Joyce, el día de su boda con Nora Barnacle, en Londres en 1931.FINE ART / HERITAGE / GETTY (El Pais)
(Lecturas en voz alta). Son interesantes estas reflexiones sobre las dificultades y cuitas que asaltan a quien, entre nosotros, decide dedicar un tiempo nada despreciable de su vida —cinco años, como mínimo— a reconstruir la biografía de un personaje, particularmente un escritor. J. Benito Fernández, que ya nos ha entregado libros imprescindibles sobre Leopoldo María Panero, Haro Ibars o Rafael Sánchez Ferlosio, bucea ahora en el muy olvidado y algo hermético mundo de Juan Benet, supongo que sobrellevando todo tipo de dificultades e incluso de trampas que celosos y celosas guardianes de “la verdad” le estarán tendiendo para que ciertos estratos posibles de la realidad no sean mostrados desde perspectivas poco convenientes (para algunos). En todo caso, esperamos una obra necesaria que, entre otras cosas, también debería servir para recuperar la presencia del que tal vez fuera el narrador más radical de su generación y el menos dado —detrás de Ferlosio— a “bailarle el agua” a ningún poder establecido..., salvo el de sus propios y muy peculiares carácter y destino. Que el proceso culmine bien y pronto.