Revista Salud y Bienestar
El dolor está presente en al menos el 95% de los procesos reumáticos, lo que lo convierte en un importante componente que tener en cuenta a la hora de tratar este tipo de dolencias.
Se trata de uno de los factores, que junto con el proceso evolutivo de la enfermedad, más puede afectar en la calidad de vida de los pacientes puesto que implica sufrimiento, limitación funcional y repercute de forma seria tanto en la esfera familiar como en la social.
En este sentido, las neuronas no son las únicas células que juegan un papel importante en la modulación del dolor que acompaña a las dolencias reumáticas, sino que son varios los estudios que han puesto sobre la mesa la importancia de las células gliales en los fenómenos de sensibilización que va unido a la cronificación del dolor.
Éste es uno de los temas tratados en el XXXVI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Reumatología (SER), que se ha celebrado recientemente en Tarragona, un evento de gran interés científico que ha convocado a más de 1.500 especialistas en este campo, y donde se han abordado los últimos avances tanto en diagnóstico como en tratamiento de estas enfermedades.
Según explica el Dr. Carlos Goicoechea, profesor del departamento de Farmacología en la Universidad Rey Juan Carlos, de Alcorcón (Madrid), “conocer cómo estas células gliales participan en la plasticidad del sistema nervioso central en situaciones de dolor crónico puede abrir las puertas a nuevas formas de combatir el dolor a través de tratamientos farmacológicos”.
El dolor crónico musculoesquelético se debe principalmente a una disfunción orgánica derivada de una lesión, una alteración genética o un factor ambiental. “Conocemos la causa de este dolor, lo que supone una ventaja importante a la hora de abordar adecuadamente su tratamiento”, apunta el Dr. Goicoechea. “Por su parte, la liberación de citoquinas es la que hace que este dolor llegue a cronificarse, puesto que éstas actúan sobre las células gliales, por lo que se liberan más sustancias proinflamatorias y se crea un círculo vicioso que da lugar a un dolor crónico”.
Este conocimiento de cómo se produce este dolor, y el desarrollo de modelos murinos para enfermedades como son artritis o artrosis ha hecho que se pueda avanzar en su tratamiento. “Conociendo la causa de origen del dolor, en muchas ocasiones se puede aliviar, bien a través de cirugía o con rehabilitación, o con fármacos que deshagan los cambios fisiopatológicos derivados de la lesión”, explica el Dr. Goicoechea. “Si la causa es desconocida, y el tiempo transcurrido desde el inicio del dolor es tan grande que estas modificaciones fisiopatológicas son irreversibles, no nos queda otra que recurrir a tratamientos que frenen la evolución del dolor”.
-Mayor uso de opioides
En este sentido, y según apunta el Dr. Javier Vidal, de la Sección de Reumatología del Hospital Universitario de Guadalajara, “actualmente se ha incrementado el uso de opioides en el manejo del dolor no controlado, además de los analgésicos y antiinflamatorios clásicos”
Los casos de artrosis avanzada, las poliartritis o la fibromialgia son algunas de las dolencias reumáticas que mayor dolor pueden provocar. “También son de gran relevancia clínica por tratarse de dolores severos o de difícil control el aplastamiento vertebral agudo, el dolor regional complejo o la lumbalgia crónica”, incide el Dr. Vidal.
Pero no en todos los casos funcionan los antiinflamatorios o los analgésicos clásicos, como en el dolor neuropático, también derivado de lesiones debidas a las dolencias en el aparato locomotor, “provoca una calidad de vida aun peor en los pacientes que lo sufren porque los tratamientos no han conseguido un alivio lo suficientemente bueno”, indica el Dr. Francisco Javier Ballina, de la Sección de Reumatología del Hospital Universitario Central de Asturias, en Oviedo.
En este sentido –continúa el experto-, “el reumatólogo también necesita saber cuál es la causa del dolor neuropático que sufren sus pacientes, causado por lesiones en las vías nerviosas y para cuyo tratamiento no funcionan los estos analgésicos clásicos”.
Son los antidepresivos –duales o tricíclicos-, así como los anticonvulsivantes los tratamientos de rebajar este dolor que se da sobre todo en radiculopatías. “Los procesos artrósicos que suelen causar ciática son los más proclives a este tipo de dolor neuropático, cuya característica más común es la sensación de quemazón y las disestesias, es decir, la disminución o la exageración de la sensibilidad”, apunta el Dr. Ballina.
--¿Hasta dónde llega el umbral del dolor?
Aunque pudiera parecer que el hombre tiene un umbral del dolor mayor al de la mujer, el sexo no parece ser un factor que diferencie en este sentido. Aun así, no se puede negar que hay personas que tienen un aguante más bajo que otras ante la misma intensidad de dolor. Según el Dr. Vidal, “esto depende sobre todo de factores ambientales y genéticos, puesto que tampoco hay diferencias notables en cuanto a intensidad del dolor entre jóvenes y ancianos, aunque sí en otros aspectos cualitativos del dolor”.
Aunque son varias las escalas que indican de forma cuantitativa y cualitativa tanto el nivel de dolor del paciente, como su alivio cuando es tratado, “Es necesario incorporar a la práctica clínica objetivos terapéuticos que nos permitan alcanzar la situación de dolor controlado, así como una cuantificación de la mejoría clínica que pueda ser relevante para el paciente”, argumenta el Dr. Vidal. “Ahora mismo contamos con gran cantidad de estudios estadísticos en este sentido, pero en ninguno de ellos se tienen en cuenta los cambios clínicamente relevantes, lo que nos supone una barrera para identificar los tratamientos con verdadero valor terapéutico”.
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