El sueño no tiene un curso lineal, sino que se compone de ciclos, de aproximadamente una hora y media cada uno. A su vez, estos ciclos se subdividen en fases. La primera de ellas, tiene una duración de apenas unos minutos, que se da en el momento del adormecimiento. La segunda, en cambio, se prolonga por unos 20 minutos, que es la fase del sueño ligero. La tercera y cuarta, corresponden al sueño reparador. La quinta es en la que se sueña. Minutos antes de culminar esta fase puede decirse que la persona estaría en condiciones de despertarse, pero lo normal es que se ingrese en otro nuevo ciclo y la secuencia se repita.
Para despertarse bien descansado, hay que aprender a abrir los ojos justo cuando un ciclo culmina. Y, por supuesto, hay que acostarse cuando el ciclo comienza.
Las señales del comienzo del ciclo son conocidas, los bostezos, picazón en los ojos, enrojecimiento de los mismo, etc. Si la persona no se acuesta en ese momento, lo más aconsejable es esperar a que se produzca el ciclo siguiente.
Para conocer el ciclo de sueño, debe tomarse nota de cuándo se tiene la primera crisis de sueño, o sea ser, desde el primer bostezo. También debe tenerse presente la hora en que se despierta naturalmente, por ejemplo, los fines de semana, que son los días en los que el despertador no es necesario.
Si la persona se despierta durante la noche, debe también registrarse esa hora. De este modo se podrán obtener las dos informaciones fundamentales que servirán para regular el sueño de modo natural. Para ejemplificar, podría darse la situación de una persona que se duerme alrededor de las 23:30 horas y se despierta primero a las 5:30, y luego a las 7 horas. En este caso, el ciclo de esta persona será de 90 minutos. A partir de las 23:30 cada hora y media se cumplirá un ciclo de su reloj interno. De tal forma, a las 7 horas habrá cumplido 5 ciclos.
Para poner en hora el despertador, de modo que suene en el momento en que finaliza un ciclo, basta con que se lleve a cabo el cálculo de cuánto duran los ciclos.
Es importante recordar, que lo fundamental es no interferir los ciclos, porque si éstos se interrumpen se perturbarán las fases de recuperación de las energías.