Revista Cultura y Ocio
Es como matar al ruiseñor que canta. Las certezas nublan el diálogo interior. Las certezas oprimen los deseos ocultos. Las certezas son síntoma de vagancia mental y emocional... La certeza, nos hace tener una apariencia más dura y decidida; nos da un aire de seguridad que atrae, que hace que se nos respete y acerca a muchos a encontrar un camino que seguir a falta de crear uno propio. La certeza no deja margen para la imaginación ni la duda. Y sin imaginación ni duda, no hay Ciencia ni "verdad" (por no repetir "certeza" con otra acepción, confundir al personal y hacer un doble juego semántico. No es el caso de andar jugando con la semántica). La certeza, pues, aunque parezca lo contrario y esté asociada a un fuerte carácter y motivación, es un obstáculo para ser algo más que simples marionetas de un sistema que quiere forjar gladiadores de posiciones sociales aparentemente sólidas, eternas, morales y éticas. Y sin embargo, son las dudas lo que mueve el Mundo. Estamos llenos de dudas porque estamos llenos de sentimientos y emociones contradictorios. La certeza es el gérmen de la absurda e inflexible ortodoxia que hace que la Sociedad no avance nada más que como negocio y no como humanidad. Las certezas matan las ideas. Las certezas destruyen nuestros sentimientos más inocentes para convertirnos en la "bruja oscura" con corazón emponzoñado de los cuentos de hadas.