Revista Coaching
Hacía tiempo que no tenía una semana tan dura. Aviones a primera hora de la mañana todos los días, sesiones todos los días. Termino a estas horas de la noche en el Aeropuerto del Prat de Barcelona a punto de volar a casa agotado, pero lleno de energía por el cariño recibido.
En las conversaciones con vosotros aparece recurrente el tema de las elecciones del próximo mes de Mayo. Se nota que a la gente le preocupa la deriva en la que ha caído la clase política. Tantos años viviendo a nuestras espaldas, mintiendo e incumpliendo sus promesas nos han cansado. Y hoy, muchos españoles consideramos que nuestros políticos son uno de los grandes problemas de nuestro país.
Se cuenta que hace muchos años vivía en China un príncipe que iba a ser coronado emperador. De acuerdo con la ley, debía casarse y decidió convocar a las muchachas de su reino para ver quien sería digna de ser la futura emperatriz.
- "Mis siervos os entregarán a cada una de vosotras una semilla. La que dentro de seis meses me traiga la flor más bonita será escogida para ser mi esposa y la futura emperatriz de China".
Una joven de origen humilde regresó a su casa desde palacio con la semilla. Como estaba enamorada del príncipe, aunque no era muy habilidosa para la jardinería, puso la semilla en una maceta y la cuidaba con mucha paciencia y ternura, esperando que el príncipe pudiera apreciar la belleza de su flor. Pero pasaban los días y las semanas y de aquel pequeño grano nada brotaba. Pasaron tres meses y la semilla seguía como el primer día. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado.
En la fecha convenida se dirigió a palacio con su maceta vacía. Al menos estaría unos momentos al lado de su amado príncipe. El resto de chicas acudieron a la cita cada una con una flor, a cada cual más bella, de variadas formas y colores. El príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención.
Después de pasar por todas, anunció su resultado. La joven con el vaso vacío sería su futura esposa. Un murmullo de inquietud inundó la sala. ¿Cómo podía ser?. Había flores bellísimas, pero el príncipe había escogido la maceta sin flor.
Tomando a la muchacha de la mano la subió junto a su trono y dijo:
- “De todas vosotras sólo esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: La flor de la honestidad. Todas las semillas que os entregué eran estériles"
Es posible que la maceta de muchos de nuestros mandatarios esté llena de flores de plástico, pero en la tuya... ¿crecerían las flores de la honestidad?.