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Las dos historias de toda novela policíaca

Publicado el 23 marzo 2016 por Ana Bolox @ana_bolox
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Una de los puntos que más llama la atención a los alumnos en mis talleres de novela policíaca es cuando les digo que toda novela de misterio tiene dos historias y que hay que escribir las dos.

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Al lector (y al detective) sólo le llega una, obviamente: la creada por el asesino, pero detrás de ella hay otra que es la real: la historia de cómo ocurrió verdaderamente el crimen. La historia que deben descubrir.

Las dos historias de toda novela policíaca

Una novela policíaca no es más que la historia de una investigación. Un detective detecta, ése es su trabajo, y el tuyo, como escritor, consiste en ir colocando piedras en su camino (y en el del lector) para que la cosa no le resulte sencilla.

Pero para poder hacer esta tarea con un mínimo de garantías, debes tener muy claras en tu mente las dos historias: la que cuenta la realidad auténtica y la que cuenta la falsa realidad. Si no eres capaz de mantenerlas perfectamente claras y separadas en tu mente, cometerás errores; y esos errores acabarán por echar a perder la novela.

De modo que, cuando te enfrentes a la planificación de la historia de misterio que estás decidido a escribir, hazte con dos pilas de folios y trabaja en cada una de ellas de forma independiente.

La realidad auténtica

O sea, lo que de verdad ocurrió.

Ésta es la primera de las dos historias que debemos empezar a escribir y hemos de hacerlo, además, con todo detalle, porque será en esos detalles en los que te apoyarás para dar con los errores que tu asesino va a cometer y que permitirán al detective, más tarde, encontrar la solución.

Incluye en ella toda la información que necesites para guiar luego tanto al detective como al lector por los caminos que tú quieras que recorran: los senderos a los que conducen las red herrings que les tiendas y las vías en las que vas a ir dejando caer miguitas de realidad que deberán ir recolectando con inteligencia, si es que quieren resolver el caso.

Es decir, información como:

1. La relación entre víctima y asesino.

2. El motivo, medio y oportunidad de éste.

3. La consumación del delito.

4. El modo en el que el asesino ha cubierto sus pasos.

5. Las pistas que vas a extraer de esa realidad auténtica.

6. Los personajes que se van a ver involucrados en el crimen de una u otra manera.

7. Los posibles motivos que cada uno de ellos podría tener, así como si contaron con medios y oportunidad.

Todo ello debe quedar debidamente anotado en la historia que cuenta la realidad auténtica.

La falsa realidad

Ahora sí que vamos a por el misterio en sí. La historia de la realidad auténtica no nos ha dado más que la verdad, así que necesitamos la segunda de las dos historias: la que narra la falsa realidad, porque con ella es con la que vamos a crear el verdadero misterio.

Y, para hacerlo, debemos partir de la primera, clara y lineal, y transformarla en un rompecabezas en el que tenemos dos objetivos:

1. Volver loco al detective (y al lector) con un misterio aparentemente irresoluble.

2. Darles, al mismo tiempo, toda la información necesaria para que puedan resolverlo.

En esto consiste el auténtico trabajo de un escritor de novela policíaca. ¿Fácil? No, pero sí desafiante y, al final, cuando logras que todo cuadre, tremendamente satisfactorio.

¿Te animas a intentarlo? Si lo haces, cuéntame en los comentarios qué tal la experiencia.

Y, si la entrada te ha resultado interesante, ¿la compartes en las redes sociales?

Gracias

:-)

Ah, bueno y, ya que estamos, por mí que no quede el decirlo: si quieres ver cómo lo hago yo, Carter & West pueden servirte de ejemplo.

¿Se ha notado mucho la sutil cuña publicitaria?

😉

Fotografía: Miapowtter, Pixabay.

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