Desde que llegó a La Moncloa, Rajoy ha tenido un mensaje optimista muy apartado de la economía real, de la voz popular y de los verdaderos problemas de los ciudadanos.
Todo su discurso acaba aludiendo a la herencia recibida y justificando que es obligatorio hacer todo lo contrario de lo que prometió a sus votantes y le ayudó a ganar las elecciones por amplia mayoría absoluta. Hay un dicho que asegura que la diferencia entre un pesimista y un optimista es que el pesimista es un optimista bien informado.
