Revista Política
Las cúpulas dirigentes saben que, tarde o temprano, habrá que garantizar una renta básica a todo el mundo
Publicado el 10 octubre 2015 por CiveperezEl modelo de sociedad 20-80 está a la vuelta de la esquina. Bastará el trabajo de alredcdor de un 20% de la población activa para hacerla funcionar. Esa minoría de trabajadores cualificados será suficiente para asegurar el control de las máquinas y procesos productivos. El 80% restante de la población sólo tendrá acceso a empleos de bajísima cualificación, serviles en su mayoría, o se verá condenada al desempleo estructural. Es obvio que hay que definir otro modelo de reparto de la riqueza generada gracias al imparable avance tecnológico.
Es obvio que las cúpulas dirigentes del mundo son perfectamente conscientes de la colosal avería que ha sufrido el artefacto del empleo. Y son conscientes también de que, tarde o temprano, tendrán que establecerse sistemas de rentas mínimas extensibles a sectores mucho más amplios que los contemplados por las actuales rentas de indigencia. Sin embargo, esas cúpulas se resisten a tomar medidas de ese tipo porque intuyen que ello, al empoderar de alguna manera a la mayoría social, significaría un detrimento de su poder actual.
Porque hay una gran diferencia entre la garantía de un ingreso vital, establecido como un derecho personal e incondicional a la existencia —que amplia el campo de libertad individual—, y las rentas mínimas condicionales —que otorgan poder a la institución que las concede—. En definitiva, al grupo de poder que maneja esa institución: ya sea la Administración Central del Estado o la Autonómica. Ningún partido está dispuesto ahora mismo a perder un sillón en cada una de las 17 administraciones autonómicas: el sillón de la Consejería de Asuntos Sociales. Y mucho menos al control del presupuesto de ayudas sociales.
Sobre esta y otras cuestiones trataremos en el curso de la presentación de un libro que confío en que será útil para entender la pertinencia de establecer un ingreso garantizado. Es decir, una Renta Básica Universal ampliadora de derechos que sustituya a los cicateros e ineficaces sistemas de rentas mínimas que perpetúan la pobreza y la situación de dominio de los actuales grupos de poder.