Al menos dos fotografías de la precampaña se han visto estos días por las redes con candidatos a las elecciones en Madrid: la del socialista Antonio Carmona (se presenta al Ayuntamiento) y la del presidente regional Ignacio González, que quiere repetir en la Asamblea. La idea de este artículo ha sido extraída gracias a la web eltiodelmazo.com, que también aborda el tema en un post.
Madrid sufre un boom raro, constatado por esta web: cada vez se ven más bicicletas por la calle, fruto de la semi-exitosa instalación de BiciMad hace un año (creemos que sigue siendo caro este sistema) y que propició una foto de Ana Botella en su bípedo eléctrico antes que los dos citados anteriormente. Pero a la vez, pedalear por Madrid es muchas -muchísimas- veces una proeza, una aventura desagradable incapaz de convencer a una fuerte minoría (ese 10% de desplazamientos que ya superan Sevilla o Zaragoza) de sacar la bici y dejar el coche aparcado en la cochera. Ahora llegan las elecciones.
Las elecciones propician momentos predecibles: políticos fotografiándose en bici. Y otros menos predecibles: ¿qué hace Ignacio González paseándose por el polígono que se ve en la imagen? El caso es que ni a Botella se le ocurriría pasearse un día cualquiera en sus ratos libres por la capital en bici, ni siquiera en bici eléctrica que cansa menos. Las elecciones podrían venir bien a la bici si alguien apostara por una red decente de carriles-bici para animar a muchos ciudadanos a perder sus miedos, pero en realidad esta es una cuestión que no importa un comino.
En Madrid el carril-bici -en los poquísimos sitios que lo hay- está mal hecho: en general predominan las denominadas ciclovías (horrible nombre), que no es otra cosa que un carril para coches con una bicicleta pintada y una señal que impone un límite de 30 kilómetros por hora a los vehículos de motor. Velocidad que nunca se respeta siempre que se puede y si no hay moros en la costa, como es normal.
Lo que no es normal es apostar por compartir, como se ha hecho siempre, la carretera con el coche, y airear que se ha mejorado la movilidad por el hecho de pintar cuatro rayas y una MTB en la calzada. "Para concienciar", se dice. Ya.
Es verdad que Botella ha anunciado unas aparentemente muy ambiciosas medidas para desalojar el coche del centro en el dosmilnosecuántos. Da igual, porque ella no será alcaldesa entonces puesto que no repetirá en las elecciones, como confirmó hace un par de meses. Librar el centro de Madrid de coches: lo siguiente será ver ranas volando.
En realidad se puede avanzar mucho por no tanto dinero: la experiencia de Sevilla dice mucho. Demasiado. Apostando por segregar unas cuantas vías exclusivas para ciclistas (lo que venimos a llamar carril-bici) en las avenidas principales, eliminando unos cuantos aparcamientos pero no erradicarlos todos, en lo que sería un acto inconsciente que perjudicaría a mucha gente humilde (nota: queda excluido el distrito de Salamanca de esta opinión), Madrid ya ganaría una barbaridad.
Antonio Carmona, el candidato del PSOE a la alcaldía, ha propuesto algo que parece mejor: "Reorganizaremos los carriles-bici actuales y diseñaremos nuevas rutas que posibiliten el movimiento de los madrileños hacia sus trabajos". Bien tirado, insuficiente, pero incomprensible por tratarse de la segunda solución de un plan que arranca con una idea desbocada: ¡Hacer gratis la primera media hora en BiciMad! ¡Adónde queda la mesura! Alguien debería de decirle a Carmona que otras ciudades funcionan con un sistema de abono más que aceptable, a razón de 30, 40, 50 o 60 euros al año. Carmona, que acusa de populistas a Podemos.
¿Políticos en bici? Cada cuatro años.