Una cita ineludible al ir de Logroño (La Rioja) a Vitoria (País Vasco) ha sido pasar por la localidad vitivinícola de Cenicero. Los cenicerenses cuentan con una hija predilecta, muy querida, situada en la que es hoy la plaza doctor San Martín, en la carretera N-232 a su paso por el municipio: se trata de una pequeña Estatua de la Libertad, copia a escala de la de Bartholdi.
La Estatua de la Libertad de Cenicero, situada en la plaza doctor San MartínHace 183 años (los días 21 y 22 de octubre de 1834, concretamente), Cenicero protagonizó una de las páginas más gloriosas de su historia. Fue durante la Primera Guerra Carlista, cuando las milicias liberales que combatían el carlismo −conocidas como «urbanos»− defendieron la torre de la iglesia de la localidad frente a las tropas de Zumalacárregui. Con ello, no solo salvaron Cenicero de las garras absolutistas sino que, además, consiguieron que el general en jefe del ejército carlista volviera a cruzar el Ebro buscando otros objetivos en las tierras del norte.
La noticia de esta gesta heroica se propagó por España y la reina Isabel II condecoró a los urbanos de Cenicero como defensores de la libertad al tiempo que una suscripción popular trató de aliviar las pérdidas ocasionadas en las casas saqueadas por las tropas carlistas.
Cenicero con la torre de la iglesia parroquial de San Martín al fondo, en donde “la Milicia Urbana de Cenicero, de unos 40 hombres, resistió bizarramente durante 26 horas seguidas a las tropas de Zumalacárregui, de unos 5000 soldados” (según la crónica de Manuel Olarte Caballero, comandante de los milicianos)La estatua de bronce, que fue erigida en 1897 con el fin de rememorar aquella hazaña, fue retirada nada más estallar la Guerra Civil y pasó toda la dictadura en verdadera clandestinidad −igual que tantas personas− como revancha por hacer alarde de un derecho básico de todos. No fue hasta 1976 cuando el ayuntamiento ordenó reinstalarla en la plaza tras construirle un nuevo pedestal.
Los nombres de los invictos están escritos en los cuatro lados del pedestal, y suman sesenta y uno Esta réplica de la Libertad de Bartholdi es obra del escultor Niceto Cárcamo, de la vecina localidad de Briones. Fue fundida en Barcelona y costeada con aportaciones popularesObservándola se comprende mejor el significado de la palabra modestia. Nos fijamos en las hendiduras de la corona, que en Nueva York forman un mirador desde donde se puede contemplar la bahía y en Cenicero son pequeños reposaderos para alguna hormiga que ha realizado la proeza de subir hasta allí. El contraste entre lo grande y lo pequeño nos enseña que, en el fondo, lo importante de la Estatua de la Libertad no es su tamaño sino aquello que simboliza: el derecho a vivir en libertad.
*