gritona y tiránica, que rebaje a todos y a todo, apunta acusadoramente con el dedo índice e inicia sus frases con: “nunca haces esto, o siempre haces aquello, o por qué tú siempre, o por qué tú nunca…”, y así sucesivamente. No se preocupa por la respuesta. Es lo de menos. El acusador está mucho ‘más interesado en darse importancia que en enterarse realmente de algo.

Ya sea que lo sepa o no, respira entrecortadamente o retiene completamente el aliento, debido a que los músculos de la garganta se encuentran en tensión, ¿Ha visto usted alguna vez a un recriminador de categoría, con los ojos saltones, los músculos del cuello y las fosas nasales destacándose, con el rostro enrojecido y la voz que suena como si alguien estuviera paladeando carbón? Una mano sobre la cadera y el otro brazo extendido con el dedo índice apuntando al frente. Su cara está crispada, los labios torcidos, las fosas nasales ensanchándose a medida que vocifera, insulta y censura todo, cuanto existe.

COMPUTADOR

  • Tipo de palabras: ultrarazonadas – “Si uno observara cuidadosamente, podría notar las manos gastadas por el trabajo de alguien aquí presente”
  • Postura corporal:  Rígida “Estoy calmado, sereno y tranquilo”
  • Actitud Interna: “Me siento vulnerable”
  • Metamodelo: Supresión del sujeto en los argumentos nominales; el sujeto de los verbos activos tales como “yo veo” en “puede verse”, o el objeto de los verbos cuando éstos son reflexivos como en “me molesta” en “es molesto”, Empleo de sustantivo carentes de índices referenciales: eso, uno, gente, etcétera. Empleo de nominalizaciones: frustración, esfuerzo, tensión, etcétera.

El computador es muy correcto y razonable, no manifiesta ningún sentimiento. Es calmado, muy tranquilo. Se le podría comparar con un diccionario o con una computadora El cuerpo se siente seco, frecuentemente frío y disociado. La voz es desabrida y monótona, y las palabras tienden a ser abstractas.

A veces hace uso de palabras rebuscadas o confusas, aunque no esté muy seguro de su significado con la intención de parecer inteligente. De cualquier modo nadie lo escuchará después del primer párrafo. La espina dorsal es una varilla de hierro, larga y pesada, que sube desde sus caderas hasta la nuca, con un collar del mismo metal de 30 cm de anchura rodeándole el cuello mantiene a toda la persona tan inmóvil como le es posible, incluyendo sus labios. puede costarle trabajo tener quietas las manos pero tratará de hacerlo.

Su voz naturalmente se vuelve inexpresiva, pues de pies a cabeza carece de sensaciones. Su mente está concentrada en permanecer inmóvil, y está ocupado en elegir las palabras adecuadas, porque no debe equivocarse jamás.
Lo triste de este papel consiste en que para muchas personas representa una meta ideal. “Pronuncie las palabras correctas; no demuestre ningún sentimiento; no reaccione”.

IMPERTINENTE

  • Tipo de palabras: improcedentes – “Las palabras no tienen sentido”
  • Postura corporal: Distorcionada.
  • Actitud Interna: “Nadie me toma en cuenta”, “No hay sitio para mí”
  • Metamodelo: Esta categoría, según lo hemos comprobado, es una rápida alternación de las tres primeras; por lo tanto, la sintaxis que la identifica es una rápida variación de los patrones sintácticos descritos anteriormente. Igualmente, la persona que presenta esta condición, muy rara vez emplea en sus respuestas pronombres que se refieren a porciones de las frases y preguntas del terapeuta.

Cualquier cosa que diga o haga el impertinente resultará extemporáneo con respecto a lo que cualquier otra persona está diciendo o haciendo. Jamás corresponde a la ocasión. Su sensación interna es de vértigo. La voz puede ser cantarina, a menudo en desacuerdo tonal con las palabras, y éste puede subir y bajar, puesto que no está enfocado a ninguna parte.

Es como una especie de trompo desequilibrado, girando siempre, pero sin que sepa hacia dónde va, y sin darse cuenta de cuándo llega.
Está demasiado ocupado moviendo los labios, el cuerpo, los brazos y las piernas, suele no estar nunca de acuerdo con sus palabras. Ignora las preguntas de todo el mundo; tal vez responda con alguna propia, sobre un tema diferente. Quita del traje de alguien una pelusa imaginaria, desate las agujetas de los zapatos, y así por el estilo.

Su cuerpo se mueve en diferentes direcciones a la vez junte las rodillas en forma exagerada como si fuera cazcorvo. Esto hará que sus caderas sobresalgan y le facilitará hundir los hombros haciendo que sus brazos y manos se muevan en direcciones opuestas.
Al principio, este papel aparenta ser un descanso, pero después de algunos minutos de representarlo, surge la terrible soledad y la falta de objetivos. No lo notará mucho en tanto pueda seguir moviéndose lo bastante aprisa.

Estas formas de comunicación se aprenden en la temprana infancia. Representan lo mejor que el niño puede colegir de lo que observa y escucha a su alrededor. A medida que el niño trata de abrirse paso a través del complicado y con frecuencia amenazador mundo que lo circunda, emplea uno u otro de estos medios de comunicación. Después de ponerles en práctica lo suficiente, ya no es capaz de distinguir su reacción de su autovaloración o de su personalidad.

El uso de cualquiera de estas reacciones fragua otro eslabón en el sentimiento de baja autoestima o baja capacidad de un individuo. Las actitudes prevalentes en nuestra sociedad refuerzan también estas formas de comunicación (muchas de las cuales se aprenden en el regazo materno).

“No te impongas; el pedir cosas para ti es egoísta”,
refuerza al conciliador.

“No consientas que nadie te rebaje; no seas cobarde”,
fortalece al recriminador.

“No permitas que nadie sea más listo que tú. Sé más inteligente que todos los que te rodean. ¡Explícalo todo pero no lo experimentes!”,
alienta el computador.

“No seas tan serio. ¡Disfruta de la vida! ¿A quién le importa?”,
animan al impertinente.


Si para cuando terminaste de leer esto te pesa la cabeza y te invade una sensación de temor porque vos sos el único ser que corresponde con los cuatro modelos a la vez, no te preocupes, estás por buen camino. Significa que ya logras verte con cierta objetividad y en verdad estás a la búsqueda de la mejor versión de vos mismo.
Lo que sucede en verdad, es que todos (TOOOOODOS) utilizamos alternativamente una u otra actitud más o menos esporádicamente como un modo de minimizar la angustia que sentimos ante una situación que nos desborda emocionalmente.
Aquí como en todas aquellas cosas en las que estamos buscando la plena conciencia debemos permanecer alerta paras ser capaces de modificar la actitud en cuanto la detectamos o resolver las consecuencias de la misma luego de adoptadas.
Estas notas no son para propiciar que te juzgues con severidad, son para darte a conocer que ciertas zonas que identificás en vos como oscuras y “malas” no son más que le producto de una crianza o una imposición social, un mecanismo de defensa ante un “afuera” que suele ser eminentemente agresivo, pero nunca el resultado de una naturaleza intríseca deformada, maligna y/o irreparable.

Seguí el link si querés saber más sobre:  Virginia Satir



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