Revista Opinión

Las emociones. Nuestra vorágine interior

Publicado el 16 octubre 2017 por Carlosgu82

A las emociones, las podemos considerar como habilidades que podemos aprender, para mejorar nuestra vida. Son reacciones que aparecen en nosotros, tanto a nivel psíquico, como fisiológico y conductual, ante cualquier acontecimiento que nos sucede, cambiando nuestra atención, ánimo y comportamiento

Ante cualquier suceso, nuestra mente reacciona de una manera determinada, según las creencias que tengamos integradas, hacia lo que nos está ocurriendo. En base a eso, adoptaremos una conducta específica como respuesta. Por último, nuestro cuerpo también reaccionará a nivel fisiológico, por lo que se nos pueden crear distintas manifestaciones, como sudoración, temblor, taquicardia…

Imagina por ejemplo, que en el pasado, un perro intentó morderte. A partir de entonces, pensarás que los perros son peligrosos. Si en este momento, apareciera un perro frente a ti, recordarías automáticamente lo que te sucedió. Tu creencia sobre ese hecho, aparecerá en tu mente y tu reacción, será la de apartarte inmediatamente, de lo que consideras un peligro. Tu cuerpo reaccionará poniéndose rígido. Puede que te tiemblen las manos, la voz o incluso el cuerpo entero. Tendrás sudoración y taquicardia, y tu cuerpo se preparará para la huida. En tu reacción ha intervenido no solo una manifestación física, sino también tus creencias mentales, en base a tus experiencias anteriores.

Todos tenemos una serie de emociones básicas o innatas en nosotros desde nuestro nacimiento, pero… ¿Sabemos identificarlas cuando nos aparecen? ¿Sabemos para que nos sirven?

Muchas veces es muy difícil saber lo que sentimos ante una situación o un problema, sobre todo, si nadie nos ha enseñado a identificar nuestras emociones, ni a gestionar, como debemos reaccionar ante ellas. En muchas ocasiones, lo que nos han enseñado, ha sido a tapar nuestras emociones, para no parecer débiles ante los demás, pero mostrar una emoción, no tiene nada que ver con la debilidad.

Sabemos que las emociones básicas son la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, la sorpresa y el asco, pero según lo que hayamos vivido y lo que nos hayan enseñado, podemos pensar que no somos, ni siquiera, merecedores de tener alegría, o que está mal enfadarnos o estar tristes. También podemos haber adquirido la creencia de que, es de cobardes o de débiles tener miedo, por lo que, en todos estos casos, trataremos de ocultar nuestras emociones, para evitar el peso de la culpa y la vergüenza que estas creencias conllevan.

Todas estas creencias son absolutamente falsas. El hecho de tener emociones, es algo innato en nosotros, y podemos elegir ser libres, para poder expresarlas de forma natural, ya que, el hecho de gestionarlas de forma inadecuada, nos producirá una carga cada vez mayor, que nos impedirá ser felices.

¡Reprimir nuestras emociones nos puede pasar factura!

Si desde niños, nos han insistido en hacernos ver, que ciertas emociones están mal, lo más normal es que llegue el momento en el que, las habremos reprimido tanto, que no sepamos ni identificarlas, ni expresarlas, ni actuar de manera adecuada, produciéndonos una gran carga a nivel emocional y físico.

Emociones como la ira o el miedo, pueden ser el vehículo perfecto para sentirnos culpables por nuestras reacciones, sobre todo, si estas aparecen de forma descontrolada en nosotros, por lo que, es corriente, que tratemos de ocultarlas para evitar la vergüenza que nos puede causar esta reacción.

Llegará un momento, en el que, esa carga sea tal, que nos empezarán a aparecer síntomas psicosomáticos, tales como cansancio, apatía, ansiedad, estrés e incluso depresión. Esa sensación de infelicidad nos hará sentirnos perdidos, sin saber muy bien que es lo que queremos o necesitamos para conseguir la felicidad.

A nivel físico, el cuerpo también reacciona, pudiendo producir dolores de cabeza, molestias en el estómago que pueden llegar a convertirse en úlceras, dolores de cuello, hombros y espalda por la tensión acumulada, e incluso aumento de la tensión arterial o problemas de corazón.

Todas las emociones tienen su función

Aunque pensemos, que la mayoría de las emociones, no nos sirven nada más que para empeorar nuestro estado físico y mental, lo cierto es que, todas ellas son necesarias para gestionar nuestra propia vida y nuestro entorno social. Saber gestionar nuestras emociones es, por tanto, vital para crecer como personas y tener una vida plena. Es importante que seamos conscientes de que todos tenemos estas emociones, como seres humanos que somos, por lo que lo natural es, que podamos expresar lo que sentimos sin ningún tipo de tapujo, culpa, remordimiento o vergüenza. Esto hará que podamos empezar a gestionar nuestras emociones de forma saludable.

Ver para que nos sirven las emociones puede ayudarnos a pensar en ellas de forma más positiva, y dejar de lado la dualidad de que las emociones son buenas o malas. Simplemente, son necesarias.

  • La alegría nos sirve para generarnos sentimientos de plenitud, nos eleva la autoestima y nos aumenta la energía, ayudándonos también a mejorar las relaciones con los demás
  • La tristeza nos sirve para replantearnos lo que nos ha sucedido, tal como una pérdida o un fracaso, para encontrar una nueva solución o un nuevo camino al que dirigirnos.
  • La ira nos avisa de un peligro que amenaza lo que queremos, como un obstáculo que impide nuestras metas. Algo de lo que hay que defenderse, para evitar perder aquello que está siendo amenazado.
  • El miedo, sin embargo, nos avisa de un peligro a nivel físico, psíquico o social. Nuestra respuesta puede ser la huida del peligro, para ponernos a salvo rápidamente, o la lucha, utilizando un comportamiento agresivo, que nos defienda de la amenaza.
  • La sorpresa nos ayuda a actuar rápidamente ante un imprevisto. Nuestro cuerpo se prepara para actuar ante lo inesperado.
  • El asco es una reacción de repulsa ante algo que es desagradable. Nos prepara para rechazar aquello que es desagradable para nosotros.

Desarrollar habilidades emocionales nos ayudarán a sentirnos mejor

Todos podemos aprender a regular nuestras emociones de forma positiva. Para ello, es bueno empezar a convertirnos en observadores de nosotros mismos, por lo que ante la situación que estemos viviendo podemos:

  • Observar nuestras reacciones sin juzgarlas y sin enfadarnos con nosotros mismos.- Este será el primer paso para empezar a identificar nuestras emociones
  • Darnos un tiempo antes de reaccionar.- Podemos tratar de tranquilizarnos, respirar hondo varias veces tratando de centrarnos en la respiración y no en lo que nos sucede. Esto hará que nuestra mente se relaje y nos ayudará a tomar mejores decisiones y a no complicar más las cosas
  • Cada emoción tiene una función.- Es importante intentar comprender qué nos quiere decir la emoción en ese momento, para qué se nos presenta, qué es lo que tengo que aprender de la situación que estoy viviendo.
  • Es importante aceptar la emoción y poder expresar lo que nos ocurre.- Esto nos ayudará a liberarnos de la carga que supone resistirse a tener una emoción y a ocultarla. Solo el hecho de poder expresarlo puede ayudarnos a sentir mejor, y a que la persona que te escucha sepa exactamente cuales son nuestras necesidades sin tener que estar adivinando lo que nos sucede.
  • Tratar de actuar y de pensar de forma positiva nos ayudará a mejorar lo que sentimos y lo que nos ocurre.- Cuando tenemos una actitud negativa, no solo empeoramos lo que nos ocurre, sino que nuestra autoestima puede caer a la deriva en muy poco tiempo. Para poder mejorar nuestra situación, y evitar que ésto suceda, es bueno hacer cosas como darnos mensajes positivos a nosotros mismos, hacer actividades que nos distraigan del problema que estamos teniendo, compartir tiempo con las personas que nos quieren, hacer actividades solidarias…
  • Hacer ejercicio, meditación o yoga son actividades que también pueden hacer que nuestra mente sea capaz de centrarse en lo que nos ocurre de forma más objetiva y positiva

Como hemos visto, las emociones son algo fundamental en nuestra vida, por lo que, si aprendemos a gestionarlas de manera adecuada, obtendremos beneficios en todos los niveles, pero no solo a nivel físico, psíquico y conductual, sino que también mejorará la manera en la que percibimos nuestro entorno y por tanto, nuestras relaciones con los demás serán más positivas. Merece la pena descubrir nuestra vorágine interna de emociones para vivir mejor tanto en nuestro interior, como en el mundo que nos rodea.


Volver a la Portada de Logo Paperblog