Para mi, uno de los mejores momentos del embarazo han sido las ecografías.
Es verdad que sentía cierta inquietud cuando iba de camino a la clínica; como soy tan preocupada, siempre temía que algo saliera mal. Cuando fui a la de las 12 semanas tenía miedo de que se hubiera parado el embarazo, cuando fui a la de las 20 tenía miedo de que toda la medicación que me pusieron cuando estuve ingresada pudiera haberle afectado...Pero poco a poco el miedo se fue disipando, porque el embarazo iba avanzando y todo iba fenomenal. En la eco 4D, que me hice con 27 semanas, me comentaron que mi bebé había superado el kilo de peso, lo cual era una garantía de supervivencia en caso de parto prematuro. Ahí me tranquilicé del todo.
Por eso, cuando fui a la que se suponía que iba a ser mi última ecografía, con 36 semanas, fui súper relajada. La única ecografía en la que no tuve nervios. Entonces, ¡¡¡las leyes de Murphy entraron en acción!!!.
La mujer que me hacía la ecografía estaba sospechosamente callada. Y yo, que a esas alturas era toda una experta en ecografías, ya estaba viendo en la pantalla que las medidas de mi bebé eran demasiado pequeñas. Así que no me extraño que me dijera que el bebé era pequeño, que simplemente parecía muy delgadito por su constitución física, pero que había que observarlo por si se trataba de algún problema. En el informe posterior puso: feto pequeño para la edad gestacional.
Me quise morir. Aquello fue un viernes y pasé un fin de semana horroroso, tumbada en la cama, llorando y sintiéndome muy muy culpable.
El lunes fui al ginecólogo, ya os he hablado de él, un hombre con muchísima experiencia, de estos médicos de antes que sólo palpando la tripa ya pueden saber si todo va bien o no. A mi no me parece pequeño, me dijo. De hecho, hace ya varios meses que comentamos que yo para tí no deseo un niño grande porque tiene el tronco muy cortito y ya te estaba presionando mucho. Yo no me fiaría demasiado de la ecografía porque ya está muy encajado.
Me mandó hacer reposo dos semanas, comer mucho, intentar no gastar energías y repetir la ecografía en 15 días.
El reposo me duro una semana porque entonces cogí el dichoso resfriado y ya sabeis que acabé de nuevo en urgencias, con síntomas de ponerme de parto. En las ecografías que allí me hicieron las medidas salían normales (37 semanas).
Como todo parecía precipitarse, mi ginecólogo me mandó hacer una ecografía de urgencia, para comprobar el tamaño del bebé antes de hacerme la cesárea.
Y en esa última ecografía las medidas eran taaaan distintas. Mi bebé había pasado, milagrosamente, de 2.100 a 2.900 kilos en dos semanas. ¿Cómo se come eso?.
Pues muy sencillo. Las medidas que tomó aquella mujer estaban mal. Y en vez de molestarse en hacerme la eco decentemente, me diagnosticó prácticamente sin pestañear un retraso en el crecimiento uterino, que casi me pongo de parto allí mismo del disgusto.
Conclusión: las ecografías son una muestra muy aproximada de tamaño y el estado del bebé pero no son 100% fiables porque dependen de la pericia del ecografista. En mi caso, empecé a notar síntomas de encajamiento con 32 semanas de embarazo. Como me dijeron después, cuando el bebé está muy encajado es muy complicado medirle la cabeza y cualquier mínimo error en la medición de perímetro craneal hace que el cálculo final del peso baje muchísimo.
Como ya sabeis, mi hijo no fue un niño grande ni gordo, pero nació perfectamente sano, con 49 cm y 3 kilos, a las 39 semanas de gestación.
Os pongo las medidas de las últimas ecografías para que veais las diferencias:
Semana 36 Semana 37 Semana 38DBP 86,9 91,0 92,2PA 274,0 324,0 329,5LF 66,8 70,7 66,5
DBP (Diámetro BiParietal), PA (Perímetro Abdominal) y LF (Longitud del Fémur).