Ann Arden es una cabaretera ambiciosa que conoce en 1943 a Bill Grenville, rico heredero (banca y caballos) de la alta sociedad neoyorquina. Ella es divertida, natural y muy atractiva físicamente; él es un insatisfecho permanente que nunca llegó a la altura de su exigente y difunto padre. A pesar de la diferencia de clase, pasa por encima de todo lo apropiado, con dolor de su madre y cuatro hermanas mayores, y se casa con Ann.
Toda la parte central de la novela describe los esfuerzos de transformación que hace Ann (justo lo que él no quería que sucediese) por ponerse a la altura de su nuevo apellido. No tardará en descubrir que no basta tener dinero sino que cuenta más de donde viene y desde cuando se tiene. La diferencia social da lugar a todo tipo de situaciones bien aprovechadas por el narrador, el periodista Basil Plant (trasunto del norteamericano Dunne, 1925-2009) para destrozar un universo de apariencias, materializados infelices y poderosos descerebrados. Sólo el personaje matriarcal de Alice, madre de Bill, tiene cierta categoría humana. La novela se excede en estereotipos y carece de los matices de Capote, otro gran fustigador –con mucho más talento- de la parte más alta del tejido social. Capote, por cierto, tuvo parte en el caso real en el que se inspira esta novela.
A pesar de parecer inicialmente algo más que una vulgar cazafortunas, Ann es una bomba sexual que pronto deja de considerar suficiente a su melancólico e inseguro marido. La vida de ambos se enturbia de infidelidades que minan irremediablemente algo que empezó de buena fe. La escalada de tensión en el matrimonio, siendo algo muy visto en la literatura, está muy bien contada. Ambos son un ejemplo de adonde lleva una vida exclusivamente exterior. Dunne no tiene interés moralizante alguno y se limita a describir con agudeza y mordacidad, y con breves pero no pocos detalles de alcoba, el itinerario de la pareja hasta la tragedia final, con muerte misteriosa de por medio.
Esta novela de 1985 es entretenida, tiene buen ritmo y abunda en detalles en cuanto retrato de clase. Todo lo que se cuenta es negativo (materialismo, arribismo, muertes, infidelidad), aunque sirve al menos como ejemplo de que lo que se tiene (mucho o nada) cuenta bien poco en lo que valen las personas.