Edición:Turner, 2014 (trad. Ismael Attrache)Páginas:296ISBN:9788416142026Precio:14,90 €Leído en versión original.
Cuando se piensa en la bomba atómica, la mente evoca imágenes de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, las masacres que marcaron el final de la Segunda Guerra Mundial en agosto de 1945. Su origen, sin embargo, no se conoce tanto, y la escritora estadounidense TaraShea Nesbit lo recuerda en su primera novela, Las esposas de Los Álamos (2014), inspirada en la investigación que un equipo de científicos llevó a cabo en esta zona de Nuevo México para dar con la tan codiciada arma nuclear. Nesbit, además, da voz a las actrices secundarias: las parejas de los investigadores, mujeres que no aparecen en los manuales de historia, mujeres que desconocían (al menos de forma oficial) el trabajo de sus maridos, pero que convivieron con el incómodo secretismo durante dos años, un tiempo en el que vieron crecer a sus hijos mientras se mantenían alejadas de su tierra y de sus otros seres queridos.Las esposas proceden de diversos países, son jóvenes, educadas y cosmopolitas. A pesar de las diferencias personales que puedan existir entre ellas, Nesbit elige como hilo conductor aquello que las une, aquello que tienen en común, por eso la obra está narrada en primera persona colectiva, un «nosotras» que las comprende a todas, que comprende la inseguridad, los temores y la fragilidad, pero también el arrojo, la entereza y la honradez de quienes se vieron obligadas a aparcar su vida para trasladarse a una ciudad a medio construir donde carecían de lujos y eran observadas con desconfianza por los lugareños. Se trata, por lo tanto, de una perspectiva de lo íntimo, de la adaptación a un entorno ajeno, de las relaciones interpersonales en un clima de miedo y clandestinidad. No se entra en detalles técnicos sobre los avances del proyecto nuclear, más allá de los eventuales cambios anímicos que las mujeres detectan en sus cónyuges, ni se entretiene en historias melodramáticas particulares.La narración gana intensidad con el paso de las páginas gracias a la asfixiante evolución psicológica de las protagonistas, que va desde la confusión inicial a la toma de conciencia de las consecuencias cuando se producen las fatídicas explosiones, pasando por el escalofriante testigo de las represalias a una mujer que cometió el error de hablar demasiado. La autora no pretende reconstruir el episodio con finalidad didáctica, sino que lo evoca desde una mirada literaria, elusiva, cargada de recursos poéticos. Se aleja de las novelas históricas convencionales (lineales, claras, directas) que reconstruyen un conflicto en clave femenina, como las de Tracy Chevalier. Nesbit ha estudiado Escritura Creativa y el uso de este juego narrativo parece un buen medio de expresar su voluntad de distanciarse de los clichés.No obstante, el plural conlleva inconvenientes, dado que, si bien de entrada este recurso se recibe como una muestra de frescura entre tantas obras cortadas por el mismo patrón, a medida que la trama avanza se convierte en un lastre por la excesiva repetición de enumeraciones del tipo «Algunas veníamos de París, de Berlín o de Londres.» o «Algunas estábamos embarazadas, teníamos hijos recién nacidos o en edad escolar.». No consigue aunar todas las voces en una sin deshacerse de esos obstáculos. La primera persona colectiva resulta eficaz para un relato, un texto breve en el que la experimentación brille sin saturar; ahora bien, en una novela corre el riesgo de caer en la monotonía y cansar al lector. Quizá habría sido mejor narrar solo algunos fragmentos desde esta perspectiva y asignar el grueso de la obra a un punto de vista omnisciente.
TaraShea Nesbit
En suma, el debut de Nesbit se aproxima, de forma más literaria que histórica, a una vertiente de la Segunda Guerra Mundial poco explorada en narrativa. En lugar de seguir un argumento causal al uso, deja que el peso recaiga en las emociones del colectivo de mujeres, una voz íntima que alcanza momentos de un lirismo notable y que no individualiza las acciones. Las esposas de Los Álamos tiene más interés por esta experimentación (su rasgo más llamativo y a la vez el más perjudicial) que como novela instructiva sobre cómo se fraguó la bomba atómica. A pesar de sus problemas, siempre es agradable descubrir a una autora que no aspira a hacer más de lo mismo y enriquece la literatura sobre un tema tan trillado con otro enfoque.