Si analizamos el siglo XXI que comienza, cabe afirmar que su rasgo más destacado es que los ciudadanos han perdido la confianza en los políticos y quieren influir y mandar más en los caminos y en el destino del mundo. La desconfianza hacia los poderosos en general y hacia los políticos en particular crece cada día más y es ya la verdadera tendencia dominante del siglo. ---
Las democracias, antes prestigiadas y valoradas por los ciudadanos, retroceden y pierden prestigio en todo el mundo por culpa del lamentable comportamiento de los partidos políticos y de una casta de políticos de baja estofa, que antepone con demasiada frecuencia sus intereses al bien común y que gobierna en contra de la voluntad popular
Quizás la causa principal del drama sea que los intereses y el pensamiento de los ciudadanos es diferente a lo que piensan y desean los políticos. Muchas de las actuales democracias y numerosos partidos políticos, no solo los de izquierda sino también de derechas, están infectados de leninismo y adoran al Estado, en nombre del cual ejercen dictaduras más o menos camufladas, mientras que la mayoría de los ciudadanos, sobre todo los más cultos y demócratas, recelan del Estado y sólo desean que sus libertades y derechos sean cada día más amplios y respetados.
El mundo necesita ser curado de leninismo, mediante terapia dura, del mismo modo que fue curado del nazismo, pero antes de curarse hay que conocer bien la enfermedad.
Quizás una explicación de lo que ocurre esté en que mientras el nazismo fue públicamente juzgado y condenado, en los juicios de Nüremberg, el comunismo, a pesar de que ha sido muchos más cruel y asesino, con mas cadáveres y destrozos en su haber, jamás ha sido condenado y, aunque parezca incomprensible, sigue disfrutando de prestigio e inspirando a millones de ciudadanos, políticos profesionales y partidos en todo el planeta.
El estatalismo y el leninismo siguen esclavizando al mundo y constituyen, al principio del siglo XXI, el mayor peligro para la libertad humana y la causa principal de que los políticos y los ciudadanos cada día estén más distanciados.
Analizar lo que el leninismo representa y sus terribles efectos en la política y en la organización del mundo ayuda a entender el mal que todavía sigue esclavizando al mundo y la razón principal de que las libertades, los derechos y el aprecio de la política estén retrocediendo.
En el mundo actual compiten dos tendencias: los que aman la autoridad del Estado y creen que el Estado puede solucionar todos los males y los que creen en la libertad y saben que sólo la libertad permite al hombre avanzar en la Historia y mejorar el mundo que habitamos.
Las izquierdas, los populismos y los nacionalismos, entre otras doctrinas y tendencias, suelen ser hijos del Estado y adoradores de la autoridad, mientras que los demócratas y los amantes de la libertad recelan de esas doctrinas porque saben que encierran corrientes y sentimientos totalitarios y liberticidas altamente peligrosos.
Ese es el mundo que habitamos, un mundo que vivirá un enfrentamiento, sin parangón en la Historia, entre políticos y ciudadanos, o lo que es lo mismo, entre amantes del Estado, del colectivismo y de la autoridad y amantes de las libertades individuales que recelan de todo aquello que pretenda someter a los seres humanos.
La frase "La política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos" funciona como un ariete en las conciencias del ser humano de este siglo XXI y resume todo el recelo y el rechazo que producen los políticos a los ciudadanos.
Francisco Rubiales