The Fox sisters
Cuando la familia Fox llegó al pequeño Hydesville, situado a unas veinte millas de Rochester, New York vivía uno de los inviernos más fríos de su historia. En la modesta casa de madera se acomodaron el padre y la madre, ambos metodistas en religión y granjeros, y dos de sus niñas, Maggie de catorce años y Kate de once. Según nos cuenta Doyle en su libro, la casita ya tenía cierta mala “reputación”. Otros arrendatarios antes de los Fox se habían quejado de unos insistentes “ruidos” de origen desconocido, aunque lejos estaba el horror que vendría con los nuevos habitantes. Durante un tiempo nada perturbó la rutinaria vida familiar, pero una noche comenzaron los rap, golpes secos que se escuchaban en los pisos, las paredes y los muebles, siempre en presencia de Kate y Maggie. La reacción de la familia fue dispar. Mientras el padre se mostró escéptico, la madre asustada pensó que los espíritus habían invadido la casa. Las niñas, al principio estuvieron temerosas, los ruidos eran tan fuertes que hasta las camas temblaban y pidieron dormir con los padres. El fenómeno volvió a repetirse noche tras noche (al principio nada sucedía a la luz del sol) y entonces Kate, la menor de las hijas, comenzó a desafiar al “ruidoso”, devolviendo los golpes con su pie en el suelo. Fue el principio de su sistema de comunicación con los espíritus. Pronto se sumó la hermana, Maggie, e incluso la madre se aventuró a preguntar por las edades de sus seis hijos y una sorpresa despejó totalmente sus dudas. El espíritu respondió con precisos golpes e insistió con el número de siete, claro, había un dato que no conocían las niñas ni su esposo, un hijo de la mujer había fallecido a la edad de tres años.
Como nada es secreto en una pequeña comunidad, al poco tiempo el acontecimiento estaba en boca de todo el pueblo, la pequeña casa se llenó de visitantes y no quedó lugar ni para espectros. Mientras su fama crecía, Maggie y Kate fueron perfeccionando el telégrafo espiritual, un golpe para No, dos golpes para Sí y con la ayuda de un vecino crearon un alfabeto para mejorar la comunicación.
Así se enteraron que trataban con el fantasma de un tal Charles Rosma, buhonero que al parecer, había sido asesinado por antiguos habitantes de la casa y enterrado en algún lugar del sótano. Aún cuando algunos sospechaban que las niñas pudieran estar mintiendo, el fenómeno seguía sin explicación y el solícito “Charles” continuaba respondiendo por medio de sus raps todas las consultas. En ese entonces un tercer personaje se sumó a la particular historia: Leah. La hermana de Kate y Maggie y profesora de piano, acudió a Hydesville para convertirse en manager del equipo de médiums y se llevó a las niñas a Rochester para dar sesiones de espiritismo. Un año después de los primeros rap, las hermanas Fox eran muy populares, habían pasado por innumerables y minuciosas pruebas científicas y nadie había podido demostrar que eran farsantes a pesar de los muchos detractores y escépticos. Figuras como Benjamin Franklin o Tom Paine, muy fallecidos, enviaron sus mensajes a través de ellas y de todos los rincones del mundo llegaban famosos para conocer, sobre todo a Kate, la más simpática de las Fox. Incluso se dice que el presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce y su esposa, también solicitaron los servicios de las afamadas espiritistas. Fuera de las luces, se sabe que Kate y Maggie sufrieron de severas migrañas, fueron adictas al alcohol y sus historias personales no fueron muy felices. Hacia 1885 Maggie, la de peor suerte, se quebró y confesó que todo había sido un fraude entre las hermanas. Para probar su punto, se quitó el zapato e hizo un chasquido con los dedos de los pies con un sonido raro, pero distinto al de los famosos rap. Mientras su hermana Kate no estuvo de acuerdo y siguió actuando como médium, los espiritistas denunciaron la confesión como “desvaríos de borracha triste” y al tiempo la mujer se retractó.
En 1904, una década después de la muerte de las hermanas Fox, un grupo de niños jugando en la casa supuestamente embrujada donde habían vivido las célebres espiritistas, descubrió un muro derrumbado en el sótano. Detrás de él, estaba el esqueleto de un hombre.
Fuentes:
Emmons, Charles, Penelope. Guided by Spirit: A Journey Into the Mind of the Medium. Pág. 205
Conan Doyle, Arthur. Historia del Espiritismo.
Borges, J.L. Un ensayo por Borges acerca de Swedenborg
Wikipedia: enlaces en texto
Imàgenes: Internet