SORPRESA EN EBURIA POR MOR DE UNA CONFUSIÓN QUE TAL VEZ NO LO FUERA, O NO DEL TODO, AUNQUE QUIÉN SABE…
«O velho barbudo cinza sentado no banco de manhã». Albertshakirov.
Gran sorpresa, incluso un susto enorme, me produjo descubrir anoche, mientras recorría las calles de nuevo animadas de Eburia, al mismísimo Nostra aposentado en un banco del Paseo de los Arqueros, con su barba en flor, sus ojos vivaces, su gesto como de hallarse ya a punto de estar de vuelta de todo y, de modo excepcional, sumido en un completo silencio, ajeno al mundo y con gesto algo ausente. La sorpresa y el casi susto no me impidieron situarme a su vera y fue entonces cuando caí en la cuenta de mi error: no era él, aunque se le parecía mucho. En realidad, quien deshizo el malentendido fue el propio presunto confundido que, sin duda captando mi perplejidad, me miró y me dijo: «Me has tomado por otro, ¿a que sí? Les pasa a muchos. Pero tampoco te equivocas tanto. No soy el que tú crees que soy, pero bien pudiera serlo porque en realidad a ese lo llevas contigo donde quiera que vayas». Luego, quizás al ver que no podía dejar de mirarlo ni era capaz de decir nada, añadió: «El que tú te has creído que soy también viene a menudo por aquí; ya sabes que los penas nos conocemos todo». Y tras una pausa, remató: «Al final siempre llegas al final».
(LUN, 961 ~ «Las cosas de Nostra»)