Revista Educación

Las flores incorruptas

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Las flores incorruptas

31 enero 2014 por evasinmás

Puede que vean algunas hojas marchitas. Algún pétalo que ha pasado a mejor vida. Pero es que este ramo lo coloqué en mi salón hace hoy, viernes 31 de enero, 33 días. Está en un jarrón, con agua y, desde entonces, ha soportado el frío y la oscuridad que lo rodean, con semejante explosión de color y frescura. Parece un milagro. De hecho, permítanme que les cuente la historia de estas flores. Cuando mi abuela vio que había surgido de la tierra, de forma espontánea, un número de plantas que identificó enseguida como nomeolvides, sus ojos brillaron. Empezamos a cuidar con mimo de ellas, hasta que crecieron y florecieron. Ella me contó cómo, cuando era joven y participaba en las obras de teatro de su barrio, en el campo palmero, creadas por su tía (en verso) le tocó, en uno de sus papeles, vender un ramito de nomeolvides. Fue su novio quien compró aquellas flores. Y con ellas no sólo adquirió un momento de gloria en la representación teatral, sino una compañera para toda la vida. Con aquel nomeolvides obtuvo un compromiso eterno, que seguro debe seguir defendiendo ahora, desde dónde esté, una vez que ya abandonó este mundo.

Sobre cómo llegaron estas flores a un jarrón, les diré que mi perro descubrió, un día, que sus cuarenta kilos podían quebrar alguna que otra rama. Tras el desastre, las recogí y las puse en el salón, para que presidiera la próxima cena de fin de año de 2013 y recibiera, con nosotros, 2014. Pero la cuestión es que ahí siguen, incorruptas, cuando ya finaliza el primer mes del año y, qué quieren que les diga, mi mente fantasiosa ya ha pensado que, quizás, mi abuelo ha querido recordarnos que él tampoco nos olvida.

Foto de @perenquen23

Foto de @perenquen23


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