Edición: Versátil, 2012 Páginas: 352 ISBN: 9788492929764 Precio: 17,90 € Hace unos días os hablé de Hojas de dedalera, la primera novela de Victoria Álvarez (Salamanca, 1985), una historia ambientada en la época victoriana con elementos del romance paranormal que, pese a no ser perfecta, me pareció muy entretenida y recomendable. La autora es licenciada en Historia del Arte, ha hecho una tesis doctoral sobre la literatura del siglo XIX y todo esto se nota en su obra, porque conoce a fondo los ambientes que recrea, hace guiños a los grandes clásicos decimonónicos y describe con minuciosidad los edificios y otras manifestaciones artísticas. En otras palabras: sabe lo que se hace y nadie debería prejuzgarla por su juventud. Hoy me centro en su segundo libro, Las eternas, totalmente independiente al anterior y, a mi parecer, menos llamativo para la mayoría de lectores, aunque de eso ya me ocuparé más abajo. Venecia, 1908. Mario y Andrea Corsini son dos jóvenes hermanos que se encargan del negocio familiar, una humilde juguetería. Nunca han tenido competencia en la zona, así que la puesta en marcha de La Grotta della Fenice, una juguetería más grande, con artilugios sorprendentes y muñecas parlanchinas, no les hace ninguna gracia. Mario, impactado por los extraordinarios mecanismos de los nuevos jugueteros, decide acercarse a los dueños de la tienda, Gian Carlo Montalbano y su hija Silvana, para averiguar qué se esconde detrás del negocio. Sin embargo, el chico no esperaba que conocer a la atractiva y distante Silvana provocaría un antes y un después en su vida, para lo bueno… y para lo malo. A grandes rasgos, Las eternas se puede catalogar como un romance paranormal, aunque esto sería simplificar mucho las cosas. En efecto, la autora se inspira en Frankenstein y el mito del ave fénix, lo que le da unos componentes imaginarios que se intuyen enseguida (aunque eso no me ha hecho disfrutar menos de la lectura); no obstante, la historia toma como punto de partida el mundo real y las relaciones entre personajes «normales» (la rivalidad entre los jugueteros, la amistad de los hermanos Corsini con sus vecinos, los líos de faldas de Andrea…), así que la carga de elementos irreales no es tan grande como en los libros que se desarrollan en un lugar inventado. En cualquier caso, me parece un planteamiento atractivo, ideal para crear mucho misterio y proporcionar entretenimiento al lector. Es un tipo de historia que en la narrativa española reciente solo he encontrado en las primeras obras de Carlos Ruiz Zafón (Marina y las tres novelas agrupadas como la Trilogía de la Niebla), aunque diría que Victoria Álvarez le da un toque más romántico y es más meticulosa en los detalles. Además, al igual que Hojas de dedalera, la obra destaca por la cuidada recreación del ambiente del barrio veneciano, con descripciones detalladas de los trajes y los juguetes; se puede decir que Victoria Álvarez escribe con buen gusto y la trama abarca más ámbitos que el romance. A propósito de esto, me gusta cómo la autora ha construido el argumento, con las escenas bien desarrolladas, manteniendo la intriga y el ritmo, a pesar de algunos pequeños bajones. Fantástica la recta final, un desenlace agridulce muy bien encontrado. Al igual que en Hojas de dedalera, está narrada en tercera persona, esta vez centrada en un protagonista masculino, Mario Corsini. En general, los personajes me han parecido más interesantes que los de su debut: tienen más luces y sombras, sin ser tampoco el colmo de la profundidad. La novela también cae en el tópico del amor a primera vista, pero al menos no hay escenas románticas tan azucaradas y extensas como en Hojas de dedalera. Las eternas tiene más tensión, se desarrolla en un lugar sombrío y la acción es más trepidante. Aun así, no puedo decir que esta novela me haya gustado más que Hojas de dedalera. Si os soy sincera, ninguna de las dos me ha convencido al cien por cien. De entrada, el problema de Las eternas es que su planteamiento me parece menos ambicioso: los sucesos narrados en esta novela dan menos juego que todo lo acontecido en Hojas de dedalera, porque se centran bastante en el hilo de la juguetería y se pierde el encanto que tenía recorrer diversos escenarios de la ciudad de Londres; digamos que Las eternas es un libro más sencillo, incluso aunque pueda ser superior en algunos aspectos (caracterización de personajes, tensión). Además, tiene aspectos previsibles, en algunos momentos pierde emoción (algún punto muerto en el asunto amoroso) y no acaba de ser una novela redonda. Esto se relaciona con lo que comentaba al principio, esa impresión de que Las eternas ha atraído menos a los lectores. Para empezar, creo que la editorial cometió un error al escoger esa (horrorosa) cubierta: a pesar de que se agradece que la chica se parezca a Silvana, el tipo de montaje de la imagen es como una señal de Stop para todos aquellos lectores que se acercaron a Hojas de dedalera encandilados por la ambientación victoriana. Y esto es así porque la cubierta de Las eternas sugiere únicamente que estamos ante una novela de misterio paranormal, no consigue captar otros aspectos de la esencia del libro (escritura elegante, ambientación histórica cuidada, importancia de las relaciones familiares…), como sí lo hacía la de Hojas de dedalera. Yo misma, que no soy lectora habitual de paranormal, jamás me habría fijado en este libro de no ser porque había leído previamente a la autora. Hablando de los componentes imaginarios, Hojas de dedalera, al centrarse en una médium, se movía más entre lo real y lo paranormal; en cambio, lo irreal de Las eternas está más acusado, es decir, en un contexto normal uno puede llegar a creer en el espiritismo, pero no en lo que sucede en Las eternas, y eso puede desanimar a los lectores de narrativa general acostumbrados al realismo. Todo esto, unido al hecho de que el público está más familiarizado con la ciudad de Londres victoriana que con la Venecia de principios de siglo XX, hace que Las eternas resulte bastante menos llamativo, o al menos así lo veo yo. En cualquier caso, valoro que la autora se atreva con otros escenarios (a mí sí que me parece atractiva la ambientación de Venecia) y animo a quienes disfrutaron de su primer libro a leer también este.
Victoria Álvarez
En conclusión, Las eternas me parece una novela para disfrutar, una historia bien contada y sin complicaciones, ideal para esos momentos en los que queremos evadirnos con una obra que nos enganche de principio a fin. Si tuviera que recomendar una de las dos publicaciones de Victoria Álvarez, elegiría Hojas de dedalera para los lectores de narrativa general (por aquello de la ambientación victoriana y la menor carga de elementos paranormales) y Las eternas para los que estén más familiarizados con la fantasía y la ciencia ficción, aunque si ya habéis leído la primera os animo a dar una oportunidad a la segunda. Ninguna de las dos es perfecta, pero me lo he pasado bien leyéndolas y estoy segura de que la autora seguirá dando que hablar (para bien) en el futuro.