Cada familia se rige por sus propios automatismos para la celebración de las fiestas navideñas. Una rutina que sólo se altera por circunstancias externas: nacimientos, noviazgos, bodas, fallecimientos, enfermedades, ausencias...
Plaça de Francesc Macià, en plena Avenida Diagonal
de Barcelona
(JMBigas, Diciembre 2011)
Hay una fecha que es la elegida para el intercambio de regalos. La más tradicional en España ha sido siempre la de los Reyes Magos (el 6 de Enero), pero los aspectos prácticos (y la influencia anglosajona, dicho sea de paso) han llevado progresivamente a que sea cada vez más frecuente que la sesión de regalos sea la Nochebuena o el día de Navidad. Así, los niños pueden recibir sus juguetes al principio de sus vacaciones escolares, y darán menos guerra hasta su vuelta a los colegios, pasado Reyes.
Por Nochebuena, se celebra una cena en casa de los padres, o de los abuelos; la comida de Navidad en casa de uno de los hermanos; la comida del día de San Esteban (el Boxing Day anglosajón; el día siguiente a Navidad) es una invitación de otro abuelo en un restaurante; por Nochevieja cada cual se busca la vida; a la comida del Día de Año Nuevo se acude, resacoso, a casa de algún otro familiar; si los regalos son para Reyes, puede haber varias sesiones en las diferentes casas (abuelos, padres, tíos,...) desde la tarde/noche del día 5 hasta toda la jornada del día 6 de Enero. La circulación se hace pesada en el centro de la ciudad la mañana del día de Reyes, plagada de coches cargados de niños que van o vienen de buscar sus regalos en casa de los diversos familiares.
Jardines en la Avinguda de Pau Casals, Barcelona
(JMBigas, Diciembre 2011)
El día de Reyes marca el final del ciclo navideño. Unos días después empiezan de nuevo los colegios, y toca la travesía del invierno, con frío e incluso algunas nevadas, según los lugares.
En mi familia, el ciclo navideño se celebra en Barcelona, donde viven casi todos sus integrantes. A mí, que soy el raro que vive en Madrid, me toca realizar un par de viajes a Barcelona para celebrar primero la Navidad y luego el día de Reyes y el intercambio de regalos.
Hasta que murió mi padre, yo no sólo tenía casa en Barcelona, sino que tenía mi propia habitación, donde había vivido hasta los 28 años. Tras su fallecimiento, hace ya cuatro años por estas fechas, mis viajes navideños a Barcelona tienen un componente nuevo, ya que dispongo de algún tiempo para dedicarlo a hacer turismo en una ciudad que conocía bien, pero que no cesa de ofrecerme novedades, y me permite visitar enclaves de los que nunca frecuentas cuando vives ahí todos los días.
Monumento a Pau Casals, a la entrada del Turó Parc
(JMBigas, Diciembre 2011)
En los últimos años he aprovechado estas fiestas para visitar el Tibidabo, la montaña de Montjuïc, el teleférico del Puerto, el Parque Güell o la Sagrada Familia. Este año aproveché las mañanas del día de Navidad y de San Esteban para visitar el Turó Parc (del que os ofrezco aquí algunas fotos) y el Parque Joan Miró, junto a Las Arenas, o el Poble Espanyol, en las faldas de Montjuïc. De todo ello os ofreceré algunas colecciones de fotos y varias explicaciones en los próximos días o semanas.
Para viajar desde Madrid a Barcelona, sin llevar el coche, hay varias opciones, de las que las dos más cómodas son el AVE o el avión. Personalmente prefiero el AVE (siempre me han apasionado los ferrocarriles, y el viaje en AVE es una auténtica gozada), pero se nota demasiado que el servicio lo ofrece una única compañía, RENFE, y los precios acostumbran a ser desorbitantemente elevados. Por el contrario, el viaje en avión se puede conseguir a precios mucho más competitivos, ya que hay diversas compañías que ofrecen el servicio (IBERIA, Vueling, Spanair, Air Europa,...).
Plano del pequeño parque Turó Parc
(JMBigas, Diciembre 2011)
La opción más cómoda de vuelo es el Puente Aéreo de IBERIA (mínima antelación para el embarque, recogida del equipaje facturado en la cinta 00 del Terminal 1 del aeropuerto de Barcelona -al lado de la puerta de atraque del avión-), pero también es la más cara, con bastante diferencia. Da la sensación de que RENFE sólo pretende competir con esta opción, dados los precios que practica. En épocas festivas, el Puente Aéreo presenta algunos problemas, ya que disminuye la frecuencia de sus vuelos (a veces, dramáticamente) y desaparecen buena parte de sus ventajas habituales. Por el contrario, es la opción más económica si se dispone de puntos IBERIA Plus (hoy llamados Avios).
Estanque en el Turó Parc, distrito de Sarrià-Sant Gervasi,
Barcelona
(JMBigas, Diciembre 2011)
De hecho, prácticamente la única actividad que queda de IBERIA en el Aeropuerto de Barcelona es el enlace con Madrid. Una alternativa al Puente Aéreo son los vuelos programados que permiten el enlace de los viajeros desde (o hacia) Barcelona con los vuelos intercontinentales de la compañía, a América principalmente. Por eso a esta oferta se la conoce como Catalunya Intercontinental. Se trata de vuelos que tienen hasta cinco, seis o incluso más códigos compartidos (incluyendo algunos de otras compañías, como American Airlines, LAN Chile, Avianca o Aerolíneas Argentinas), entre los que acostumbra a haber uno que corresponde con el Puente Aéreo. Acostumbran a viajar al límite de su capacidad, y la mayoría de viajeros se desplazan junto a equipajes voluminosos (propio de los viajes a lugares lejanos).
De los, más o menos, 150 viajeros que pueden ir a bordo, habrá una veintena del Puente Aéreo, dos o tres docenas que viajan con código de vuelo Madrid-Barcelona (o viceversa) y el resto han enlazado (o enlazarán en destino) con vuelos intercontinentales en Madrid-Barajas.
En estos vuelos se acostumbra a conseguir la tarifa más atractiva de las disponibles. Este año, tanto para Navidad como para Reyes, conseguí una tarifa de unos 114 Euros para ida y vuelta, menos de la mitad que la habitual en el AVE Clase Turista. Y más barata, por cierto, que las del resto de compañías, cuando se incluyen todos los capítulos.
Uno de los buenos croissants de Oriol Balaguer
que se degustaron al final de la comida de Navidad
(JMBigas, Diciembre 2011)
Mi casa en Madrid está mucho más cerca del Aeropuerto que de la estación de Puerta de Atocha, por lo que el tiempo total de viaje entre mi casa y el destino final en Barcelona (o viceversa) acaba siendo del orden de las cuatro horas (o incluso algo más), independientemente de que viaje en avión (algo más de una hora de vuelo) o en AVE (unas dos horas y media para el trayecto directo). El viaje en coche toma prácticamente seis horas.
La víspera de Navidad, el sábado, me recogió mi hermano en el Aeropuerto y cenamos en su casa, con la frugalidad habitual. El domingo y el lunes comimos en casa de mi hermana, con los excesos también habituales. Acrecentados por algunas aportaciones que hice, en forma de unos caldos seleccionados de mi bodega (Chateau Grenouilles, Chablis Grand Cru; Mas Daumas Gassac 2008 tinto, Vin de Pays de l'Hérault; Champagne Brut Blanc de Blancs Le Mesnil Grand Cru) y de algo de bollería de degustación comprada esa misma mañana en la tienda-joyería de Oriol Balaguer en la Plaza de San Gregorio Taumaturgo, a un paso del Turó Parc.
El martes por la mañana me acompañó mi sobrino al Aeropuerto, y con ello se dio por finalizada la primera etapa de las celebraciones navideñas.
JMBA