Las Navidades se han acabado, pero hasta eso tiene su parte buena: las series están volviendo. Y también hay estrenos. Uno de los que más ganas tenía era Galavant porque un cuento de hadas musical en clave de comedia y de la mano de Disney es como la serie perfecta para una fan de Disney como yo. Total, que este domingo emitieron dos episodios seguidos de Galavant (en sustitución de Once upon a time, que está de parón hasta marzo) porque, encima, cada episodio dura veinte minutos. Si es que, ¿se le puede pedir más?
Bueno, por supuesto, se le pide que mole, pero es que Galavant mola un montón. Palabra. Ha sido, junto a Jane the virgin, uno de mis estrenos favoritos de temporada y la gran sorpresa porque, admitámoslo, también había posibilidades de que fuera un truño de campeonato.
Pero nada más lejos de la realidad.
Galavant nos cuenta la historia de Galavant, un heroico caballero que está muy enamorado de Madalena. Un buen día, el rey Richard ve a la hermosa Madalena y se encapricha de ella, así que la secuestra para desposarse con ella. El valiente Galavant se presenta en el palacio, justo el día de la boda, para impedirla... pero Madalena no está muy por la labor de abandonar la riqueza y el poder, así que se casa con el rey y el pobre Galavant acaba con el corazón roto y, con el tiempo, convertido en un borracho perezoso que no es ni la sombra de lo que fue.
Es entonces cuando la princesa Isabella de Valencia acude en su búsqueda para pedirle ayuda, pues el malvado rey Richard está buscando la valiosa joya de Valencia y ha invadido su reino y amenazado con matar a sus padres. Basta la mención del rey Richard para que Galavant, que pasaba de volver a ser un héroe, decida ayudarla.
Todo eso, evidentemente, rodeado de canciones originales que son lo mejor de la serie. Los responsables contrataron a Alan Menken para componer la banda sonora, lo que no podría ser mejor, pues el señor Menken es el genio detrás de la música de películas como La bella y la bestia o La sirenita. De hecho, las canciones no sólo son pegadizas (que lo son, creo que es imposible no pasarse un rato cantando la primera canción después de ver el episodio piloto), sino que son graciosísimas y muy originales. Sólo os diré que la balada se titula ‘Maybe you’re not the worst thing ever’.
Por cierto, qué guapísimo que es el protagonista, por favor.
Además, los actores no sólo cumplen estupendamente, sino que de verdad se les ve entregados y hace que te olvides de que, a veces, parezca una serie de baratillo. Aunque, desde luego, las ha habido muchísimo más cutres en ese sentido. Encima, Galavant es muy luminosa y muy colorida, así que la fotografía queda muy bonita.
Y, personalmente, me sorprendió mucho el tono. Por supuesto me esperaba que fuera graciosa, pero no imaginaba que fuera un poco una sátira del género (que lo homenajeara al mismo tiempo que lo parodiara, algo como hacen en Jane the virgin con las telenovelas, incluso ambas comparten un narrador de lo más efectivo) y tampoco que no sea tan blanca. Porque la serie tiene mala leche, incluso es un tanto picante al no cortarse con las referencias al sexo (con lo modositos que son en Once con ese tema, que podríamos pensar que el príncipe Neal ha nacido por generación espontánea) y sueltan varias burradas que me arrancaron carcajadas.
También me sorprendieron los personajes. La verdad era que en el tráiler el que más me llamó la atención era el rey Richard (sobre todo porque a Timothy Omundson le venía adorando desde Psych) y temía que fuera el único personaje carismático de la serie y que el resto pecara de soso.
Bueno, pues no es así. Es cierto que los personajes de palacio son mucho más carismáticos, que en sólo dos episodios ese trío formado por el rey, su guardia y el cocinero ha dejado los mejores momentos, pero Galavant no es precisamente un personaje súper soso. Cae bien y verlo reponerse de llevar tanto tiempo dedicándose a beber ha dado buenos momentos.
También ayuda el giro del primer episodio, algo que habían ocultado en el tráiler (eso es muchísimo mejor que te cuenten absolutamente todo lo que pasa, por cierto) y que no deberíais leer a menos que hayáis visto el episodio. En serio. ¿Habéis dejado de leer? Bien, eso espero. Al final, Isabella está traicionando a Galavant, pues la petición de ayuda es un plan súper retorcido por parte del rey Richard, para que ella le conduzca a una trampa, él pueda cargárselo y enamore a Madalena de una vez.
El giro me gustó mucho, sobre todo porque supuso darle otra faceta a Isabella, más allá de la damisela en apuros, y también añadir una capa extra a su relación con Galavant (está claro que se está encariñando de él, pero de momento le guía a una trampa).
Además, supuso que el rey Richard era un villano más complejo de lo que podía parecer en un primer momento: sí, es torpe, egocéntrico, con carácter maleable y un tanto idiota, pero también es inteligente y retorcido. La verdad es que, en estos dos episodios, Richard ha sido el que más me ha gustado y el que me ha parecido más trabajado, pues es el malo de la historia, pero al mismo tiempo es otra víctima de Madalena, que es mala a rabiar con él (ese final del segundo episodio, pobrecito), lo que hace que resulte un hombre hasta adorable. Si es que, en el fondo, sólo quiere que le quieran.
Que, por cierto, yo sigo flipando con el cambio de registro de Timothy Omundson después de ser Lassie en Psych y Caín en Supernatural. OMG, lo flipo mucho. Para bien, claro.
También lo flipo un poco con la cantidad de actores famosos que van a pasar por la serie: a John Stamos (ay, el tío Jesse, mi amor de infancia :3) ya lo hemos visto, pero aún hay otras apariciones pendientes como Ricky Gervais, Hugh Bonneville o Anthony Stewart Head.
Vamos, que estoy deseando ver los próximos episodios y que sólo puedo decir: ¡larga vida a Galavant! Eso, por supuesto, antes de ponerme a cantar: Gaaaalaaaavaaaaant.
PD: Lo mucho que me ha costado no comentar lo mucho que me mola que el reino se llame Valencia y no hacer bromas acerca de la princesa de Valencia siendo la fallera mayor y de si la joya, será una paella valenciana... Ups. Jo, es que me hace mucha gracia, así de básica que soy, qué le vamos a hacer.