Revista Cultura y Ocio

Las fijaciones de Stanislaw Lem

Publicado el 29 marzo 2015 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

stanislawlem

Por Cristián Londoño Proaño

(Colaboración exclusiva para Ciencia ficción en Ecuador)

Cristián Londoño Proaño (Quito, 1973).  Escritor, guionista, productor y realizador audiovisual. Publicó sus libros de poesía: Desojare, Luna de Solitarios y El Signo de la Luna.  Sus novelas: El Instinto de la Luz y Los Improductivos —éste último de ciencia ficción–. Escribió y dirigió las siguientes obras de teatro: Amantes Azules y Cirios Negros. Escribió y dirigió los corto-documentales: “El Hacha enterrada”, “Malayerba: la condición humana en un retablo” y “Jorge Velarde: Autoretratos”. Produjo, dirigió y escribió las series de tv:  “La Belleza de Sentir”,  “Patriotas” y “Arte de Sentir”; el documental  para Tv: “Jorge Enrique Adoum: El poeta desenterrado”. Ganó la I Bienal de Joven Poesía ecuatoriana Jorge Carrera Andrade, el Primer lugar del V Festival al aire libre de la Municipalidad de Guayaquil y una beca artística del Ministerio de Cultura del Ecuador.

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Stanislaw Lem es un escritor polaco que nació en Leópolis en 1921 y murió en Cracovia en 2006. Es uno de los grandes exponentes de la ciencia ficción. Fue uno de los pocos escritores de habla no inglesa que alcanzó fama en el fandom de la ciencia ficción, poniéndose a la par de nombres como Frederik Pohl, Philip K. Dick o Ray Bradbury.

Lo curioso de Stanislaw Lem es que no se consideró un escritor de ciencia ficción. No le interesó las clasificaciones. En una entrevista en la revista «Nurt» en el año de 1972, Stanislaw Lem dijo: «En principio no me interesan los problemas de clasificación como este — ¿qué tipo de escritor soy? Simplemente, igual que ninguno de nosotros a lo largo de su vida se plantea si es mamífero, pertenece al grupo de vertebrados, a tal y tal subclase, del mismo modo hago yo lo que me interesa desde hace mucho tiempo». Y lo que le interesaba era hacer «literatura fantástica», así lo definió. Lem etiquetó a su obra como «literatura de fantasía», para evitar el rigor académico y las limitaciones de los pocos lectores. A pesar de que conocía que la literatura de ciencia ficción y la literatura de fantasía eran consideradas de segundo orden. Además dijo que hablar de división de fantasía y ciencia ficción no cabía. Alguna vez manifestó: «Se trata más bien de echar un vistazo a la totalidad de la creación literaria de hoy y de ver que la llamada literatura de ciencia ficción aún puede abarcar bastante, investigar cuál es su capacidad de carga problemática y artística, qué se puede con este barro –porque sigue siendo barro— modelar».

Lem era consciente que la literatura que creó, tenía un basto universo y había carencias, entre ellas, la falta de estudios teóricos del género y lo que el fandom quería leer. Lem consideraba que la mayor parte del fandom quería obras divertidas, interesantes y ligeras. Por eso propuso una literatura diferente de ciencia ficción. Una literatura interesante y profunda, aunque no siempre divertida. Abordó muchos temas como la nuevas tecnologías, las comunicación, los problemas de la comunicación y planteó algunos elementos que podrían limitar el conocimiento humano.

Tuvo diferencias, tanto en la temática como en la escritura, con los escritores occidentales del género, que las manifestó abiertamente. Dijo que en los años cincuenta la ciencia ficción norteamericana hablaba de robots, ordenadores, etc. y esto era una manera de escaparse. En la entrevista que concedió a «Nurst» dijo: «Si alguien quiere escribir hoy una novela de ciencia ficción y no quiere actuar de forma escapista, tiene que enfrentarse con los problemas que todavía no se han materializado, pero sobre los cuales todos los especialistas dicen que se acercan». Esto le motivó a que en 1976 declarara que la ciencia ficción estadounidense era de baja calidad. Consideraba que mucha de la ciencia ficción norteamericana evadía muchos problemas y escapaba en otras direcciones. Tras esta declaración fue expulsado de SFWA (Asociación Americana de Escritores de Ciencia-Ficción), que años atrás le había hecho miembro honorario.

Lem es un escritor de ciencia ficción, bastante científico. La ciencia ficción de Stanislaw Lem se alimenta de sus reflexiones de los textos científicos. Él definió que las ideas de sus narraciones venían como flechazos luminosos. Y que necesitaba escribir varias versiones de una misma historia y quedarse con la versión que más le satisficiera. «Yo no sé configurar estas cosas desde el principio, tengo que escribir una cosa multitud de veces, rechazando diferentes versiones, hasta llegar a una que me satisfaga, o noto que estoy ya cansado de este juego y no voy a sacarle nada más», dijo el autor. En este juego narrativo experimentó con el lenguaje. Por ejemplo, en Fábulas de robots y Ciberíada, juega con la creación de nuevas palabras o coloca palabras que suenan parecido a ciertas palabras que no tienen significado.

Stanislaw Lem, también, fue un escritor que consideraba que una vez publicada la obra ya no se la podía cambiar. Aunque el escritor quisiera volver a revisar una obra y cambiarla, decía que lo que ya fue escrito debía quedarse de esa manera. «¿Tiene el escritor el derecho a volver a los libros con los que no está contento y reescribirlos? Tengo serias dudas al respecto, no tanto de naturaleza de taller sino moral», aseguró.

Stanislaw Lem escribió varios obras emblemáticas del género, como «Solaris», «Fábulas de robots», Summa Technologiae y otras más. Colocó su nombre en la historia de la ciencia ficción con una literatura de calidad y de profundos planteamientos.


Archivado en: Ensayo, Opinión Tagged: CF y Fantasía, Computadoras, Frederick Pohl, Philip K. Dick, Ray Bradbury, Robots
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