Si hubiera sido más inteligente no me hubiera venido a un país como Colombia a vivir odiando como odio el fútbol. Ustedes podrían decirme entonces: ¿y no te informaste antes de irte para allá? Sí, claro que lo hice, pero lo que se vive aquí no tiene nada que ver con nuestra concepción de lo que es este deporte.
Ojo. Aviso. Soy hombre y no me gusta el fútbol. Soy un macho con pelo en pecho y espalda. Eso a lo mejor era demasiada información, pero mejor que sobre que no que falte. Me gusta dejar clara mi masculinidad.
Todo el mundo cree que los más fanáticos de fútbol en América Latina son países como Brasil o Argentina, pero entonces ustedes no han visto a un colombiano viendo un partido de su selección con el corazón saliéndole por la boca, bien porque gane o pierda. Cuando la selección juega, el país se paraliza. Y lo digo literalmente. A mi me han dado permiso en el trabajo para ir a la Universidad con la camiseta de la selección, vestimenta casi obligatoria los días de partido. Mi novia me compró una falsa en la calle, que da el pego, y estoy mimetizado con el ambiente. La gente va al trabajo con la cara pintada con la bandera, diademas tricolores, zapatos a juego, y las vuvuzelas no dejan escuchar los vallenatos y reggeatones que salen de muchos bares. Es una fiesta que no comparto, pero que respeto.
Pero como este es un lugar de extremos, las celebraciones de estos tres partidos ganados en el Mundial Brasil 2014 se han cobrado ya 21 muertes. Y eso que durante los partidos se decreta ley seca; es decir, no se puede consumir ni vender bebidas alcohólicas horas antes, durante y después del partido. Pero la violencia es fuerte en una Colombia que ha sufrido los mordiscos de todos los males. Esperemos que lo que no le muerda en la próxima contienda sea la dentadura del uruguayo Luis Suárez, que tiene unos dientes como palas mecánicas.
Pero como la risa es el mejor arma, en Colombia la saben usar con destreza absoluta. A los periodistas y comentaristas de partidos se les puede escuchar “vaya papito, vaya, que la portería es suya”, o “se metió, se metió, la pelota se metió”. Andrés Montes hubiera hecho aquí una carrera meteórica.
Les dejo un fragmento de un sketch fabuloso de El Cuentahuesos, uno de los personajes del humorista colombiano Juan Ricardo Lozano. Por favor atentos al: “jueputa, esta noche no me esperen en la casa”