¿Cuándo decidimos que luchar contra el desempleo es reducir cifras ? Porque parece que el único objetivo es bajar las cifras de desempleo, sin ver cómo lo estamos haciendo, sin ver si esas bajadas representan alguna mejora en los problemas del mercado laboral.
No estoy pensando en los cambios técnicos de los instrumentos para describir el fenómeno del desempleo. Por ejemplo, en su momento la Epa cambió el concepto de persona desempleada para introducir un mínimo de actividad en la búsqueda de empleo. Este cambio ayudó a reducir el número de personas desempleadas, pero se trata de un cambio conceptual que resultaba más que necesario. No solo por la coherencia internacional de la Epa, también porque, en mi opinión, permite describir más ajustadamente el desempleo real.
Por cierto que en la última edición de la Epa han aparecido nuevas modificaciones, adaptaciones necesarias al censo de población o decisiones técnicas que tratan de evitar la falta de respuesta, que buscan una Epa más eficiente.
También se han producido cambios en la forma en la que se clasifica la formación o el nivel educativo de las personas. Desde el 1 de enero rige la nueva Clasificación Nacional de Educación, asumiendo la clasificación internacional CINE 2011 vigente en los países de la Unesco y en la UE. Ya no tendremos los datos desagregados de desempleo y formación con las agrupaciones habituales que Germán Díaz nos mostraba:
En su lugar veremos niveles o ámbitos que incluyen los certificados de profesionalidad y resultados agrupados de forma “más gruesa”.
Pero no es a estas modificaciones técnicas a las que quiero referirme. En lo que estoy pensando es en esas prácticas de marketing que tratan de rebuscar entre todos los datos para encontrar un porcentaje con el que mostrar un titular. Prácticas que reducen artificialmente el número de personas desempleadas, prácticas como los contratos de colaboración social que hace no demasiado ha tumbado el Tribunal Supremo y que hacían desaparecer a las personas como demandantes de empleo, prácticas que no tienen ninguna incidencia en la actividad económica, en la economía real.
Otra práctica es el fámoso código que suspende la demanda cuando una persona está en formación. Para mi siempre ha sido dudoso que eso pueda hacerse… Pero no quiero meterme en campos que no domino. Lo que si me parece es que esto no debería producirse por defecto. Cuando una persona participa en un programa de ayuda a la inserción o en una actividad formativa sigue estando en desempleo. En una situación en principio mejor, pero está desempleada.
Hablando en plata, que las cifras empiezan a bajar en lo que refiere a personas desempleadas, pero no aumentamos activos y cotizantes en la actividad económica real. En este mayo 2014 ha subido el número de cotizantes (o de relaciones, como la seguridad social las denomina) y aún así hemos perdido más de dos millones setecientos mil de esas relaciones si lo comparamos con mayo de 2008.
Es solo un ejemplo teniendo en cuenta lo sucedido en el último mes del que tenemos datos. Pero es una muestra más de por qué el desempleo sigue siendo el principal problema de los españoles, tal y como lo manifiestan de forma permanente y aplastante en el barómetro del Cis.
Desde mi punto de vista la tasa de actividad y el envejecimiento de la población son problemas mayores. Problemas vinculados con el desempleo pero algo más específicos y mucho más difíciles de resolver.
El primero, el de la tasa de actividad, es el que está mermando nuestras posibilidades de cotización, nuestras posibilidades de capitalizar el factor trabajo y contar con dinero para mantener los servicios públicos. Aumentar nuestra población activa será una tarea compleja.
En cuanto al envejecimiento de la población me remito a Galicia, mi entorno habitual. Aquí las previsiones son ya una realidad a la que estamos tardando en combatir. Las pensiones no se sostienen, como se esperaba desde hace tiempo.
Parece el momento, por lo que nos dice la impertinente realidad, de poner en marcha nuevas prácticas para responder a esto. Prácticas como garantizar el relevo generacional en actividades tradicionales como el comercio, fomentar el mantenimiento activo de manera decidida, formar a las personas de más edad para el ejercicio profesional en un entorno digital, multiplicar los contratos de relevo que deberían tener la misma difusión y respaldo que los de formación, multiplicar las actividades de formación, importar talento, diseñar acciones específicas para retener nuestro talento…
No quiero decir que esta sean las mejores y más oportunas ideas en la lucha por aumentar la población activa y el número de cotizantes. Son solo ejemplos que se me ocurren mientras escribo, sin mayores argumentaciones. Pero si pueden dar una idea de que no hacemos lo suficiente por bajar el desempleo de forma efectiva.
Así que parece obligatorio repensar a que tipo de problema nos enfrentamos y tratar de bajar las cifras de desempleo atendiendo a las necesidades de una población envejecida y con unos niveles de cualificación tirando a bajos. Sumar cotizantes y población activa son objetivos ineludibles.
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