... DEPENDE DE CUANDO
Una huelga contra la crisis, nunca será efectiva, porque la crisis no se
enterará, no modificará sus parámetros de deuda privada ni pública, ni
aumentará el crédito, saneará bancos, ni eliminará especulación, ni etc. Las
huelgas, máxime si son generales deben tener un objetivo claro, cambiar un
gobierno, modificar leyes, conseguir la jornada de 8 horas, presionar a
gobiernos para controlar mercados financieros, etc. Pero así genéricas contra
la crisis, son pataletas abstractas que solo sirven para echar fuera el cabreo
y el desconcierto de la gente y la rabia de las organizaciones que durante un
tiempo tuvieron gran influencia en el Gobierno, que no aprovecharon para
impulsar modificaciones, porque querían mantener todo y ampliarlo. Lo cual ha
sido un error. ‘Quiero que no me quiten
lo que tengo y me den más, durante más años’.
Los dirigentes sindicales que al comienzo de los problemas parecían tener
ideas más claras que el gobierno, por mejor discurso, en el transcurso de los 3
años mientras la crisis arreciaba fueron perdiendo capacidad de actuación
enredados en una negociación que nunca consiguieron terminar, hasta llegar a
día de hoy con las fuerzas agotadas, mientras la crisis sigue.
Aquella reforma laboral que debió hacerse para evitar la injusticia de los dos
mercados, aquellas presiones no realizadas para conseguir reuniones del Pacto
de Toledo, o los apoyos a los parados en forma de contratos diferentes, y a los
6 millones de trabajadores precarios, las ideas para reactivar otra economía,
los planes fiscales y de recortes estudiados y consensuados, y muchas más todas
ellas puestas en marcha hace 2 años nos hubieran situado en otro contexto
distinto, y probablemente hubieran conseguido frenar la sangría del déficit que
ahora nos ha ahogado. Quizás entonces, en aquellos momentos, el ajuste sí
podría haberse hecho de otra manera.
No, la culpa no es de los sindicatos, ni mucho menos, pero tienen
responsabilidad, como la tenemos todos, mayor el Gobierno. Y los partidos
políticos parlamentarios, y los agentes sociales, patronales, bancos,
instituciones, universidades, fundaciones, intelectuales, etc. hay un enorme
fallo social en estos años desde la creación y alimentación de la burbuja inmobiliaria
dilapidando ingentes recursos enterrados entre arena y ladrillos. Incluso en
los 3 últimos años después del estallido de la crisis financiera mundial y
estallido de la burbuja, nos hemos dormido, hasta llegar aquí.
Las pensiones. Un ejemplo que ven los mercados y no vemos nosotros.
Naturalmente es un tema sangrante para todo el mundo, al que le afectan como a
todos los asuntos importantes múltiples variables y contradicciones por tanto
requiere de estudios y discusiones ampliamente y además lograr los máximos
consensos en las decisiones a tomar. Los analistas, ven que en España habrá más
viejos, que vivirán más años, por lo tanto cobrarán pensiones más personas
durante mayor tiempo. Al mismo tiempo habrá menos jóvenes. Lo anterior ya es
fácilmente constatable estadísticamente desde hace 30 años y en aumento.
Este es un ejemplo de problema, ¿cómo abordamos esta situación? Luchar porque
las cosas queden como están ahora probablemente supondría que nuestros hijos no
cobrarán las pensiones que conocemos actualmente. Así que defender las
pensiones ¿qué significa? Que me dejen como estoy conduce a que no cobrarán en
15 o 20 años, negarse a estudiarlo es aceptar de entrada la derrota. Pues claro
que hay gente que tratará de vender sus planes, como siempre, como en todo,
pero cerrar las discusiones es ceder terreno a esa gente neoliberal.
No. El Gobierno español no contaba con mucho más margen de maniobra que el
griego. Todo apunta a que no fue así, en ese momento ya no tuvo ningún margen de maniobra,
o recortaba o el Estado se paralizaba. Las cifras no eran las de Grecia, pero
las consecuencias de la caída de España podrían tumbar el euro, y Grecia no,
porque la economía española suma tanto como la de Grecia, Portugal e Irlanda
juntas, por tanto las presiones fueron tremendas en aquellos primeros días de
mayo.
Digámoslo claramente, en las últimas semanas las posibilidades de quiebra del
Reino de España han sido grandes, el ‘default’ sigue siendo posible. El peso de
la deuda pública no es excesivo comparado con otros países, pero el déficit
crece a velocidad de vértigo y la enorme deuda privada nos aplasta y para
muchos mercados, pesa la suma de ambas. La falta crédito mundial y europeo en
particular, y que nuestros acreedores dejaron de fiarse de nosotros, porque
analizaban datos que aquí no importaban a muchos, pero sí a ellos que son
quienes ponen la pasta, les hizo plantearnos que si queríamos dinero, si
queríamos refinanciar, colocar la deuda, era imprescindible un frenazo ya.
Habían esperado mucho tiempo sin ver que el gobierno tomara decisiones con
rigor, en este momento de la partida había que recortar gastos inmediatamente,
salarios y pensiones eran los más rápidamente manejables, al tiempo de actuar
como compromiso/mensaje de ahora sí estar dispuesto, después de tantas
vaguedades durante 2 años. Después seguiríamos hablando. La realidad se impuso
a los sueños del presidente y, de repente ¡plaf! apareció la gravedad de la
crisis ante millones de españoles que hasta ese momento no la percibían.
¿De verdad piensan que el Estado puede funcionar diariamente sin afectarle
nada?, a pocas personas se les pasa por la cabeza la posibilidad de que sea
imposible pagar la nómina mensual a los funcionarios, en sanidad, educación,
administración, dejar de pagar las pensiones…, o sea Argentina hace unos años.
Aunque quizás no estemos tan lejos de una situación parecida aquí entre
nosotros. Después de 2 años y medio es imposible tomar las medidas de recortes
de gasto más despacio. En todo caso es solo el comienzo de la nueva etapa.
No son tan raras en la historia estas situaciones de ‘defaults’, como
demostraron en su extraordinario trabajo Rogoff y Reinhard ‘’Esta vez es
diferente: una visión panorámica de ocho siglos de Crisis financiera’, (sin
editar aquí aunque no es difícil encontrarlo traducido por Internet) España ya
las sufrió y muchos otros países, el problema hoy es que nos pille a nosotros.
Así que, en las decisiones a tomar
influyen: la claridad del análisis, los conocimientos e informaciones, la
fuerza que tengamos para actuar, el ánimo y la capacidad de liderazgo, los
apoyos que podamos conseguir, aspectos que tienen mucho que ver con las fuerzas
y características de adversarios y oponentes. Por supuesto en las decisiones
influirán los deseos y la construcción racional, todo interactúa. En una
batalla como la actual es vital sumar, explicar, debatir, en esto el gobierno
ha fallado estrepitosamente y su partido soporte igualmente. Ni siquiera han
sumado sus propias fuerzas.
En una crisis como la actual, las contradicciones serán normales, pero los
vaivenes, errores, ocultaciones, etc. Son otra cuestión. No se concibe que ya
comenzada la crisis se siguieran tomando decisiones de gasto como si no
sucediera nada, en los ayuntamientos y en las comunidades autónomas tanto el PSOE
como el PP y el resto. Si las revisiones del gasto público que se están
realizando hoy por todas las administraciones se hubieran tomado hace 2 años
quizás no hubiera sido necesario congelar pensiones. Y, por favor, no confundamos
un plan de empleo para ornamentar fuentes o modificar jardines, con arreglar
infraestructuras ferroviarias susceptibles de transportar mercancías, con lo
que conseguimos mayor eficiencia energética y económica.
Para el
objetivo de este trabajo lo que interesa resaltar no son tanto los abundantes
errores gubernamentales y de su presidente, (ni los del PP), de los que ya he
escrito en otras ocasiones, como la postura de colectivos o individuos que no
entienden que el panorama social y
político en España es sombrío por:
1) Estamos dentro de las turbulencias de un huracán, del que costará salir y lo
haremos malparados. Este huracán que aprecian perfectamente desde otros países
está formado por la realidad que conforman las cifras y datos de la economía
española, deuda y enorme déficit, por el tremendo paro y las pocas
posibilidades de crecimiento económico a medio plazo, por la feroz especulación
y las constantes referencias de la prensa internacional a nuestros aspectos
negativos, los errores, o no, de información de organismos internacionales, la
debilidad del gobierno y su falta de apoyos políticos, sean o no parlamentarios
y sociales, las dificultades de aplicar en España una decisión estatal por la
diversidad de poderes autonómicos, la debilidad de la sociedad española,
incluyendo todos los partidos, que no estaba preparada para esta situación, la
obsolescencia de nuestro modelo y aparato productivo, nuestras deficiencias en
balanza por cta. corriente, en I+D+i, en educación, en competitividad, en
mercado laboral, en justicia, en eficacia de la administración…
2) La gravedad de la crisis mundial y su parcela específicamente española, que
muestra que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, con dinero ajeno,
que se niegan a seguirnos prestando, y que inicialmente nos hará más pobres
alrededor de un 20%.
3) Las contradicciones inherentes a cualquier decisión, entre el corto y el
largo plazo, por ejemplo entre atajar el déficit o fomentar empleo. Aunque hoy la
principal es conseguir salir del huracán en el cortísimo plazo, sin lo cual
huelga todo lo demás. No hay futuro, en el sentido predecible, más allá de un
derrumbe. Empiezan a conocerse cifras significativas de inversión que sale,
extranjera y española, ...
4) El frenazo experimentado por toda clase de políticas, por agotamiento de
fuerzas gubernamentales y de país, El cúmulo de problemas junto con el veloz
crecimiento del déficit nos secó la financiación, no hay de donde sacar más
dinero, al margen de que se vea más o menos procedente tal o cual política,
nadie nos da dinero para fomentar la recuperación, ni siquiera para mantenernos
sin ajustar, recortar y asegurar el déficit, aunque todos veamos que perjudica
el crecimiento.
El capital manda y el Estado manda.
Unas veces mandan unos y otras veces los otros, existe una lucha de fuerzas
constante en ambas direcciones, y si no existiera un equilibrio, (inestable, of
course), no hablaríamos de capital y Estado, solo hablaríamos de un polo.
Hablamos de ambos porque hay lucha, porque no ha vencido ninguno de los dos.
Pero no siempre hay solo dos contendientes en el tablero, como tampoco el
término capital engloba unos únicos intereses claramente delimitados, en
ocasiones los campos capital-Estado se entrelazan, se manifiesta aquella
situación ‘de hoy ministro mañana banquero’, las más de las veces el capital no
es unipolar, sino multipolar y en repetidas ocasiones no coinciden los
intereses de unos capitales con otros, porque sean de diferentes países o sectores,
o bien porque sean distintos intereses aún siendo del mismo sector.
En Europa ¿podríamos afirmar hoy que el capital manda y quiere destruirla?,
porque eso es lo que puede estar en juego. Si esto fuera así deberíamos
precisar de qué capital hablamos, ¿El industrial? ¿De qué sectores,
metalúrgico, automóvil?, ¿el comercial? ¿De logística, de grandes almacenes, de
transportes?, ¿el capital químico? Me parece equívoco y poco útil aceptar que
el capital europeo, ampliamente diversificado, se una en sus intereses y deje a
los estados europeos entrar en recesión para que las economías dejen de
producir y por tanto de suministrarles beneficios. Y supuesto que fuera de esta
manera ¿estaríamos diciendo que aceptarían perder sus gigantescas inversiones
en Europa?, porque los traslados de capital hacia Asia son una pequeñísima
parte del total invertido de capital europeo.
La banca europea es un sector muy afectado por todas las batallas de la crisis,
tanto en negocios a costa de los estados, tomando dinero del BCE al 1% para
comprar deuda pública al 4%, como en posibles descalabros, porque si cae
España, caerán decenas de bancos europeos arrastrados por los impagos (y alguno
de EEUU) que tienen deuda española en sus balances, la verdad a mí me resulta
particularmente complicado aceptar un solo interés, en una sola dirección y tan
claramente apreciable como lo escribe alguna gente. En España, la banca
española ha comprado deuda pública a requerimientos del gobierno, (lo cual
significa poder político) hasta donde ha podido. Otra muestra de intereses
compartidos entre capital y Estado.
Los intereses del capital bancario no creo pueda afirmarse que sean asfixiar al
Estado, más bien les interesa salvarlo para ganar pasta, apretarán las
clavijas, pero siempre con la idea de poder cobrar su deuda tal cual. Otro
asunto muestra diferencias dentro del capital bancario, la desconfianza entre
banqueros ha conducido a que el mercado del crédito inter bancos haya
desaparecido, (lo cual es un problema para todos) los bancos prefieren meter el
dinero sobrante en el BCE a bajísimo tipo de interés, antes que prestarlo a
tipos más alto a otros bancos. No se apoyan entre sí, no tienen los mismos
intereses un banco y otro. No es tan simple como parece, englobar toda
aclaración en un solo término, sea el de capital, liberalismo, explotación o
cualquier otro, la mayoría de ocasiones solo pretende eludir explicaciones.
Toda decisión afecta a múltiples intereses, no tan claramente
identificados en un cajoncito como parece pensar mucha gente, siempre
deberíamos recordarlo en cualquier caso y al respecto de las medidas a tomar, y
que además, colisiona contra las fuerzas que se oponen a ella, dentro de
nuestro entorno y fuera, choca contra los que proponen otras alternativas y por
supuesto contra todos los que no la quieren aunque no propongan nada.
Toda decisión
de ajuste, tendrá más gente en contra que a favor, por lo que para hacer las
cosas necesitamos fuerzas, y para aumentar fuerzas necesitamos realizar
consensos, incorporar ideas de otros, diferentes a las nuestras. Para tomar una
decisión, no son suficientes solo los deseos de cada uno ni su racionalidad. La
política, la posibilidad de hacer, de cambiar las cosas está íntimamente ligada
con las fuerzas de que dispongamos para ello, así que sin pensar en aumentar
las fuerzas toda posibilidad de cambio es un absurdo. Si cualquiera de los
grupos o colectivos izquierdistas, o sindicalistas, piensan que ellos podrían
haber tomado otras decisiones que hubieran minimizado el impacto de la crisis,
están en un error y si lo hacen creer así a la gente están fomentando falsas
expectativas.
Hasta aquí hemos llegado. Con una
pérdida de confianza de los ciudadanos en las instituciones y en los partidos,
que llevan a tres cuartos de población a desconfiar de los líderes de los dos
grandes partidos de gobierno PSOE y PP. Con un grado tan grande de desconfianza
y poquísimo apoyo, el gobierno ha iniciado en solitario un proceso que pretende
realizar amplias reformas, en el mercado de trabajo, sector financiero,
pensiones públicas, tributación fiscal, sectores energético, educativo,
reordenación de la administración pública, y un largo etc., precisamente ahora
con la menor imbricación de los ciudadanos con partidos e instituciones,
pretenden modificar cuestiones profundas que podrían perdurar 20 años. Parece
un nuevo error.
En este país tenemos que entender que un tercio de la población no puede, no
solo en sentido moral, además en el de no tener fuerza, imponer sus criterios
al resto, gobiernen unos u otros, o aceptamos este hecho, patente en todas las
elecciones donde los ganadores lo son por un tercio de votos, quedando un
tercio para otra alternativa y un tercio más entre otros grupos estatales,
nacionalistas y abstencionistas, o lo aceptamos o avanzaremos poco y a
trompicones. Por eso hay que integrar, hay que sumar y aceptar las diferencias
cerca de nosotros, porque ‘eliminar’ a un número tan enorme de gente es
imposible.
En todo caso es ahora cuando formular propuestas tienen mayor sentido, es
momento de presionar para que la educación tome tal o cual dirección o los
contratos de trabajo contengan tal o cual idea, es ahora cuando tiene sentido
la presión sindical y política, pero lo tienen en cuanto propuestas concretas,
las posibles de aplicar en el nuevo contrato social aquí y ahora es donde
conviene mostrar nuestras ideas revolucionarias.
Y si unas propuestas no entran a formar parte del total en cada momento, no
podemos abandonar y retirarnos con el resto de ideas en el bolsillo. La apuesta
no puede quedar reducida a todo o nada. Esta actitud perfectamente asimilada
por la derecha, (liberales, neoconservadores), sumar ahora lo que se pueda,
hasta la próxima vez que pueda sumar otro poco, es una actitud muy poco
insertada en los comportamientos de la izquierda, pero ya es hora de ponerla en
marcha.
Cada asunto a reformar, requiere amplias discusiones y variadas decisiones a
tomar, todas ellas muy concretas, probablemente contradictorias y en absoluto
garantía de ser las mejores, puesto que tendrán que ser consensuadas y por
tanto pueden contener mas Estado, mas Europa, mas política y ser más cercanas a
los intereses ciudadanos, o lo contrario. Ahora es el momento de proponer, de
presionar. Si dejamos este espacio vacío será ocupado por otros y la crisis no
ha terminado, para muchos no hace más que empezar.
LA CRISIS. Y LA IZQUIERDA. Manuhermon
16 junio 2010
