Magazine

Las competencias sociales

Publicado el 21 enero 2014 por Mónica Soldevila @mosolvi

Si Ud. quiere que sus hijos tengan los pies sobre la tierra, colóqueles alguna responsabilidad sobre los hombros.

Abigail van Buren

Niños compet

- Mónica Soldevila -

Los seres humanos necesitamos desarrollar competencias sociales y cognitivas para poder solucionar nuestros problemas de una manera adecuada. Esto es lo que nos distingue de los animales. El concepto de mediación verbal -el uso del lenguaje como un regulador interno del pensamiento racional y lógico- es de vital importancia.

Un niño pasa de procesar la información asociativamente a procesarla cognitivamente,  entre los cinco y los siete años, es decir, desarrolla la mediación verbal.

Según trabajos clásicos realizados por Luria y Vigostsky, estas son las etapas del desarrollo de la función inhibidora del lenguaje en los niños:

Primer año: el lenguaje tiene una función social e instrumental, pero no tiene función inhibidora.

Segundo año: señala el comienzo de la respuesta infantil a las órdenes inhibidoras de los padres y madres pero no a las suyas propias.

Entre los 3-5 años: se empieza a regular la propia conducta. El niño se da órdenes en voz alta. Pero no es capaz de pensar interiormente en lo que tiene o no tiene que hacer.

Entre los 5-7 años: la mayoría de los niños aprenden a inhibir y regular su conducta por medio de una actividad verbal interior, silenciosa, que cada vez se hará de forma más automática en la edad adulta.

Los trabajos de Jensen y Achenbach han demostrado que el retraso escolar del alumnado de clase cultural baja, se debe a no saber usar espontáneamente la mediación verbal y a que, por consiguiente, no usan el razonamiento, sino la asociación libre para  responder.

Spivack y Shure han tenido el mérito de identificar los pensamientos o habilidades cognitivas necesarias para poder desarrollar una buena inteligencia social. Quienes no tengan esas habilidades, se relacionarán mal con los demás, serán personas egocéntricas y agresivas, crearán muchos problemas. Investigaciones posteriores, del profesor Ross de Canadá y otros, han demostrado que esos pensamientos faltan a los delincuentes y a muchos drogadictos. Igualmente faltan, o están muy atrofiados en personas que causan problemas de convivencia. Asimismo, el problema no está en la voluntad de “ser malo” sino en el entendimiento, se cierran en ellos mismos y no ven otra cosa. Estos pensamientos necesarios para la relación interpersonal son cinco:

1. Pensamiento causal: capacidad de determinar el origen o la causa del problema. Aquellos que no tienen este pensamiento suelen atribuir sus problemas a la casualidad, a la mala suerte o bien se quedan sin palabras ante un problema interpersonal.

2. Pensamiento alternativo: es la capacidad de generar el mayor número posible de soluciones ante un problema determinado. Quien no tiene este pensamiento, no sabe por dónde ir y suele buscar una salida violenta.

3. Pensamiento consecuencial: es la capacidad de prever las consecuencias de actuaciones propias y ajenas.

4. Pensamiento de perspectiva: es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de salir del egocentrismo. Las personas agresivas tienen mucha dificultad para ponerse en el lugar de otro. Este pensamiento es el que nos hace más humanos.

5. Pensamiento medios-fin: es la capacidad de tener objetivos y saber seleccionar los mejores medios para conseguirlos. Quienes no tienen objetivos actúan a impulsos.

Se fundamentan en los seis estadios de crecimiento moral definidos por Piaget y Kohlberg:

Estadio 1: Heteronimia (propio de los niños pequeños). Aquello que está bien o aquello que está mal lo determinan los padres y las personas mayores. Son los adultos los que van enseñando qué cosas están bien y qué cosas no lo están tanto. Normalmente este estadio dura hasta los cinco años. Las personas adultas que se encuentran en este estadio no han desarrollado su conciencia moral y suelen ser delincuentes. Los niños que son verdaderamente difíciles se encuentran en este estadio.

Estadio 2: Egoísmo mutuo. “La ley del talión” es una etapa típica de la infancia y empieza hacia los cinco años, a partir del momento en que se descubren las reglas del juego. Las personas adultas que se encuentran en este estadio actúan dependiendo de cómo actúa la persona con la cual tratan. Por ejemplo, te respeto si tú me respetas; puedes hacer lo que quieras mientras no me molestes…

Estadio 3: Expectativas interpersonales. Es un estadio típico de la adolescencia ya que no nos movemos por el miedo (estadio 1), ni por reglas mutuas, inflexibles (estadio 2), sino por el deseo de gustar y de ser aceptados. Se hace lo que se espera de nosotros, se actúa de manera que nos consideren “buenos”, “buena persona”, “buenos chicos”, etc. Se mantiene lealtad a los compañeros por afecto y, sobre todo, por el deseo de sentirnos queridos. También son muchos los que se quedan en este estadio: son gente agradable, que se hace querer, pero que se dejan llevar demasiado por los otros. Dura hasta la madurez moral de los 20 años.

Estadio 4: Responsabilidad y compromiso. Aquí empieza la autonomía, la edad adulta en aquello moral. Actuar bien es hacer aquello a lo que libremente te has comprometido (por un sueldo, por una palabra dada, etc.). Cumple su obligación, no por miedo, ni por egoísmo, ni para quedar bien, sino por responsabilidad. Molesta mucho que otras personas sean irresponsables. Se hace aquello a lo que uno se ha comprometido, pero no más. Se limita a su grupo, a su familia, a sus amistades; lo que está fuera de esto “no es mi problema”, no es mi responsabilidad.

Estadio 5: Todos tienen un derecho. Es el estadio de la apertura al mundo: no sólo a mi familia, a mis amistades, sino que uno se da cuenta de que todos los seres humanos del planeta tienen derecho a la vida y a la libertad; a una vida humana aunque sea modesta y sencilla (alimentación, vivienda, educación, sanidad) y a ser libres.

Estadio 6: Todos somos iguales. Los que llegan a este estadio comprenden que no sólo tienen derecho a la vida y a la libertad, sino que hace falta creer en la igualdad y en la dignidad de todas las personas. La regla básica es: “hacer al otro lo que quiero para mí”. En este estadio uno se enfrenta a las leyes que atenten contra la igualdad entre todos o contra la dignidad de alguien. Es el estadio supremo.

Como padres, debemos entender que el niño pequeño no se porta mal para fastidiar a los padres sino porque todavía no es capaz de controlar sus emociones ni sus impulsos, aunque le hayamos dicho millones de veces que algo no se hace. Los niños, a partir de los tres años, empiezan a hacer lo correcto por temor al castigo de sus padres o de sus profesores. A medida que vayan adquiriendo habilidades sociales sabrán distinguir entre lo que está bien y lo que está mal y actuar en consecuencia, pero es trabajo de padres y educadores encauzarles, con mucha paciencia, para que su desarrollo emocional vaya por el camino correcto.

Los niños, cuyos padres carecen de inteligencia social, que no dedican tiempo a hablar con sus hijos o que piensan que la educación del menor es únicamente trabajo de la escuela, serán personas que no se desenvolverán bien en la sociedad, tendrán problemas de comportamiento y, al no ser aceptados por sus compañeros, desarrollarán una baja autoestima que manifestarán, probablemente, de manera agresiva, debido a no saber expresar sus emociones y no poder comprender las de los demás.

No se trata de defender con uñas y dientes a tu hijo por encima de todo, sino de hacerle ver que sus actos pueden causar malestar a otras personas, que papá y mamá no están siempre del mismo humor,  que debemos negociar lo que es bueno para todos y no sólo para uno mismo y, sobre todo, debemos saber ponernos en el lugar de los demás, esto se llama empatía y se adquiere a través del lenguaje. A medida que el niño va enriqueciendo su vocabulario podrá desenvolverse mejor e irá abandonando las rabietas, que son una etapa esencial en su desarrollo por la que todos los niños deben pasar. Las rabietas, en un niño pequeño, muestran frustración por no poder hacer lo que verdaderamente quieren o desean.

 

BIBLIOGRAFÍA:

Gardner, H. (1988). La nueva ciencia de la mente. Barcelona: Paidós.

Gardner, H. (1995). Inteligencias múltiples. Barcelona: Paidós.

Peverly, S.T. y otros (2002). The contribution of reading comprehension ability and meta-cognitive control to the development of studying in adolescence. Journal of Research in Reading.

 

SI QUIERES SEGUIR UN PROGRAMA PARA TRABAJAR LA COMPETENCIA SOCIAL EN NIÑOS DE 4 A 12 AÑOS:

SEGURA, M. y ARCAS, M. (2008). Relacionarnos bien. Programas de Competencia Social para niñas y niños de 4 a 12 años. ED. NARCEA, S.A.


Volver a la Portada de Logo Paperblog