Como ya he comentado en otras ocasiones, cuesta desprenderse de todas esas ideas que uno ha ido acumulando y que, al final, por diversas razones, no han terminado de pasar al horno, a pesar de estar ya condimentadas y casi listas para ser cocinadas (por usar términos culinarios), así que me váis a permitir que comparta con todos vosotros las otras cinco propuestas que ayer podían haber sido servidas en la mesa.
La primera de ellas es la cocina de un apartamento sueco, con office y compartida con un pequeño salón. Estilo nórdico 100%:
La segunda propuesta que tenía seleccionada es una cocina de ambiente afrancesado en la que domina de manera absoluta el binomio cromático blanco/negro:
La siguiente candidata era la cocina de una joven pareja holandesa, una cocina muy juvenil, con divertidos toques de color, y con piezas de estilo retro, como el sorprendente frigorífico "Smeg" de color rosa. El suelo de baldosa hidráulica bien valía por sí solo la elección:
La cuarta opción tenía varias características para haber sido la cocina elegida: la pared de ladrillo visto (que le da un cierto sabor a loft neoyorquino), la magnífica isla central (en realidad una mesa tocinera recuperada), pero, sobre todo, el espectacular office adyacente, con ese juego entre rusticidad (la mesa) y elegancia y clasicismo (las sillas).
Y para finalizar la cocina del refugio rural burgalés del interiorista Mikel Larrinaga (sí, de nuevo vuelve a hacer acto de presencia mi admiración por él), una cocina excepcional en la que el juego de texturas es sorprendente: piedra, madera, acero, etc., con un estilo absolutamente industrial. El detalle de la pizarra es encantador, ¿verdad?
¿Qué os han parecido? ¿Hubiérais elegido alguna de las que os he mostrado hoy en vez de la de ayer? La verdad es que la elección fue muy difícil, y cualquiera de ellas hubiera sido una buena opción.
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