Revista Cultura y Ocio

Las escaleras

Publicado el 01 enero 2011 por Lorena
  ¡Feliz 2011!
   Primer cuento del año. ¿Qué más necesita para ser especial?
Las escalerasLas escaleras
   Las escaleras bajaban. ¿O subían…? Bajaban, bajaban. No recordaba previo a aquel despertar en esas escaleras vacías, pero estaba segura de que debía bajar. Entonces, bajó.
   Las luces se prendían automáticamente cada vez que se acercaba a un nuevo piso. Aunque no supiera cuál era. No había indicaciones de ningún tipo, por lado alguno. Y ninguna de las puertas que había probado se abría. Luego de un rato, giró la muñeca hacia sí misma. El gesto fue tan automático que le llevó unos segundos darse cuenta de que no llevaba reloj. ¿Qué raro? Si no se lo sacaba siquiera para bañarse. Tal vez se le había salido cuando se cayó en las escaleras. Al menos creía que se había caído, ello parecía indicar el golpe que hacía que le doliera tanto la cabeza.
   Se asomó por el hueco de las escaleras a mirar hacia arriba y consideró regresar a buscar el reloj. Si es que en verdad se le había soltado, lo que era improbable. Tal vez se rompió con el golpe, cuando se cayó… Se frotó la frente confundida. Sabía que se había caído, pero cada vez estaba menos segura. También dudaba sobre la cantidad de pisos que había bajado. ¡Qué tonta! No los había contado.
   Se sentó en uno de los escalones a pensar. La luz se mantenía prendida. Luego de un largo rato, en el silencio, emergieron ruidos. Aguzó el oído. Eran pasos. Tenues, lejanos, pero eran pasos. Se asomó nuevamente al hueco, no veía a nadie, ni hacia arria ni hacia abajo. ¿Y cuántos pisos había allí? Tampoco se observaba el final de ninguno de los dos extremos.

   — ¿Hola? —su voz retumbó a su alrededor y se extinguió al instante.
   Por un momento creyó haber perdido los pasos, aunque allí estaban de vuelta. ¿Hacía arriba o hacia abajo? Bueno, ya iba hacia abajo, así que siguió en esa dirección.
   Después de un tiempo volvió a olvidar que no llevaba reloj y se observó atentamente la muñeca. Con el ceño fruncido, se sentó en un escalón. Le extrañó no sentirse fatigada. De todos modos, se quedó descansando. Y cuando estaba a punto de levantarse, pensó que si se quedaba allí, algunos de esos pasos la alcanzarían. Y esperó. Estuvo mucho tiempo esperando, o así le pareció, no tenía reloj. Las luces no se apagaron nunca.
   De repente se dio cuenta de que tampoco sentía hambre. Solo ese dolor incesante en la cabeza. Se recostó en el escalón a seguir esperando. No estaba muy segura de qué esperaba, pero creía que eso era lo que había estado haciendo. No lo recordaba bien. Así que esperó. Entonces escuchó pasos. ¿De dónde venían? Seguro venían de arriba. Entonces, con decisión, se levantó y se puso a seguirlos.
   Tiempo después ya no supo cuántos pisos había subido, no había números en las paredes, ni en las puertas. Se miró la muñeca, aunque no estuvo muy segura de por qué. Decidió sentarse a descansar, aunque no estaba cansada, solo le dolía la cabeza. Ese dolor no le dejaba pensar.
   Esperó un rato, hasta que se preguntó qué era lo que esperaba. Entonces se puso en pie, en marcha. ¿Hacia arriba o hacia abajo? Abajo, seguro que las escaleras bajaban.
Cuento anterior......................................................Cuento siguiente
Ver listado de cuentos

Volver a la Portada de Logo Paperblog