En tuk tuk por Phnom Penh
Cuando en 1430 Angkor quedó abandonada, fue su situación estratégica en la confluencia de los ríos Tonlé Sap y Mekong lo que dio a Phnom Penh la capitalidad de Camboya. Gracias al comercio fluvial, creció y se desarrolló rápidamente pero siempre atenta a las invasiones de sus gigantes vecinos Vietnam y Tailandia. En el siglo XIX llegaron los franceses que le dieron el aspecto actual, poniendo un poco de orden y construyendo bellos edificios como el Palacio Real. En 1953, tras la derrota de Francia, el país se independiza y le sigue un período turbulento que acaba en caos y guerra civil lo que lleva a la capital un gran número de refugiados de todo el país incrementando la población hasta unos dos millones de habitantes.El día 17 de abril de 1975 es una fecha que ningún ciudadano de Phnom Penh podrá olvidar. Aquel día, la ciudad fue tomada por las guerrillas de los jemeres rojos capitaneadas por Pol Pot que ordenó una evacuación de la población engañando sobre un falso bombardeo masivo por parte de los americanos. El éxodo se prolongó durante tres meses y así se iniciaba su programa orientado a la total ruralización del país. Familias enteras fueron separadas dependiendo del lugar donde se encontraban en aquellos momentos y con un negro futuro en manos de uno de los seres más sanguinarios que ha conocido la Historia de la humanidad. De los dos millones de personas, en Phnom Penh sólo quedaron militantes del partido, funcionarios, soldados y algunos obreros que sumaban no más de 50.000 habitantes.Durante tres años y medio, hasta octubre de 1979 en que las tropas vietnamitas liberaron al país de la tortura de los jemeres rojos, miles y miles de inocentes y buenas gentes – más de tres millones - murieron de las formas más espantosas que uno sea capaz de imaginar.Y Phnom Penh no ha olvidado, no puede ni quiere olvidar. En Tuol Sleng (TS-21), un antiguo instituto reconvertido en prisión o en los cercanos campos de exterminio de Choeung Ek, queda el horrible testimonio de lo que fueron aquellos tres largos años.Prisión TS-21
Prisión TS-21
Memorial dedicado a las víctimas que asesinaron en los
campos de exterminio de Choeung Ek
Memorial en Choeung Ek.
No voy a hablar de ello porque se ha escrito mucho sobre estos lugares. Magníficos artículos llenos de sensibilidad se pueden leer en los blogs El Rincón de Sele, Una vida en mil viajes de Blai o Soul Bussiness de Fernando López, por citar sólo algunos. No tengo nada más que añadir a sus palabras, sólo que estas visitas fueron una experiencia muy dura y desagradable pero imprescindibles para conocer el sufrimiento del pueblo camboyano. Los libros de Historia llenan páginas con episodios de guerras, genocidios, exterminios en campos de concentración… pero el drama de Camboya sucedió hace cuatro días y esa cercanía en el tiempo me torturaba constantemente porque sus consecuencias y sus heridas son aun bien palpables.Los años 80 y 90 fueron años de gran decadencia, violencia y pobreza y la reconstrucción de la ciudad no empezaría hasta la última década. Parece que los esfuerzos comienzan a dar resultado y Phnom Penh poco a poco se va recuperando.No se trata de una ciudad espectacular, pero me pareció agradable y fácil de visitar. Pequeña, comparada con otras capitales asiáticas y con los lugares de interés turístico relativamente cerca unos de otros.Pero como en la mayoría de las grandes ciudades, aquí se reúne lo mejor y lo peor del país y Phnom Penh está llena de contrastes, cargando además con un lado oscuro sobre el que se están dedicando muchos recursos a nivel de varias organizaciones tanto nacionales como internacionales. Me refiero a los elevados niveles de prostitución en general y a la prostitución infantil en particular. Parece ser que la situación ha mejorado notablemente respecto de años anteriores pero aun así los pederastas están bien organizados y les sigue siendo demasiado fácil conseguir sus objetivos.Quizás estas reflexiones pueden desanimar a más de uno a visitar la ciudad pero no es esa, ni de lejos, mi intención. Los que me seguís habitualmente sabéis que acostumbro a resaltar siempre la parte más rosa de los lugares donde viajamos, pero en el caso de Camboya no podía hacer oídos sordos a algunos tristes episodios, tanto de su pasado como de su presente.Dicho esto, creo que Phnom Penh sí que merece unos días. Visita obligada es el Palacio Real, con bonitos edificios de puertas labradas en madera y motivos dorados. De estos edificios, el más destacado es la Pagoda de Plata, llamada así porqué el suelo está recubierto de más de 5000 baldosas de plata de un kilo cada una. En su interior, se encuentra el Buda Esmeralda en lo alto de un pedestal y un Buda de oro de 90kg en tamaño real decorado con 9500 diamantes. El complejo tiene unos jardines preciosos y bien cuidados, sepulcros de diferentes reyes camboyanos y varios atractivos para pasar un rato agradable.Pagoda de Plata en el Palacio Real. Phnom Penh
Salón del Trono en el Palacio Real. Phnom Penh
Palacio Real. Phnom Penh
El Museo Nacional, los Templos Wat Phnom y Wat Ounalom y alguno de sus mercados es algo que tampoco se puede pasar por alto.
Wat Ounalom, importante centro budista. Phnom Penh
Wat Ounalom
En el Wat Phnom se encuentra una simpática imagen dedicada a
la señora Penh, quien según la leyenda, dio origen a la ciudad cuando
rescató del río unas estatuas de Buda que depositó en esta colina (Phnom)
Puestos de verdura en el mercado ruso
Mercado ruso. Venta de kramas, el tradicional pañuelo camboyano,
todo un símbolo de identidad
Paseo fluvial de Phnom Penh, casi desierto en las horas centrales del día
Aquí se concentran gran parte de los restaurantes, hoteles, cibercafés, bares y comercios, algunos de ellos en los bajos de lo que en su día debieron ser elegantes edificios de estilo colonial.A partir de media tarde y cuando empieza a caer el sol, el paseo vuelve a cobrar vida.A orillas del Tonlé Sap
Pequeño templo en el Paseo fluvial
Venta de flores para ofrendas
Es el lugar preferido tanto por los locales como por los extranjeros y es frente al Palacio Real donde se reúne más gente. Sentarse y simplemente observar es lo mejor que uno puede hacer: Vendedores de flores, libros, comida y refrescos que caminan arriba y abajo sin parar.Tonlé Sap a su paso por Phnom Penh
Puestos donde se venden larvas, arañas y otras especialidades muy populares entre los camboyanos como golosina o tentempié. Algunos pescando en el río, parejas de enamorados, niños en bicicleta, jóvenes jugando a fútbol, una sesión de aeróbic colectivo al ritmo de una ensordecedora música…
Cuando empieza a oscurecer, el río cambia su color café con leche por una tonalidad de plata.Puede ser el momento de entrar en alguno de los acogedores locales a tomar un sabroso batido de frutas o a degustar un coctel. Como en muchos otros destinos turísticos se ha impuesto la moda de lo que se conoce como happy hour, franja horaria en la que consumir alcohol resulta más económico.