Revista Infancia

Las expectativas que ponemos en nuestros hijos.

Por Anaperezllinares
Las expectativas que ponemos en nuestros hijos.David ya tiene casi dos años y medio y empieza a mostrar claramente cuales son sus intereses. De entre todas las cosas que le gustan, que no son pocas, parece especialmente interesado por la geología y por la música. Le fascinan todo tipo de piedras, cuevas y demás y se vuelve loco con los instrumentos de música, incluso tararea  y compone sus propias canciones.
Papá y yo tenemos nuestras propias aficiones, que no necesariamente coinciden con las de David (aunque también nos encantan), y el otro día estuvimos dandole vueltas a un tema que, aunque es complicado, consideramos muy importante: no tratar de inculcar a David nuestras aficiones, sino respetar las suyas propias. Y para ejemplificar de lo que hablo, voy a poner como ejemplo una situación que vivió papá en la infancia:
La madre de papá es una apasionada del arte y adora la música. Desde muy pequeñitos, todos sus hijos fueron matriculados en música...a uno de ellos le encantó y lo aprovecho desde el primer momento, pero papá, con ocho años, decidió que no quería seguir porque no el gustaba en absoluto. Su madre trató de convencerlo de que siguiera, pues consideraba que con ello se le abriría una puerta y se molestó ante la tajante negativa de su hijo. Pero papá lo tuvo muy claro y siguió adelante con su decisión...el tenía sus propios gustos , desde chiquitín fue un gran aficionado a la astronomía., y no quería perder su tiempo en cosas que no le interesaban. A día de hoy, uno de sus hermanos es músico, pero su otro hermano y papá tiraron por otros derroteros.
En este caso, papá tenía las cosas muy claras, pero no todos los niños tienen esa seguridad...y muchos se dejan arrastrar por miedo a decepcionar a sus padres, o por evitar el enfrentamiento. De hecho, algunos llegan a la conclusión de que son sus padres quienes saben lo que les gusta.
Creo que este es un tema con el que hay que se ser muy cuidadoso, especialmente si somos personas con unos gustos muy marcados. Podemos cometer el error de no ver quienes son nuestros hijos y tratar de modelarlos a nuestra imagen y semejanza. Y es fácil cometer este error puesto que pensamos que al facilitarles una formación temprana en aquello que consideramos oportuno, les estamos abriendo puertas.
Hoy por hoy muchos niños hacen un montón de actividades desde muy chiquititos, cuando aún no está claro cuales son sus preferencias y en ocasiones los encauzamos y dirigimos por un camino que no es el suyo.
Por eso creo que es importante tener claro que nuestros hijos son diferentes a nosotros y que no necesariamente tienen porqué disfrutar con lo que nosotros disfrutamos. Muchos intentamos ofrecerles lo mejor para que ellos lleguen donde nosotros no llegamos, pero no hay que olvidar que quizás no es allí donde ellos quieren llegar. 
Papá de pequeño no quería ser músico, quería ser astrónomo...Imagino que  muchos niños, como papá, habrán sabido plantarse y dejar claras sus preferencias, pero otros se dejan arrastrar, llegando a estudiar aquello que no les llena y trabajando de ello el resto de su vida.
Y con esto no estoy criticando a nadie...es una cuestión difícil y tampoco sé si llegado el momento seré capaz de ver a David y hacer las cosas bien. Pero creo que merece la pena pararse un momento a reflexionar sobre el tema y ver en que medida hemos volcado en nuestros hijos según que expectativas. Porque en muchas ocasiones, en nuestro afán de abirles puertas, tapiamos la que ellos realmente desearían abrir.

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