Revista Opinión

Las escuelas públicas y el manejo de la cultura en Venezuela.

Publicado el 02 agosto 2018 por Carlosgu82

Compartiré mi experiencia en una escuela de arte pública en Venezuela con ustedes.

En el 2014 entré a una Escuela de Arte, una de las más importantes del Oriente del país; esta escuela fue fundada por un reconocido artista venezolano en 1958, es reconocida por haber sido centro de formación para muchos de los artistas más importantes de la zona, que fueron desde alumnos, profesores y directores. En sus inicios solo se veían talleres de dibujo y pintura; para el 2014 ya era (y sigue siendo) una escuela técnica dónde luego de cursar tres años,  puedes graduarte de Bachiller Técnico Medio en Artes Plásticas, especializándote en alguna de las menciones: Arte Puro, Artes Gráficas o Artes de Fuego.  Quiere decir que entre las materias de artes, también se cursan algunas de las materias normales de bachillerato (en el caso de que el estudiante sea bachiller, pues también pueden ingresar personas que ya se han graduado).

La Escuela es un importante referente cutural de esta zona del país en lo que refiere a artes plásticas y fue un punto de partida para muchos jóvenes y adultos que aspiraban convertirse en artistas y, con el pasar del tiempo, lo hicieron posible.

No es un secreto para nadie que en Venezuela desde hace 20 años las instituciones culturales  y todo tipo se han ido minimizando no solo en cantidad, sino también en calidad, convirtiendo cada institución, cada cargo, cada puesto, en uno marcado por la política y el amiguismo. Es preferible colocar en un cargo público a una persona que tenga el mismo color de mi camisa, que por su capacitación o su habilidad para su trabajo correspondiente. Generando así instituciones mediocres que van hundiendo cada vez más al país.

La escuela de arte, el ministerio de cultura y las organizaciones de protección a la cultura, a los estudiantes y a los menores de edad, no fueron la excepción. La escuela desde hacía muchos años, por lo general, había tenido un director artista y si no lo era, estaba ligado al arte desde alguna rama; esta modalidad cambió cuando  se hizo bachillerato y se vuelve parte del ministerio de Educación y del de Cultura.  Así, se empieza a aceptar también personas solo ligadas a la parte de la educación. La escuela ya había pasado por varios malos directores cuando ingresé en ella y el director que estaba en el puesto en ese momento, era solo un funcionario público que fue colocado por la dirección de cultura del Estado.

El director era incompetente, desconocedor de cualquier cosa ligada al arte e incapaz de manejar una escuela. Dejó de entrar presupuesto a la escuela por parte de la gobernación, no se les pagaba a muchos profesores, las instalaciones se deterioraban y no había reglamento, cada quien hacía lo que quería.

La Escuela se convirtió en un espacio en el que la Gobernación colocaba el personal que desconocían a que otro lugar enviar (en la Gobernación de aquí no se pueden despedir personas sin razones justificadas, por lo tanto hay muchísimos trabajadores que la entidad debe esparcir entre la instituciones públicas), por ello, existía una gran cantidad de obreros y personal administrativo. De hecho, la matrícula de personal obrero es más alta que la matrícula de alumnos en la Escuela.

Había y siguen habiendo profesores serios, dispuestos a trabajar, que tienen la calidad profesional, artística y humana que se requiere para enseñar; personal administrativo capaz y obreros amables y dispuestos, y por supuesto, trabajadores que carecen de esto. Al haber una dirección mediocre los “profesores” incapaces dan clases bajo sus propias normas al igual que todo el resto del personal que van trabajando sin dirección.

Los alumnos estábamos cada vez menos entusiasmados, y en un ambiente sin ningún orden algunos grupos de alumnos también encontraron en  la escuela un espacio para hacer lo que les diera en gana.

En fin, un desastre total.

¿Qué ocurre después?

Ante la problemática un grupo de alumnos y egresados, junto a uno o dos profesores decidimos simplemente escribir una carta que todos firmaríamos. No nos esperábamos que esa carta generara  una ira de la que es parte todos los empleados que se sentían ofendidos porque un grupo de personas considerábamos que su deber era trabajar en lo que se supone que es su puesto. Por supuesto la situación no tarda en mancharse de política por que (el que vive en Venezuela lo sabe), aquí todo está marcado por una politiquería dañada.

Resumiré la razón por la cual se consideró un propósito político en lugar del verdadero propósito de la carta, que era solo la petición de una escuela mejor, más segura y de una educación de mayor calidad. Como sabrán, Venezuela pasa por una crisis económica y alimenticia, en el 2015 o 2016 Nicolás Maduro ordena que la en las escuelas, universidades, liceos, etc. públicos se siembren plantas que produzcan alimentos, e incita a que las personas practiquen eso en sus hogares. Resulta que la Escuela, como es una escuela de arte, cuenta con una galería, además de que cada fin  de curso se hace la exposición de lo hecho por los alumnos durante el año en cada taller de la Escuela, por ello, toda la escuela se convierte en un espacio expositivo y, a menos que la exposición este bajo un concepto no convencional, dicho espacio debe poseer un nivel estético agradable.

En el frente de una de estas áreas expositivas se encontraba un espacio de área verde donde había unas plantas ornamentales; las cuales fueron arrancadas para sembrar dos plantas de yuca, para seguir los lineamientos de Nicolás Maduro. La Escuela contaba con un gran espacio de terreno sin utilizar y prefirieron cortar  estas plantas ornamentales por que si decidían sembraban en el terreno, debían tomarse el trabajo de preparar la tierra, y los obreros y jardineros no estaban dispuestos a tener que preparar tierra.

En dicha carta se escribió acerca de los profesores desconectados de sus trabajos, el decaimiento de la infraestructura,  personal que faltaba el respeto a los alumnos y viceversa y entre los ejemplos que se colocaron estuvo el de la siembra ya mencionada. La carta se entregaría una al director de la Escuela y otra a la directora de cultura del Estado.

La carta, lejos de generar una mejora, hizo de todo más difícil. La Escuela se tornó inhabitable, los profesores, obreros, personal administrativo y de seguridad trataban como querían a los alumnos, nos insultaban o nos faltaban el respeto e incluso llegaron a amenazar a algunos alumnos y los problemas de la Escuela se hicieron cada vez peor. La dirección de cultura no tomó ningún tipo de acción al respecto porque, como ya mencione, todo estaba rayado de política y creo que no es necesario decir cuál era el partido político al que pertenecían tanto el director de la Escuela como la directora de cultura.

En fin, los alumnos pasamos por una variedad de instituciones públicas que en teoría debían apoyarnos, porque además de ser estudiantes también éramos menores de edad y se estaban violando en la Escuela varios artículos tanto de la Constitución de la República de Venezuela como de la Ley de Protección del niño, niña y adolescente. Denunciamos al director de la Escuela en todos los órganos competentes e incluso en la Gobernación del estado. En todas las instituciones se citó al director para discutir los asuntos que denunciamos y el argumento que daba este señor a cada una de los espacios era: “Son solo unos niños opositores que quieren poner una dirección opositora en la Escuela”.

Y en todas las instituciones (excepto una, que nos apoyó mucho) esa respuesta fue suficiente para no merecer su apoyo. Nos extorsionaron, nos llamaron político-partidistas, drogadictos y delincuentes.

Fue una pelea de 7 meses que no llegó a nada, no obtuvimos resultados, no pudimos sacar al director y no mejoramos nada en la Escuela. No nos insultaron más, se generó un ambiente más respetuoso  porque los trabajadores ya sabían, por todo lo que había ocurrido, que los podíamos denunciar y que lo haríamos.

Fuimos un grupo de jóvenes y adultos, estudiantes y egresados que de verdad valoramos la Escuela,  queríamos y seguimos queriendo verla hermosa de nuevo, libre de la delincuencia cultural (solíamos utilizar mucho ese término), y de la política sucia.

El post está muy resumido y quedan muchas anécdotas de la Escuela de esos 7 meses y los meses posteriores que pueden servir para conocer un poco más de lo que vivimos y de cómo es la educación pública.

En el próximo post hare una reflexión acerca de lo que aprendí de esta experiencia.


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