La selección española de fútbol acaba de ganar su segunda Eurocopa, después de haber ganado el Mundial, toda una gesta deportiva inédita. Lo ha conseguido porque el fútbol no está controlado por los políticos y, sabiamente, ha sabido dotarse de una estructura propia, incluso de una Justicia propia. Si hubiera estado controlado por los políticos, nuestra selección habría sido derrotada y eliminada hace muchas jornadas y sería un fracaso, como ha ocurrido con todo lo que los políticos españoles han tocado, con las cajas de ahorro, con la democracia, con el empleo, con la educación y con mil actuaciones y sectores, todos ellos destrozados por la pésima acción de la degradada "casta" que ocupa nuestras instituciones públicas, que ha convertido a España en un país que lidera en Europa el fracaso escolar, la trata de blancas, el tráfico y el consumo de drogas, el alcoholismo, el blanqueo de dinero, el desempleo, el avance de la pobreza, el despilfarro, el endeudamientos, el número de enchufados, el nepotismo en política y muchos dramas más, todos ellos causados, directa o indirectamente por una clase política que España tiene que sustituir con urgencia por gente decente y con solvencia profesional y ética, capaz de anteponer el bien común a sus propios intereses, sin partidos políticos impunes e inmunes, sin blindajes, sin afición al despilfarro, al abuso de poder y a todos tipo de corrupciones y arbitrariedades.
Si usted quiere saber el secreto de por qué el fútbol en España es deslumbrante y la política es rastrera y fracasada, debe comparar un club de fútbol con un partido político. El club necesita de sus socios y seguidores para que llenen los estadios, vive del esfuerzo propio y de sus cuotas y cultiva los valores del deporte, mientras que el partido político no necesita de los ciudadanos, a los que margina y desprecia, salvo una vez cada cuatro años, cuando se abren las urnas, vive del esfuerzo ajeno y de los impuestos de los ciudadanos y en lugar de cultivar valores humanos adora vicios y lacras como el poder sin límites, el dominio, la manipulación, la mentira y cualquier recurso que le conduzca a lo que únicamente le obsesiona, que son los privilegios y el reparto del botín. Los futbolistas, centros del fútbol, tienen una vida activa corta y se retiran después de ejercer en sus mejores años, mientras que los políticos se perpetuan en sus puestos eternamente, incluso cuando ya están corrompidos y agotados. La corrupción y el abuso anidan y florecen en el poder político, mientras que el fútbol está relativamente libre de esos males y genera valores humanos como la cooperación, el esfuerzo, el compañerismo y el deseo de victoria.
En la medida en que logremos que la política cambie, se refunde y se parezca al deporte, España avanzará y será mejor, pero si dejamos que nuestros destinos sigan siendo regidos por la actual "casta" y por un sistema que es antidemocrático, corrupto y básicamente injusto, estamos condenados.