Aunque tradicionalmente se piensa que el crimen organizado es cosa de hombres, quizás por el sentido misógino de la historia, lo cierto es que una de las primeras bandas criminales de la historia estaba formada por representantes del sexo débil, otra forma definitoria evidentemente torticera. Aunque oficialmente su andadura comenzó a finales del siglo XIX, hay quien piensa que probablemente su inicio tuviera lugar durante el XVIII, llegando incluso hasta la década de 1920. En su origen actuaron junto a una banda formada por hombres, pero pronto alcanzaron su condición de independientes.
Tomaron el nombre de Forty Elephants Gang porque su centro neurálgico se situaba en el distrito londinense de Southwark, donde se encontraba un cruce de camino con ese nombre. Estaba formada por unas 40 mujeres atractivas y bien vestidas, algo que no es casualidad pues correspondía a una apariencia buscada. Utilizando falsas referencias entraban a trabajar como empleadas del hogar, amas de llaves y otras actividades similares, en lugares declarados como objetivos que desvalijaban en la primera ocasión. También robaban en tiendas, escondiendo la mercancía entre sus vestidos, preparados para la ocasión con bolsillos ocultos y otros dispositivos que disimularan lo sustraído. Otra de sus especialidades era seducir a hombres casados para luego chantajearlos. Su máxima prioridad, una vez cometido el hecho delictivo, era quitarse de encima los objetos robados lo más rápido posible, utilizando conductores que se hacían con los mismos o enterrándolos para hacerse con ellos más tarde, una vez se hubiera enfriado el asunto en cuestión. Lo importante es que jamás debían pillarte con nada encima. Cuando actuaban en algún negocio iban en grupo, dispersándose rápidamente en distintas direcciones, lo que unido al hecho del recato de la época que consideraba de mal gusto registrar a una dama, les dificultaba a la policía su trabajo.
Alice Diamond
Como toda banda que se precie, las Forty Elephants, tenía una líder indiscutible, una madrina inteligente y astuta que las dirigía de forma férrea y disciplinada. Esa no era otra que Alice Diamond, apellidada de tal forma por llevar los dedos con anillos de diamantes. No debemos pensar que por ser una banda organizada de mujeres se renunciaba a la violencia, o se ejercía con guante de terciopelo. Nada más lejos, imponían, y no podía ser de otra manera, su respeto utilizando cualquier tipo de coacción. A las bandas rivales que se atrevieran a trabajar en su territorio se les exigía un porcentaje de las ganancias, cuando no recibían directamente una soberana paliza. Las chicas de Alice vendían rápidamente la mercancía en tiendas de empeño y fundían el dinero de forma rápida y eficiente, con toda clase de lujos, fiestas y dispendios. A pesar del carácter escurridizo de la banda, no siempre lograban escapar, tal y como le sucedió a Alice Diamond, que tras un atraco mal planificado, acabó en la cárcel, siendo sustituida por Lilian Rose Kendall, conocida como "Bobbed Haired Bandit".
Todo tiene su final, y la banda de las 40 ladrones acabó mal la noche del 20 de diciembre de 1925, cuando festejaban probablemente algún exitoso atraco en el Canterbury Social Club, fueron detenidas en una redada policial, no sin resistirse durante varias horas en una explosión de violencia, entre botellazos y armas blancas.
Descabezadas de líderes y con la mayor parte de sus miembros en prisión, las
Forty Elephants fueron desapareciendo poco a poco de las calles de Londres, evaporándose entre la niebla y formando parte de una leyenda poco conocida pero fascinante e inigualable.