Revista Religión
“Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.
Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.
Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.
¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?”
No basta con querer hacer la voluntad de Dios, debemos llevarla a cabo, muchas veces decimos que vamos a hacer algo y no lo hacemos, eso es desobediencia y era mejor no decir nada.
Por eso eclesiastés habla al respecto y dice “Es mejor que no hagas votos, a que hagas votos y no los cumplas”.
Lo asombroso y hermoso del asunto es que siempre hay una oportunidad para el que se equivoca y admite su error, pero el problema es cuando no se admite el error, no hay posibilidad de cambiar cuando crees que todo esta bien.
Y esto es lo que hace la diferencia entre los humildes y los orgullosos, el orgulloso siempre tiene una excusa para su desobediencia, siempre paso algo, que fue que alguien le dijo, etc. Mientras el humilde simplemente dice “perdón Señor, aquí estoy”.
“Porque el SEÑOR es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos.” Salmos 138:6
-Inspirado en el devocional Tiempo con Dios del 28 de Febrero de 2016, Mateo 21:23-32