"Estoy preocupado por la cantidad de horas que le dedico a mi trabajo", así comenzó Alejandro uno de nuestros últimos encuentros. "Siempre critiqué a mi viejo que, cuando estaba en mi casa, se la pasaba haciendo cosas pendientes y nos daba poca bolilla y yo me encuentro haciendo exactamente lo mismo", fue otro de sus comentarios. "La semana pasada tuve que viajar a USA, como tenía que pasar un fin de semana la incluí a mi mujer en el programa y, finalmente, no logré desconectarme de la máquina ni el sábado ni el domingo".
Roberto me llamó y pidió: "Gabriel, me ayudás que tengo una conversación con mi jefe, mañana, y quiero pensar cómo encarar algunos temas?". Cuando ya estábamos charlando, agregó: "estoy enojado porque hace meses me prometieron un ajuste de mi sueldo y me lo vienen postergando, quiero hablar de eso".
Los dos ejemplos corresponden a profesionales respecto de los temas conversados con su coach.
Alejandro está sobrepasado por su trabajo y parece no encontrar el punto justo para balancear su vida laboral con su vida personal. Da la sensación que su grado de responsabilidad es alto, lo mismo que su compromiso y que lo que debe tener en cuenta es la posibilidad de delegar, poner en claro los plazos y ciertos límites para preservarse.
Roberto tiene problemas más sencillos y concretos, hasta de baja complejidad, que corresponden a una jerarquía menor: tiene que pensar cómo encarar una conversación con su jefe que incluya, entre otras cosas, su malestar por un sueldo desactualizado.
Las apariencias engañan: Roberto es el Gerente General, totalmente consolidado en su posición y respetado por su equipo y por su superior regional. Alejandro asumió una gerencia hace unos cinco meses, está asustado por las nuevas responsabilidades y, todavía, inseguro respecto a sus propias posibilidades de éxito.
Me llama la atención la humildad de quienes tienen una jerarquía más alta y poder de decisión. La facilidad con la que pueden pedir ayuda en temas que parecen sencillos. Y como contrapartida, es notable la manera de disfrazar temas simples pero profundos por problemas de una falsa complejidad y "que corresponden" a un alto grado de responsabilidad.
Quizás tenga que ver con la seguridad que brinda la posición que ocupan "los que deciden" o, lo que es más probable, es que estén ocupando la posición porque son humildes y capaces de pedir ayuda cuando lo precisan.