Limoges, la localidad francesa de la porcelana, está plagada de recuerdos de los compagnons, los trabajadores especializados, de su sano orgullo y espíritu solidario. Pero no sólo hubo hábiles artesanos. Un cuadro de Auguste Aridas (1889), Le cours de matin des jeunes filles de l´Ècole d´Art décoratif de Limoges, pone de manifiesto la importante aportación de ellas con su elevada capacidad y formación.
En una época que tanto les costaba a las mujeres abrirse camino, vemos como las compagnes de Limoges recibían formación teórica y práctica en geometría, enseñanza dirigida a la producción de alta calidad de la ciudad. Hasta diez mil personas trabajaban la porcelana, la cerámica y el esmalte.
Una profesora muestra un cubo a las aprendizas más jóvenes, mientras otra enseña geometría más avanzada a las mayores, todo ello en un aula viva y masificada. Las mujeres de Limoges se estaban ganando su independencia a través del trabajo cualificado.
La pintura de Aridas se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Limoges, lugar de obligada visita por su bella colección de esmaltes, en especial aquellos que fueron ejecutados en la propia ciudad durante el renacimiento.
Debo el descubrimiento de esta pintura tan interesante a nuestros amigos del taller de cerámica Vallés 16 de Xàtiva, cuya laíca peregrinación ceramista de 2014 ha tenido a Limoges como protagonista.
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