Afirma Federico Fros Campelo en su libro: Ciencia de las emociones: los secretos del cerebro y sus sentimientos. Porque no hay mariposas en el estómago ni latidos del corazón con dedicatoria, las emociones son producto de un complejísimo cableado neuronal y cóctel de neuroquímicos que nos hace únicos y muchas veces impredecibles.
El mundo de las emociones históricamente perteneció al ámbito de artistas y poetas, estando en las antípodas de la razón. Han llegado a ser consideradas un obstáculo para el progreso por personajes como el famoso inventor Nikola Tesla, que rechazaba a toda mujer que se le acercaba para no perder tiempo.
Y en campos de estudio como la psicología, desde sus inicios se excluyó la posibilidad de estudiarlas de forma objetiva y con una metodología científica. Sin embargo, en el último siglo algunas disciplinas como la psicología cognitivo-conductual, las neurociencias y la psicología evolutiva, de la mano de modernos métodos de estudio que van desde escáneres cerebrales hasta enormes computadoras que realizan simulaciones de redes neuronales, avanzaron mucho. Y el Ingeniero –Industrial, egresado de la UBA– Federico Fros Campelo aprovechó su mentalidad heredada de las ciencias exactas para mostrarnos de forma didáctica qué hay detrás de todo esto, para qué sirven y qué podemos hacer si somos conscientes de su funcionamiento.
-¿De qué están hechas las emociones?
-Básicamente son procesos de nuestro cerebro que se fundamentan en un amplio repertorio de recursos: la circuitería cerebral y los neuroquímicos. Una parte se determina por nuestra genética, y otra se va modificando (mediante la neuroplasticidad) a lo largo de nuestra vida por las experiencias que vivimos y la sociedad que nos rodea. Las emociones, junto con las motivaciones, son dos caras de una misma moneda. Las cosas que nos emocionan, nos motivan a hacer cosas y viceversa. Podemos decir que las dos son funciones de nuestro cerebro que nos generan alguna conducta.
-¿Y sirven para algo, nos generen alguna conducta útil?
-Todo lo que existe en nuestro cuerpo carga o bien con el propósito que le dio la evolución, o con el efecto colateral de alguna otra cosa. Los procesos emocionales son evolutivos y tienen una utilidad, pero cómo funcionan las emociones en la sociedad actual pueden no tener utilidad en este momento. El deseo sexual es un ejemplo claro de esto. Nuestros ancestros que más deseo tuvieron, lograron reproducirse más y perpetuar las características genéticas que les provocaban el deseo.
El punto es que si bien biológicamente las cosas son así, es un efecto colateral que hoy una persona quiera descargar ese deseo con pornografía.
Estos colaterales quedan (o deberían quedar) supeditadas a nuestros recursos cognitivos. Hay cosas que podemos manejar, como decidir si nos enojamos apropiadamente o no. Tendríamos que adiestrar nuestras emociones por si disfuncionalmente nos enojamos más de la cuenta en un entorno donde hoy no nos conviene.
-¿Por ejemplo?
-Nos convenía ser explosivamente iracundos contra un tigre de bengala, pero si hoy golpeamos a nuestro jefe, estamos en problemas. Por eso tenemos que aplicar nuestros recursos cognitivos para manejar esas situaciones. Eso es en parte la inteligencia emocional.
Pero también aplicamos nuestros recursos cognitivos para hacer las emociones disfuncionales. Un ejemplo de eso es cuando nos sobreestimulamos. En ocasiones un cineasta crea una obra que vuelve loca a la gente, como Avatar, 300 o Rápido y Furioso, donde todo es colosal y épico y todo explota por los aires. Eso es un ejemplo de recursos cognitivos puestos a hacer las emociones disfuncionales. Porque evolutivamente no es necesario que uno sienta miedo, admiración o exaltación frente a una pantalla.
-¿Sirve para algo analizar la anatomía del cerebro para entender las emociones?
-Sí, pero lo que realmente importa no son las partes sino las funciones que tienen las diversas estructuras conectivas y químicas.
Una función por naturaleza de nuestro cerebro es la búsqueda de certidumbre. A nivel funcional nos lleva a crear modelos para tratar de entender la realidad. La lucha contra la incertidumbre, como dice el biólogo español Jorge Wagensberg, es una esencia de la naturaleza misma, de todos los seres vivos.
Cuando la función emocional se activa, tenemos una motivación, a partir de ahí todos los estímulos que te entran van a saciar o no la función emocional. Cuando saciás la incertidumbre te sentís cómodo. Sino, se te viene el mundo abajo.
Un estado de alta búsqueda de certidumbre está relacionado con gran cantidad de dopamina: el workaholic satisface esa certidumbre trabajando, la mujer golpeada que no puede dejar a su marido necesita la certidumbre en su marido (aunque la golpee). Por eso mucha gente que está en situaciones extremas se vuelve religiosa. Porque logra encontrar la certidumbre a través de la fe.
-¿Se está investigando cómo pueden hacer las personas con sus vías dopaminérgicas demasiado activas tener actitudes más moderadas?
-Para eso existen los psicólogos y los terapeutas. Una vez me preguntaron si creía que los psicólogos dejarían de existir. Yo creo que no, que cada vez se van a especializar más. Cuando entendamos bien todas estas funciones y los recursos que las construyen, vamos a tener psiquiatras que recetan cosas más precisas y psicólogos terapeutas que se enfocan en cosas como “rechazo de pareja de una franja de edad” o “adicciones conductuales a nivel laboral”.
-¿Y qué pasa con nuestro país, donde en la psicología hay mayoría de psicoanalistas?
-Es un tema controversial porque fue una revolución maravillosa en su momento, pero hoy en día no debemos limitarnos sólo a él. Muchos descubrimientos de los que estamos hablando vienen de otros campos de la psicología: la cognitiva, la computacional de la mente, la conductual, neurociencias, farmacología. No hay que cerrarse en nada porque todas las disciplinas tienen algo que aportar. Todos estos conocimientos surgen de la interacción de todos estos campos. Y yo lo sustento un poco con mi carrera: soy ingeniero y estoy investigando las emociones.
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-¿Qué son las fobias?
-Son un efecto colateral. No es el objetivo de la evolución tener una fobia. Es el efecto colateral de otro objetivo que es tener la habilidad de condicionarte en función de tus experiencias. Si vos aprendés a que al exponerte a una patada eléctrica tenés que sacar la mano está bueno y puede salvarte la vida. O cuando suena una campana te dan comida como los perros de Pavlov.
Poder condicionarnos es útil, pero eventualmente podemos condicionarnos en circunstancias como las que vivís hoy en día de una manera desafortunada y que nos impida desempeñarnos en la vida cotidiana.
-¿Entender cómo funcionan las fobias podría ayudarnos a autocondicionarnos para no seguirlas sufriendo?
-El hecho de saber cómo funcionamos emocionalmente sí nos puede ayudar a automanejarnos (dentro de ciertos límites claro). Pero una cosa es un funcionamiento normal y otra una patología. Una búsqueda de aprobación hiperactivada te puede llevar a tener mucha vergüenza a actuar en público. Pero una fobia sería algo patológico que te podría impedir salir de tu casa, al punto de hacerte entrar en pánico si lo hacés.
-¿Y entender cómo funciona el amor, podemos considerar que “le quita la magia”?
-Eso supongo que depende de cada uno, pero a mi entender nada le quita la magia a la vida. Saber cómo funcionamos emocionalmente le agrega magia nueva. Una función en sí misma no es buena o mala, lo bueno o malo es cómo la usamos. Y eso es lo lindo, saber cómo funcionamos para repetir y replicar emociones positivas y evitar las negativas.
El amor no es una emoción, es una calidad de vínculo. Es cómo uno describe una forma de relacionarnos. Amás a tu pareja o a tus padres cuando respetás sus voluntades, consultás las decisiones con ellos y no hacés algo que podría lastimarlos porque reconocés que ellos también tienen una búsqueda de aprobación como vos, y si los insultás o desmerecés los hacés sufrir.
Y además nunca vamos a saber todo, sí podemos saber algunas cosas para manejarnos un poco.
-¿Y creés que eso es algo bueno o malo?
-Bueno, porque dejás a tu búsqueda de certidumbre con ganas de más. Seguís motivado a conocerte, a explorarte, a preguntarte quién sos. A descubrir que el vos de hoy no es el vos de ayer, y preguntarte por qué. La ciencia es la manifestación más institucional de la búsqueda de certidumbre y de novedad. Es lo que nos lleva a ser curiosos y aprender cosas nuevas.
-¿Por qué en la cubierta de tu libro dice que soñás con que las emociones se reconozcan en el colegio?
-Porque hoy en día te enseñan una gama de conocimientos muy útiles pero que carecen de información sólida sobre por qué somos como somos. Y por eso hay tanta dificultad en la vida cotidiana para llevarte con una pareja, relacionarte laboralmente o evitar golpearte con el que te empuja en el colectivo. Tanto en el nivel de la coexistencia práctica como en el nivel más profundo de manejarte con vos mismo o con los demás, nadie te enseña que tenés funciones emocionales.
Por eso tiene que ser reconocido y explicado por programas de educación. Si mi libro está sólo en la sección de autoayuda, tenemos un problema porque sólo va a llegar a él quien se siente mal. Yo lo que propongo es que nos conozcamos cómo funcionan nuestros procesos emocionales y cómo están fundamentados para existir, por el simple hecho de que tenemos que hacerlo. Para manejarnos mejor de antemano y no necesitar de autoayuda.
Conocer cómo funcionamos emocionalmente, es la receta para tener una sociedad mejor.
Fotos: Gabriel Muñoz Asquini
A esta entrevista la hice hace varios meses y había quedado en el tintero. Luego de nuestra reunión, Federico Fros Campelo dio una charla TEDx muy interesante donde amplía un poco estos temas.