Revista Cultura y Ocio

Las cuatro grandes sagas que cambiaron los cómics en los 80

Publicado el 13 octubre 2025 por Jack Moreno @jackmoreno
comic books

La década de los 80 resultó clave para transformar y modernizar diversos entornos culturales, desde la literatura hasta el cine, pasando por la música y otros tantos ámbitos. El mundo de los cómics y, más concretamente, el de los cómics de superhéroes no fue una excepción.

Desde diferentes enfoques y aproximaciones, la vida de estos torturados protagonistas, con o sin poderes especiales, ya nunca fue la misma, ya que entraron en un terreno diferente, más íntimo y con unos grises que rompían la escala de blanco y negro imperante hasta ese momento.

No es fácil quedarse, sólo, con unas pocas sagas que ilustraban este momento de esplendor creativo y de cambio. Pero hemos seleccionado cuatro que, por diferentes motivos, ejemplifican este fenómeno y han pasado a ser de culto (además de despertar la inevitable nostalgia entre los que ya peinamos canas).

Los 4 Fantásticos de John Byrne

Los 4F habían sido, históricamente, la viva imagen de los “chicos buenos” en Marvel, junto con el Capitán América. Un buque insignia de la editorial que, con el fin de los 70, no estaba pasando por su mejor momento. La crisis creativa parecía afectar a las publicaciones sobre este equipo, que necesitaba revitalizarse. Por otra parte, el dibujante John Byrne había estado realizando un excelente trabajo en los X-Men, en colaboración con Chris Claremont.

Byrne metió mano en la franquicia y aportó un estilo propio (y no sólo en el campo gráfico). Dotó de un aura especial a las aventuras de Richards y los suyos, creando una atmósfera absorbente y poniendo de manifiesto algunas dudas existenciales y filosóficas, como ocurrió con los episodios relativos a Galactus y su decisión de salvar o no la vida de este ente cósmico. A destacar, el fantástico episodio del pueblo “abducido” por los Skrulls.

Thor y la saga de Surtur

Walter Simonson no es el dibujante preferido de todos los aficionados al cómic. Su estilo es muy personal y retratar a la familia asgardiana se presentaba como una tarea titánica. Pero en los 80 fue capaz de diseñar una de las sagas más apasionantes y recordadas del ecosistema de los superhéroes. Se trata de la gran batalla contra Surtur que deben librar las deidades nórdicas; un clan que hemos visto en infinidad de películas, literatura o, incluso, protagonizando videojuegos o máquinas de más de un casino online regulado de internet.

Avengers y Spiderman comics

En esta ocasión, con Odín al frente, todos los miembros, incluidos Loki, la Encantadora o el Verdugo, tuvieron que unir fuerzas para enfrentarse al Demonio de Fuego de Muspelheim.

La forma de relatar el inicio de esta rivalidad mitológica, las batallas contra las hordas enemigas o los límites de los poderes de los asgardianos dieron una nueva dimensión al universo de Thor y a la figura de “El padre de todos”.

Batman: The Dark Knight Returns

Sin querer restarle mérito a la trilogía de Nolan, no es justo que alguna de las películas comparta título con este cómic antológico. Para muchos, cambió completamente las reglas del mundo de los superhéroes desde su lanzamiento, en 1986. Es el retrato de un Batman ya retirado, que vuelve a la acción cuando no tolera la situación en la que se ha sumido un Gotham sin reglas ni valores.

Pero es más que eso, ya que presenta a un héroe en ocasiones cruel y violento, expeditivo, más allá del bien y del mal y que sigue su propio código. Todo en el relato es relevante y presenta una gran crítica social y política (casi a nivel de parodia). Destaca la visión de Superman sobre las acciones de su antiguo compañero; especialmente, cuando recuerda su participación en el juicio que les obligó a dejar de operar por libre.

Watchmen

Ese mismo año, Alan Moore y Dave Gibbons lanzaron Watchmen. Sin duda, una obra maestra. Mientras que la saga de Frank Miller se introducía en las fronteras del carácter de algunos protagonistas, la de Moore entraba directamente en territorio “prohibido” y no tomaba prisioneros. Un lienzo donde se mezclaban debilidades, cinismo, bajas pasiones, intereses personales…

Y, además, con una estructura única que mezclaba formatos, algo que toma todo el sentido hacia el final, para dar con un desenlace absolutamente sorprendente y genial. ¿Cómo la mente del escritor inglés pudo concebir y atesorar todo aquel mundo tan rico en creatividad y matices? Bien, viendo otras de sus obras es comprensible; solo que esta vez le tocó el turno a los superhéroes.


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